Fernando Grande-Marlaska
Marlaska: El ministro que perdió su crédito
Fernando Grande-Marlaska ha pasado de «héroe» en su etapa de juez a un ministro «villano» con sus purgas en la Guardia Civil
La crisis del coronavirus ha inoculado en el Ministerio del Interior el virus del descrédito, la polémica y las «purgas» en la Guardia Civil. En 98 días, Fernando Grande-Marlaska pasó de ser el respetado juez que persiguió el terrorismo de ETA a convertirse en el ministro que perseguía a los que le salvaron de ella. De «héroe» a «villano», le llegó a tildar la oposición.
Sus «pérdidas de confianza» durante la pandemia comenzaron el 13 de marzo, el mismo día que el presidente del Gobierno anunciaba el decreto del estado de alarma. El ministro del Interior cesó al responsable de riesgos laborales de la Policía Nacional, José Antonio Nieto, después de 36 años de servicio. Nieto alertaba en un informe con fecha de 24 de enero del riesgo que suponía el coronavirus, recomendaba evitar aglomeraciones y el uso de mascarillas FPP2. De esta forma, se constataba que Interior conocía desde mediados de enero los riesgos. Por si fuera poco, policías y guardias civiles fueron clasificados como profesión de bajo riesgo ante la pandemia.
El segundo paso al descrédito de Grande-Marlaska vendría con la sobreexposición diaria de los DAO de Policía y Guardia Civil para dar cuenta de las sanciones y detenciones por incumplimiento del estado de alarma. «¿Dónde están los directores generales?». «¿Qué hace un general hablando del robo de unas naranjas?», se preguntaban los agentes mientras seguían denunciando la falta de material.
Fue el Director Adjunto Operativo (DAO) de la Policía Nacional, José Ángel González, quien reveló la dificultad que habían encontrado a la hora de hacerse con el material de protección. Y cuando el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, general Santiago, dijo que trabajaban para «minimizar el clima contrario a la gestión de crisis del Gobierno», la credibilidad de Interior saltó por los aires.
Después llegaron las «purgas». Interior cesó al coronel Diego Pérez de los Cobos por negarse a revelar información de la investigación del 8-M. Grande-Marlaska se parapetó en su derecho a reestructurar los equipos, un «impulso» que se cobró una dimisión: la del DAO Laurentino Ceña, como último servicio al Cuerpo.
Para sofocar el incendio, Interior tiró de equiparación salarial, y las asociaciones le advirtieron: “La Guardia Civil no se compra». Y mientras la directora general, María Gámez, seguía desaparecida, Interior la defendía, asegurando que trabajaba en esa «remodelación de los equipos».
Así comenzó una «desescalada» sin frenos hacia la «nueva normalidad» en el Cuerpo, donde para la sustitución del DAO, Grande-Marlaska se salta el escalafón y eleva a teniente general al jefe de los servicios de Información. En el reemplazo de Pérez de los Cobos recibió hasta tres «noes» de coroneles.
Marlaska lo niega todo. Sigue en su «reorganización de equipos». Y mientras seguía negando haber reclamado información a De los Cobos sobre el 8-M, un documento reservado de la directora general dejó como prueba el motivo del cese de Pérez de los Cobos: «No informar de las investigaciones».
El titular de Interior lanza entonces un nuevo giro a su argumento: ahora lo que perseguía era la filtración del informe del 8-M, acusando de forma velada al coronel cesado de haberlo difundido. La oposición ha exigido en reiteradas ocasiones la dimisión de quien señalan como «el ministro de las purgas».
Pero no sólo enfadó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sino también a las víctimas del terrorismo por incumplir su palabra y seguir la hoja de ruta que dictan los votos negociados con Bildu con el acercamiento de presos etarras. «Ha vendido sus principios de juez por el cargo», fue la sentencia. Mientras, Marlaska insiste: «No voy a dimitir».
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