Policía Nacional
La Policía libera a un brasileño al que obligaban a prostituirse
Le engañaron para venir a España a trabajar en una tienda de ropa
Agentes de la Policía Nacional han liberado a un hombre brasileño víctima de trata que había sido obligado a prostituirse en pisos de Zaragoza y San Sebastián. Seis personas han sido detenidas acusadas de pertenencia a organización criminal, trata de seres humanos y delitos relativos a la prostitución, entre otros.
La investigación policial comenzó con la declaración de la víctima; relató que había sido engañado para venir a España con el objetivo de trabajar en un restaurante y acabó ejerciendo la prostitución en varios pisos de citas. Las primeras gestiones de la Policía desvelaron que se trataba de una organización criminal en la que cada miembro se había especializado en áreas muy concretas, como la captación, recepción, acogimiento y traslados, y que utilizaban una tienda de ropa en Brasil para captar a las víctimas, ofreciéndoles contratos de trabajo en España como camareros.
Posteriormente, les compraban un billete de avión hasta Barcelona con escala en París para dificultar los controles de la Policía. A continuación, eran trasladados hasta un piso de Zaragoza, donde les informaban de que habían contraído una deuda de 7.000 euros y que tenían que ejercer la prostitución para liquidarla. Además, les obligaban a consumir sustancias estupefacientes con los clientes y a obtener los datos de sus tarjetas de crédito para usarlas fraudulentamente por parte de la organización. Tras un tiempo en Zaragoza eran trasladados a otro piso de San Sebastián para seguir siendo explotados sexualmente.
La mayoría de sus miembros operaban desde España. Solamente una persona estaba en Brasil, en una tienda de ropa que servía como centro de operaciones para captar a las víctimas y blanquear el dinero obtenido de la trata. Los cabecillas, una pareja de brasileños, realizaron más de 560 envíos internacionales de dinero, llegando a blanquear más de 280.000 euros. Se ha detectado que en numerosas ocasiones los cabecillas obligaban a las víctimas a realizar los envíos de dinero para que no quedase reflejada su identidad.
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