Acoso
El mismo hotel donde se reunían narcos colombianos y gallegos y que dio nombre a la famosa «operación Temple», fue también –solo dos años más tarde–, escenario de un encuentro bien distinto. Nevenka Fernández, una joven concejala del PP de Ponferrada (El Bierzo, León) dio una rueda de prensa en el mítico Hotel Temple un 26 de marzo de 2001 para pronunciar unas palabras que, sin ella saberlo, marcarían historia.
«Os he convocado para que conozcáis que en el día de hoy presento mi dimisión como concejal de este ayuntamiento que tanto quiero. Porque tengo 26 años y dignidad». Así comenzó su discurso Nevenka y así comienza también el primer capítulo de la serie de Netflix que lleva su nombre, producida por Newtral y dirigida por Maribel Sánchez-Maroto, que se estrena el próximo 5 de marzo y que cuenta, por primera vez, con el testimonio de la protagonista. Para la directora, ésta era «una historia que estaba por contar y era fundamental hacerlo desde los ojos de Nevenka y con esta perspectiva de dos décadas después de todo lo que pasó».
La “sororidad” de la rival
Lo que pasó empezó en abril de 1999. Carlos López Riesco, entonces mano derecha del alcalde de Ponferrada Ismael Álvarez (PP) propuso a la joven un encuentro con el primer edil en una cafetería de la localidad, donde le propusieron entrar en política. Necesitaban «caras nuevas», gente preparada y, además, el PSOE llevaba a una mujer como cabeza de lista, Charo Velasco, una rival política que más tarde sería la única en mostrar «sororidad» con todo lo que le pasó a Nevenka.
La joven acababa de licenciarse en Ciencias Económicas en Madrid, estaba haciendo un máster en Administración de Empresas y trabajaba en la consultoría Arthur Andersen. No tenía aspiraciones políticas pero, tras darle vueltas, aceptó el reto ilusionada y fue de número tres en las listas a las municipales de ese año. El PP revalidó la alcaldía de la localidad y una joven Nevenka se estrenaba como concejal de Hacienda de su ciudad. Pronto comenzarían los acercamientos del primer edil. Tras varios meses insistencia Nevenka aceptó mantener una relación con él aunque pronto, «muy pronto», se dio cuenta de que no era lo que buscaba, según explica en el primer capítulo del documental, al que ha tenido acceso LA RAZÓN. Fue entonces cuando decidió no seguir con el idilio. «Es a partir de ese momento cuando para mí comienza un infierno», dijo durante su dimisión. Nevenka estaba siendo víctima de acoso y tardó casi seis meses en poder reaccionar hasta que finalmente decidió denunciar.
La eclosión del feminismo
«Ha estado dos décadas callada. Con la eclosión del movimiento “Me Too”, del “No es No” y la fuerza del 8-M en España, es cuando cree que es el momento de dar la cara por tantas mujeres que pueden estar pasando por lo que ella pasó», explica la directora del proyecto. «Ella nos explicó que no entendía por qué cuando una mujer cuenta su testimonio en un reportaje, quieran ocultar su rostro o distorsionar su voz porque cree que así se está culpabilizando doblemente a una mujer. Por eso decide que quiere ser un poco la voz y el rostro de todas esas mujeres, porque piensa que lo que hay que hacer es dar la cara ante una situación como esa».
Porque ella la dio. Nevenka Fernández fue pionera de muchas cosas sin pretenderlo. Ganó en los tribunales: el Supremo condenaba, por primera vez en España, a un político por acoso sexual. Sin embargo, no se puede decir que esta victoria se trasladara a la calle ni que sintiera el apoyo de la sociedad. Ponferrada salió en masa a protestar cuando el alcalde fue condenado en sentencia firme pero no para mostrar repulsa ante esa conducta, sino para apoyarle porque lo que le habían «hecho» era «muy injusto». Las imágenes y los comentarios de la gente, hoy suenan a «caverna» pero no hace tanto de aquello. «A mi nadie me acosa si yo no me dejo», decía una señora. Por su puesto, no era Ponferrada; era el reflejo de toda la sociedad española, que aún creía que si una mujer había decidido un día acostarse con alguien, luego no podía negarse a continuar.
“Con lo bien que te iría todo si volviéramos a acostarnos”
Porque la de Nevenka fue también una historia de «David contra Goliat». El todopoderoso Álvarez, alcalde en los años que había tanto dinero Ponferrada y propietario de negocios de la noche, que le había dado una concejalía que movía 5.000 millones de pesetas y ella, recién salida de la carrera, desagradecida, no quería volver a acostarse con él. Le dejaba mensajes y comentarios obscenos, según se desprende de la sentencia: «Cuando estoy a tu lado, tengo que tener las manos en los bolsillos»; «Con lo bien que podría irte todo si volvieras a acostarte conmigo»; «No hay que estar enamorado para hacer el amor con alguien». A Ismael no le entraba en la cabeza que aquella «niñata» se atreviera a decirle que no.
El acoso quedó acreditado en los tribunales en 2002 y él fue condenado por el TSJ de Castilla y León a 6.480 euros y una indemnización de 12.000 euros a la víctima. Al año siguiente, el Supremo le rebajó la multa a 2.160 € al eliminar la agravante de abuso de superioridad, al considerar que no hay relación jerárquica entre un alcalde y una concejala. El recurso de amparo presentado por Álvarez ante Constitucional fue rechazado.
Fuera de España
Ella se puso en tratamiento psiquiátrico y decidió irse de España para empezar una vida nueva lejos de los cuchicheos de la gente. «Ahora se puede decir que está en paz», explica la directora del documental, que consta de tres capítulos de unos 40 minutos. Sánchez-Maroto señala que quizás «no fuimos conscientes de que esa mujer estaba sola y nadie la escuchó». Fue la primera en decir «No es no» y con apenas 25 años. Tuvo la valentía de denunciarlo en un juzgado y hacerlo público en una rueda de prensa, ante una sociedad aún profundamente machista.
Los tentáculos de Ismael: trató de arruinar al padre de Nevenka, empresario pizarrero de El Bierzo
Era previsible que lo primero que hiciera Ismael Álvarez (Dehesas, 1950) fuera decir que lo que acababa de contar Nevenka era falso. Poco después se vio obligado a dejar el PP y tras nueve años ausente de la política, decidió volver con un partido propio: Independientes Agrupados de Ponferrada. La rueda de prensa que dio entonces resulta bochornosa. «Me fui porque no quise hacerle daño al PP, no porque nadie me obligara. Porque la falta no era tan grave. Si es muy grave debería un juez mandar a uno para casa, pero no me mandó nadie para casa; por lo tanto, no sería tan grave».
A pesar de haber sido condenado por el Supremo, Álvarez insistía: «Sigo diciendo que no fui culpable de nada. Hubo una pequeña condena, pequeñísima condena. La cumplí a rajatabla. No veo por ningún lado la razón por la que no se me pueda volver a recuperar. Veo injusto que una persona tenga que estar castigada toda una vida entera por algo que ni hizo». Álvarez decía que quedaban cosas por hacer en Ponferrada, como por ejemplo, «la igualdad entre el hombre y la mujer». Al condenado por acoso no le tembló la voz al decir: «Queda mucho por hacer y aquí estoy yo para luchar en ese camino».
Moción de censura
Por sorprendente que parezca, en las municipales de 2011 logró sacar cinco concejales y se dio la paradoja de que fue el apoyo que el PSOE necesitaba para llevar a cabo la moción de censura contra su otrora mano derecha y actual alcalde popular, López Riesco, dando así el bastón de mando al socialista Samuel Folgueral. Esto ocurrió un 8 de marzo de 2013, Día Internacional de la Mujer. La dirección nacional del PSOE acabó desautorizando la «operación» y ordenó que el PSOE no gobernaría con apoyo de un condenado por acoso sexual.
Así de breve fue la segunda etapa política de Álvarez, alabado y odiado a partes iguales en Ponferrada, como todos los populistas. Sus negocios nocturnos y las decenas de puestos de trabajo que daba con ellos le granjeaban palmeros también en la esfera privada. Sus contactos e influencias llegaban muy lejos. En Ponferrada se comentó que tras estallar el «caso Nevenka» Álvarez logró arruinar al padre de la concejala, empresario pizarrero, al conseguir que nadie quisiera contratar con él. Ya antes de la famosa rueda de prensa de la concejala había hablado con ellos para que convencieran a su hija de que no lo hiciera. Pero no sirvió de nada: su carrera política llegaba a su fin. Su fama de mujeriego no habla bien de él durante la convalecencia de su difunta mujer ni por los «favores» que hacía a las camareras de los discotecas que regentaba. Alguna hay trabajando a día de hoy en el Ayuntamiento de la localidad.