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4-M

Ayuso prohíbe en el PP los ataques a Vox en las elecciones de Madrid

Solo potenciará el cara a cara con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Pablo Casado en el Comité Ejecutivo Nacional de PP con Isabel Diaz Ayuso DAVID MUDARRA

El equipo de campaña de Isabel Díaz Ayuso quiere funcionar con la máxima autonomía en el diseño de la estrategia electoral para los comicios del 4 de mayo. Se sienten seguros y con un «total» control de la situación.

Los «trackings» siguen al alza, una vez descontado el «efecto Iglesias», y en ese equipo explican que la candidata «necesita» que «no haya injerencias inconvenientes» ni discursos que rompan con su eje. La alusión a las «injerencias» apunta a algún nombre de la dirección nacional del partido, y a otras voces también de primer nivel, pero que no están «en la misma onda electoral que necesita en estos momentos la presidenta». «Lo cual no quiere decir que no vaya a haber colaboración. Aquí se cuenta con todo el mundo», apostillan.

Hace dos años, en sus primeras elecciones como candidata, Ayuso no era nadie dentro del partido. Hoy, sin embargo, su proyección nacional ha llevado a que en su formación la miren con recelo porque saben que es un valor al alza.

En su campaña del 4-M, la candidata no quiere salidas de tono contra Vox, por eso ha pedido que no se hable del partido de Santiago Abascal. Y esto es una rectificación a la estrategia que siguió en las generales la dirección nacional.

Campaña clave nacional

Ayuso hará una campaña presidencialista, en clave nacional, jugando en el terreno de Pedro Sánchez para presentarse como el muro de contención de la coalición que gobierna en el Palacio de la Moncloa. Dicen que tiene capacidad de absorber voto no sólo de centro, sino también voto de izquierdas, que en estas elecciones «elegirá la papeleta pensando más en el bolsillo que en cuestiones ideológicas».

El alcance de lo que se reparte en las elecciones del 4 de mayo obliga a Pablo Casado a no quedarse al margen. El líder popular tiene que hacer su propia campaña y buscar un espacio que en la noche electoral le permita compartir el éxito de su candidata: sólo juegan a ganar. Ni en Génova ni en Sol barajan el fracaso ni perder el Gobierno autonómico.

La estrategia de Isabel Díaz Ayuso deja en evidencia la ruptura de Casado con Vox, hasta el punto de que la candidata no tendría problema en gobernar con el partido de Santiago Abascal si, llegado el momento, ésta fuera una condición de la negociación. Pero en su equipo confían en que su apuesta por evitar la confrontación con ellos, y en cierto punto hasta ignorarles, sirva para diluir la marca verde y conseguir una diferencia en escaños lo suficientemente holgada como para que Ayuso esté en condiciones de marcar límites a las condiciones a su investidura.

Oficialmente el equipo de Ayuso asegura que cuenta con todo el partido, pero en su obsesión por controlar los mensajes y evitar «salidas de tono» entra también la necesidad de controlar, a su vez, los mensajes que llegan de otros ámbitos de la organización política. La pandemia limita ya de por sí los actos y la participación de otros barones, pero, en cualquier caso, Ayuso «se vale por sí sola» para hacer frente al cuerpo a cuerpo con el presidente del Gobierno y sus ministros. Y los barones «moderados» del PP no son vistos como una ayuda que sume en una campaña absolutamente polarizada y en la que estallará en su máxima potencia el conflicto Sánchez-Ayuso, que la presidenta madrileña ha ido cultivando durante toda la gestión de la pandemia.

Casado se hará con una intensa agenda en campaña, pero la ayuda de las estructuras territoriales será mínima. «El protagonismo absoluto debe ser siempre del candidato. Cuanta menos gente esté danzando en una campaña, menos posibilidades de estropearla», sentencian.

Casado presidió ayer la Junta Directiva Nacional del PP, en una foto en la que a uno de sus lados posó Teodoro García Egea, mensaje para los que cuestionan su gestión dentro del partido, junto con la reivindicación de su «éxito» en la moción de censura en Murcia; y, al otro lado, la presidenta madrileña.

El líder aprovechó para dejar un mensaje cargado de intencionalidad en clave interna. En la reunión del máximo órgano entre congresos, instruyó a los suyos para que no se dejen llevar por el clima del momento, por las críticas o los ataques en redes sociales a su liderazgo o a su equipo. Como si la realidad mediática tuviera vida propia, al margen de lo que trasciende desde dentro de su propia organización política, Casado defendió que necesita tiempo y afeó al PP que se deprima con cada golpe de «tuit». «No podemos morir cada atardecer».

El partido entró en shock tras el batacazo de las elecciones catalanas, y aunque Casado reivindicó ayer como un refuerzo de sus gobiernos autonómicos lo acontecido estas semanas con las mociones de censura, la realidad es que dentro del PP son conscientes de que la crisis de Ciudadanos, y las mociones, dejan más débil al Gobierno de Murcia y sin la mayoría absoluta al de Castilla y León. «Sánchez ha salido derrotado y el PP más fuerte. Como dicen en mi tierra, fueron a por lana y salieron trasquilados», argumentó ante la Junta Directiva.

En relación a Madrid, el líder popular defendió que las elecciones autonómicas serán el primer gran episodio de la reunificación del centro derecha, y que el partido debe trabajar para consolidarse como la única casa común del centro derecha.

«Con quien hay que fusionar el Partido Popular es con la sociedad española. Somo el punto de encuentro de todos los que buscan una alternativa al sanchismo. La única casa común del centro derecha europeísta y constitucionalista».

Feijóo guarda silencio frente a Génova

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no participó ayer en la reunión de la Junta Directiva Nacional del PP. Su gabinete justificó esta ausencia telemática en razones de agenda. Feijóo se ha desmarcado de la decisión de la dirección de romper con el pasado con «gestos» como el cambio de sede. Y también ha discrepado en lo que afecta a la política de alianzas y en la relación con Vox. Las imposiciones territoriales de Génova tampoco cuentan con su aprobación. Casado contraprogramó ayer la sesión del juicio por la caja B del partido, en la que comparecieron como testigos la plana mayor de la etapa de Rajoy y Aznar, con una reunión del máximo órgano entre congresos, en la que reivindicó su liderazgo. Hoy será el turno, en el juicio, de los ex presidentes Aznar y Rajoy. Como testigos.

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