Josep Ramón Bosch
El presupuesto populista
En septiembre arrancará la negociación entre Unidas Podemos y el PSOE para cerrar y presentar unas nuevas cuentas públicas, y construir los presupuestos de 2022 con la ayuda del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el instrumento para canalizar los fondos europeos, dentro del conjunto de instrumentos comunitarios englobados en Next Generation, dotado con 750.000 millones de euros, de los que España recibirá 140.000 millones. El Ejecutivo español está pendiente del primer desembolso de prefinanciación de 9.000 millones, y que al final de año ascenderá a un total de 19.000 millones.
Mientras el populismo desaforado que gobierna España lanza mensajes de optimismo sobre su gestión, ajeno al déficit público del Estado, mantiene su hoja de ruta económica, con unas previsiones de crecimiento del PIB español de un 6,5% para este año y un 7% el próximo, que se sitúan lejos de las previsiones más realistas del FMI o del banco de España. Nuestros gobernantes formulan propuestas de incremento del gasto, aprobando la subida de salario del 0,9% para los empleados públicos para 2022 y la misma cifra para la revalorización de las pensiones, a pesar de que esta subida no se contemplaba en el borrador del Plan Presupuestario enviado a Bruselas. Lanzan la mayor oferta de empleo público de la historia de España, con un total de 30.445 plazas para trabajar en la Administración General del Estado. El Ejecutivo también ha mantenido sus estimaciones sobre la tasa de paro, que se situará este año en el 15,2% a pesar de que todavía quedan unos 400.000 afectados por un ERTE que no se consideran parados en las estadísticas del SEPE, pero ayudan a maquillar las estadísticas. Se compromete a controlar los trámites de las cuentas públicas, validando un techo de gasto de 2022 en 196.142 millones de euros, evidencia de que no hay propuesta de disminuir el endeudamiento público. Las comunidades autónomas percibirán 18.396 millones, un 32,1% superior a la del año pasado y dispondrán de más dinero que nunca en 2022, en plena negociación por el nuevo sistema de financiación. La ministra Calviño, reacia al incremento del Salario Mínimo Interprofesional, ha prometido estudiar la decisión en función de la evolución del empleo tras el periodo estival. Populismo.
Pedro Sánchez eufórico, aseguró que las cuentas públicas «recogen el mayor gasto social de la historia y tienen como objetivo combatir los efectos de la crisis, la reconstrucción social y económica del país y la transformación de su modelo productivo». La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, manifestaba que los Presupuestos «serán los más expansivos de la historia», y que el meollo de la cuestión es «resolver los problemas de la mayoría social que tiene dificultades para poder pagar la factura de la luz, el alquiler de una vivienda y estas cuentas deben ser de la gente y de la mayoría social». La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, con el auspicio del informe de la organización británica New Economics Foundation, defiende la reducción de la jornada laboral a 20 horas y que el salario no sea rebajado. Populismo chavista.
Oferta de empleo público, subida del sueldo de los funcionarios, de las pensiones, del SMI y todo tipo de propuestas electorales donde gastar el dinero del contribuyente. El Gobierno pretende mantener la previsión de déficit público del 8,4% del PIB y una tasa de referencia de déficit del 5% en 2022. Pero esta reducción del déficit, sin reducir gasto, solo puede llevarse a cabo incrementando los impuestos, y que paguen los ricos.
El Gobierno está preparando su campaña electoral para el 2023, temeroso de ser derrotado por Pablo Casado, cada día más firme en su camino a la Moncloa. Un presupuesto populista para derrotar a la derecha.
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