Soldados del Ejército de Tierra observan cómo un grupo de inmigrantes escalan las rocas del espigón de la playa fronteriza de El Tarajal de Ceuta, en mayo pasado

800 inmigrantes en busca del «selfie» que acredite que llegaron a España

Las mafias les piden que envíen las fotografías a familiares y amigos para poder continuar el negocio

«Cuando logres saltar el vallado y entrar en España (Ceuta y Melilla) hazte un «selfie» y envíaselo a tu familia y amigos». Los responsables de las mafias de la inmigración saben que la prueba de que sus «clientes» han logrado su objetivo y que, por lo tanto, el dinero que les han pagado ha estado bien invertido sirve para captar a nuevas personas dispuestas a afrontar un viaje de miles de kilómetros.

Esta es también la razón de que les aconsejen emplearse con toda la agresividad posible contra los agentes marroquíes y españoles que tratan de impedir el salto del vallado.

El inmigrante no debe pararse ante nada y, si tiene que clavar sus zapatillas claveteadas o el garfio (que utilizan para trepar por el vallado) contra el cuerpo de los policías o los guardias, no deben dudar un momento.

Muchos de los inmigrantes que se concentran en los alrededores de Melilla, unos 800, pertenecen a países del Sahel africano y sus puntos de salida están en la ciudad nigerina de Agadez, la maliense de Tombuctú y, de ahí, a la argelina de Tamanrasset para ya dirigirse a las proximidades de la costa, si van a hacer el viaje por mar, o hacia Ceuta y Melilla.

El viaje, si se hace en vehículos de motor, puede costar entre los 2.000 y 3.000 euros. Las mafias utilizan parte de este dinero para sobornar a los agentes de las Fuerzas de Seguridad de los países por los que atraviesan.

Hay algunos que, sin medios, hacen el viaje a pie o en transportes ocasionales; trabajando en los lugares por los que pasan para poder pagar la siguiente etapa. Llegan a tardar hasta dos años, en medio de peligros de todo tipo.

Todos ellos, ya en las proximidades de las ciudades autónomas, son controlados por las citadas mafias que les instruyen para que actúen con violencia, sabedores de que los agentes no pueden utilizar material antidisturbios. Algunos de los inmigrantes han formado parte de los ejércitos de sus respectivos países y conocen las tácticas militares, que no dudan en utilizar.

No se tratan de acciones aisladas, sino que responden a una estrategia con el fin de tratar de amedrentar a los agentes, sabedores los responsables de las mafias que, al menos de lado español, los guardias y los policías no disponen de medios antidisturbios para repeler las avalanchas. Y que se tienen que valer de sus propios brazos.

Expertos en la materia, consultados por LA RAZÓN, subrayan la necesidad de que se introduzcan modificaciones en la legislación vigente para que nadie que entre ilegalmente en España pueda disponer de documentos de permanencia; que se les atienda humanitariamente, que se les acoja temporalmente, pero que se transmita a las mafias que no se van a quedar. «Mientras, el negocio de trata de seres va a ir en aumento por los importantes beneficios que reporta».

La colaboración de Marruecos para frenar la inmigración es «modélica», según las citadas fuentes, sobre todo después de lo ocurrido en Ceuta el pasado mes de mayo. Pero, como los españoles, han de enfrentarse con los que han empeñado todas sus pertenencias, pedido préstamos y que necesitan un futuro. De ahí vienen la desesperación que es el siguiente paso a la utilización de la violencia,

Son, por lo tanto, personas vulnerables y fácilmente manipulables por los cabecillas de las mafias que son los que les alientan –insisten las mismas fuentes –que utilicen la violencia contra los agentes. Incluso, tácticas militares.

Precisamente, el coronel Antonio Sierra, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Melilla, destacó en su discurso, con motivo de la Patrona del Cuerpo, que en lo que va de año «son ya más de 60 los guardias civiles heridos en los asaltos al perímetro fronterizo, en los que los inmigrantes no dudan en utilizar tácticas militares en su avance hacia Melilla y una violencia inusitada contra las fuerzas de seguridad marroquíes y, posteriormente, contra nuestras fuerzas de seguridad».