Homenaje

La operación de búsqueda de Miguel Ángel: “El GAR estuvo muy cerca de donde lo asesinaron”

Juan José Mateos, ex miembro de las fuerzas especiales de la Guardia Civil, recuerda cómo fue la lucha policial contra ETA

Juan José Mateos (Ciudad Rodrigo, 1972) fue víctima de un atentado de ETA el 20 de julio de 1996, apenas tres semanas después de entrar en la Guardia Civil y un año antes del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Estaba destinado en La Pineda, al lado de Salou, y le pilló un artefacto colocado en el hall del aeropuerto en una de las macabras “campañas de verano” de la banda. Avisaron, comprobaron la información con Intxaurrondo y estalló una hora antes de tiempo. Le dio de lleno. La chica de la limpieza que iba delante de él murió. A pesar de resultar herido grave, decidió tirar para adelante y entró en el Grupo de Acción Rápida (GAR) ocultando con el pelo las cicatrices que le habían dejado las operaciones. Duró seis años. Ahora, ya retirado por las secuelas del atentado, recuerda en “Pikoletos” (editorial Arzalia) la historia de esta unidad de elite que fue una pieza clave en la derrota de la banda terrorista.

-¿Por qué quiso entrar en el GAR?

-Era la punta de lanza de la lucha contra la ETA y su entorno, se creó exclusivamente con ese fin a partir de la Unidad Antiterrorista Rural (UAR) de 1978. Siempre fue mi objetivo. Estuve de 1999 a 2005. Finalmente, el servicio fue incompatible con mis secuelas.

-¿Dónde estaba cuando secuestraron a Miguel Ángel Blanco?

-El día que liberaron a Ortega Lara recuerdo que estábamos en el paseo marítimo de La Pineda, en Vilaseca. Todo el mundo empezó a pitarnos y a darnos la enhorabuena. Fue súper emocionante. Para mí fue una gran motivación, acababa de pasar por la última cirugía a causa de mi atentado. Cuando secuestran a Miguel Ángel, el impacto fue brutal. Como aún no tenía experiencia con la ETA, a mis 23 años pensé que igual cedían. Qué inocencia. El ideólogo del secuestro de Ortega Lara, Bolinaga, que había matado a dos miembros del GAR, acabó detenido por nuestra unidad la misma noche de la liberación del funcionarios de prisiones.

-¿Qué le contaron sus compañeros de la operación de búsqueda del concejal popular?

-Participó el GAR al completo. No tenían ninguna esperanza de encontrarlo, era como buscar una aguja en un pajar. Muchos de los compañeros habían participado en operaciones importantes contra una ETA que se había rearmado con la tregua. En mi opinión el Gobierno se equivocó. Tenían muy claro que era una venganza por Ortega Lara y que lo iban a matar.

-¿Cambió algo después del trágico desenlace?

-No estoy de acuerdo con eso de que fue el principio del fin. La movilización cívica es muy importante, sí, pero si no llega a haber lucha policial efectiva no sé qué habría pasado. Después de Blanco asesinaron a un ertzaintza, a un policía nacional, a un guardia civil, al matrimonio Jiménez Becerril y a un concejal de UPN en pocos meses. Le dicen bien claro a la sociedad que no iban a acabar con ellos manifestándose. Empezó la socialización del terror. El único final posible era la lucha policial.

-¿Estuvieron cerca de encontrarlo?

-Lo encontraron dos personas que paseaban perros de caza. Acto seguido se presentaron dos compañeros de Información. Es verdad que justo antes de que lo asesinaran los servicios de Información ya conocían la zona en la que estaba por los seguimientos telefónicos. Entre Hernani, Lasarte y Urnieta. De hecho, una sección del GAR estaba a escasos kilómetros. Gipúzcoa es pequeño, pero cuando te pones a buscar... es inmenso.

-¿Y si ocurriera hoy? ¿Cambiaría algo?

-Sería muy complejo también. Puedes tener cámaras térmicas, el helicóptero... pero es que, al final, el malo... Fíjate, lo llevaron andando. Ahora tengo claro que lo iban a asesinar, aunque todo lo que había se movió. Los perros hoy día están adiestrados de forma distinta, pero nunca sabes qué van a hacer. Lo mismo lo hubieran matado donde lo tenían encerrado.

-¿Ha avanzado mucho la tecnología?

-Muchísimo. La Guardia Civil adelanta a la ETA en 2002, un año después de que Aznar hiciera el pacto de las Azores. Fue muy criticado, pero ahí EE UU se mete de lleno en la lucha. Aún no está desclasificado e incluso Rubalcaba lo negó en una entrevista, pero es evidente que fue así.

-¿Sería factible en el futuro que alguien cogiera el testigo etarra?

-Hay que diferenciar entre terrorismo, que no les interesa, y el peso político que tienen. Tanto es así que el Gobierno actual se apoya en ellos. Están consiguiendo todo lo que quieren, la derrotada ha sido España entera. Muchos de ellos están en las instituciones, los presos los van a llevar allí y amnistiarán a los que puedan. ¿Crees que les interesa matar?

-Entonces, ¿ha ganado ETA?

-En un sentido, sí. Pero los cuerpos y fuerzas de seguridad tenemos que estar orgullosos de que la hemos vencido policialmente porque ya no matan, ni extorsionan, ni amenazan. Es incalculable lo que han hecho, por eso escribo. No se ha profundizado.

-Dice que tampoco se ha hablado de las torturas.

-La Guardia Civil como institución jamás ha instaurado un sistema de apretar a un terrorista para que hable. Esto es así. ¿Hubo casos puntuales en los que hubo extralimitaciones? Claro, pero había que estar allí cuando asesinaban a un guardia civil cada dos días. Hasta que la cosa se fue colocando en su sitio hubo cosas que se hicieron mal, pero no de forma sistemática como ellos dicen. De esos hay que hablar con pruebas. ¿Cuántos agentes del GAR hay condenados? Ninguno.

-¿Cómo le sienta ver al Gobierno de Pedro Sánchez apoyarse en Bildu?

-Hay víctimas, como yo, a las que ver eso nos retrotrae a lo que nos ocurrió y no nos deja dormir. ¿En que país desarrollado ocurre esto? Hemos sido demasiado benévolos con la ETA y su entorno.

-Aquí también tuvimos terrorismo de Estado.

-Sí, pero el GAL fue una chapuza nacional. Asesinaron a 27 personas, 17 de ellas terroristas. Lo condeno firmemente. Quisieron trasladar al sur de Francia lo que nos hacía la ETA en España. Mal hecho. Pero es que los políticos de entonces no veían solución. Lo que no se puede es intentar nivelar la balanza con las 860 víctimas mortales y más de 7.000 mutilados de la ETA.

-Usted se ha hecho amigo de una persona del entorno de Lasa y Zabala. ¿Cómo ha sido posible?

-Me llegó que este familiar se mostraba benévolo y, casualidades de la vida, me lo encuentro un día. Surge una amistad, va a Intxaurrondo, al Palacio de la Cumbre, donde ocurrieron todas esas barbaridades contra ellos por parte de algunos guardias civiles. Pero, una vez más, no se puede generalizar.

-¿Sigue siendo tabú hablar de determinadas cosas?

-Claro. En Hernani hace nada los niños de un instituto, menores todos, han salido al patio a recibir a un etarra que asesinó a cinco guardias civiles. Y los maestros, sin decir nada.

-¿Le parece que, más que reconciliada, la sociedad vasca está anestesiada?

-Un amigo muy sabio dijo una vez que lo que hay es una amnesia inducida. El nacionalismo calla a todo el mundo con bienestar. La palabra España es como si estuviera prohibida. Y todo lo relacionado con ella, también. Hay cosas de las que no se habla, la gente vive bien porque la ETA ya no mata, pero la niebla de los atentados sigue ahí. Aquello sigue sin ser Madrid, te tomas algo en un bar y no se puede hablar de cualquier cosa como aquí.

-¿Sigue tomando precauciones como si estuviera amenazado?

-Sigo siendo un hombre GAR. Te puedo contar que todos los días voy a buscar a mis hijos a la misma hora y siempre tomo un camino diferente. O, si alguien me sigue, me agacho a rascarme el pie y lo dejo pasar. Es deformación profesional y estrés postraumático. Y eso que el GAR no ha sufrido a la ETA como los guardias civiles de finales de los 70. Vivían allí con sus familias y no podían ni comprar pan o carne. No les servían porque los mataban también. Y ellos tenían que entrar y salir siempre por el mismo sitio por narices. Esos son los verdaderos héroes. Nosotros fuimos voluntarios.

-¿Aún es incómodo ser guardia civil en el País Vasco?

-Es triste pero sí. Un guardia civil que vive fuera del cuartel todavía no tiende los uniformes fuera. Que a nadie se le olvide que en 2018 le han pegado una paliza a dos agentes en Alsasua. Hay que estar allí para verlo.