El personaje
Carlos Lesmes: un nuevo golpe institucional
Es un hombre de lealtades y odios, con detractores y aduladores.
Ha intentado sofocar la revuelta pero sin éxito. Ni siquiera el anuncio de su dimisión, que la ministra de Justicia, Pilar Llop, calificó como «un escándalo» nacional y europeo, consiguió calmar las aguas. El presidente el Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, actúa como un apagafuegos ante un polvorín judicial sin precedentes. Tras su crítico discurso en la apertura del Año Judicial,ante el rostro muy serio del rey Felipe VI y toda la cúpula jurídica, Lemes sigue sin doblegar a los vocales conservadores que no pasan por el aro de la fecha impuesta por el Gobierno para renovar a los magistrados del Tribunal Constitucional. En medio de un cruce de acusaciones altisonantes entre el PSOE y el PP, la renovación del órgano de gobierno de los jueces y la elección de los dos magistrados siguen estancados. Una situación caótica que coloca a Carlos Lesmes en una encrucijada de difícil salida. La primera reunión del CGPJ tras la apertura del Año Judicial acordó las pautas del procedimiento, pero sin supeditarlo a la fecha que marca el gobierno, el próximo día trece. El malestar en los sectores de la Judicatura es enorme.
Los vocales y asociaciones conservadoras acusan al gobierno de Pedro Sánchez de invadir sin ningún pudor las instituciones, mientras los progresistas denuncian “negacionismo y obstruccionismo” al servicio del PP. Lesmes tiene que convocar el nuevo Pleno para la elección de los magistrados del TC con tres días de antelación, lo que hace muy difícil cumplir la fecha exigida por el gobierno. Y aún así, todo sería en vano sin haber antes un acuerdo entre los vocales de uno y otro signo. La reunión extraordinaria del Consejo, horas después de que Lesmes amenazara con dimitir ante el Rey, reveló la gran tensión si no hay consenso de renovación o se restituyen sus competencias para realizar nombramientos aunque siga en funciones, lo que suprimió la reforma legal del PSOE y Podemos. En algunos medios de la Judicatura se acusa a Carlos Lesmes de haber llegado a un acuerdo con el Gobierno y el sector progresista para acabar como Presidente del Tribunal Constitucional, algo que él niega tajantemente. El cruce de palabras subió de tono, dado que los ministros y dirigentes socialistas se lanzaron en tromba contra el Partido Popular, mientras Alberto Núñez Feijóo insiste en que no es cuestión de nombres, sino de curriculums. «O se garantiza la independencia del Poder Judicial o no habrá acuerdo», advierten los populares.
La situación es caótica, con una parálisis y un desprestigio de la magistratura sin precedentes. Los próximos días serán claves en las negociaciones, en medio de un «plantón» en toda regla de una mayoría de jueces que ven invadida su independencia y acusan a Pedro Sánchez de «entrar a saco» para controlar las altas Instituciones. Carlos Lesmes Serrano sigue al frente del CGPJ y el TS desde el cuatro de diciembre de 2018 en que debía cesar su mandato. La tensa situación política y el pulso entre el PSOE y el PP mantiene bloqueada la renovación y le convierte en el órgano de gobierno de los jueces más largo de la historia. «Un presidente longevo», ironizan sectores judiciales sobre la posición de Lesmes, blindado por la política desde que fuera elegido por su amigo y compañero de la carrera fiscal, Alberto Ruíz Gallardón, en el año 2013. Miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), vinculado a los gobiernos de Aznar y Rajoy, pero también con vaivenes hacia los socialistas, la figura de Lesmes ha sido controvertida en numerosas ocasiones, pero nadie ha logrado doblegarle. En el ámbito judicial aseguran que ejerce el mando con soberbia y altivez, mientras en su entorno le definen como un juez reflexivo, rocoso e imbatible. Durante todo este tiempo ha ejercido un tira y afloja con los políticos de uno y otro signo, ha tutelado un Consejo profundamente dividido entre progresistas y conservadores. Ahora, algunos sospechan que pactó con los socialistas la presidencia del Tribunal Constitucional, como broche de oro a toda su carrera. Él lo niega rotundamente, y de ahí su amenaza de dimitir.
Director General de Objeción de Conciencia y de Relaciones con la Justicia con los ministros Ángel Acebes y José María Michavila, cuando afloró el escándalo de la trama Gurtel, muchos no le perdonaron que permitiera la comparecencia pública del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ante el tribunal. Entonces, todos en el PP le acusaron de no lidiar con tacto la situación y propiciar un acercamiento al PSOE para mantener el poder. Aquella fecha fue considerada «una gran humillación» para Rajoy, su gobierno y el partido, lo que provocó que Lesmes perdiera su confianza. Lo cierto es que siguió con los socialistas y, por avatares de la política, se ha convertido en el presidente del CGPJ más largo y rocoso de toda la historia judicial española. Durante el bloqueo del CGPJ ha protagonizado varias polémicas, la más sonada con su discurso en Barcelona en la entrega de despachos a una promoción de jueces, en el que justificó la ausencia del Rey Felipe VI y su posterior interpretación de una llamada telefónica del propio Jefe del Estado, lo que levantó las iras nacionalistas.
Hombre conservador, de profundas convicciones religiosas, contrajo matrimonio en la Iglesia de San Francisco de Borja con María Altagracia Mansilla (Marieta), enfermera de profesión, con quien ha tenido cinco hijos. Educado en el colegio salesiano Maravillas, se licenció en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y realizó las oposiciones de juez y fiscal. Reservado y muy desconfiado, en un gesto que le delata cuando manosea su encanecida barba ante el interlocutor, es un hombre de lealtades y odios, con detractores y aduladores. Para unos es soberbio y ha gobernado el CGPJ con mano autoritaria, rodeado de un cerrado núcleo. Para otros es un jurista serio, reflexivo, con experiencia en Derecho Penal Administrativo, ética y objeción de conciencia. Sea como fuere, parece que su larga etapa al frente del Consejo y el Supremo llega a su fin. Siempre que la política le despeje el camino.
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