Toni Bolaño
El juego de los espejos
Nadie lo tiene todo ganado ni nadie lo tiene todo perdido
Los vendavales no dejan de acechar al Gobierno. En las dos últimas semanas se han agravado por las diferencias internas de los socios. La actuación ante el asalto de la valla de Melilla y, sobre todo, la polémica surgida de la Ley del «solo sí es sí» ha abierto una brecha que se antoja insalvable. Primero, entre los socios (PSOE y Unidas Podemos) y, segundo, entre Yolanda Díaz y Podemos. Las relaciones están prácticamente rotas entre la vicepresidenta y Pablo Iglesias, lo que augura que en Madrid la izquierda irá dividida, algo que invalida sus posibilidades de hacerse con la alcaldía. La Comunidad es casi un imposible.
La atención ahora está puesta en la Fiscalía y el Supremo para tratar de revertir los efectos no deseados de una Ley que se aprobó con prisas y con una laguna jurídica que invita a asumir responsabilidades por parte de la ministra Irene Montero. De momento, no hay señales en este sentido aunque el tono contra la judicatura ha bajado sensiblemente. El Gobierno, mientras, aguanta la respiración ante un semana compleja en la que es necesario restañar heridas y que la mayoría, de Gobierno, evidentemente, y de investidura, eviten un descalabro en la tramitación parlamentaria de Presupuestos, Impuesto a grandes fortunas, eléctricas y banca y modificación del Código Penal para modificar el delito de sedición.
En principio, está todo bien atado, y Pedro Sánchez saldrá airoso. En el caso de la sedición, el presidente tiene asegurada una mayoría, aunque los problemas pueden surgir a lo largo del trámite si ERC presenta una enmienda al delito de malversación. Sin embargo, esta sombra se aleja dado que ni Podemos, ni Compromís ni Más País se alinean con el PSOE. En los presupuestos, salvo el PNV, el resto de fuerzas siguen negociando. ERC, Bildu, Más País, PRC, PDeCAT y Teruel Existe están apurando las últimas horas. Salvo sorpresa, el Gobierno tiene asegurada la mayoría, al igual que en los impuestos a grandes empresas y fortunas, que cuentan con el respaldo también de dos partidos conservadores: PNV y PDeCAT.
La semana no se queda aquí. Sánchez y Feijóo se van a volver a ver las caras en el Senado después de la abrupta ruptura de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. El líder popular hace pellas en más de una votación pero a esta cita, sin duda, no faltará y la sesión promete ser de todo menos un remanso de paz. Se hablará del Poder Judicial, de la Ley del «solo sí es sí» y del delito de sedición, todo un aderezo picante a una sesión que suele ser bronca entre ambos líderes. Sánchez no desaprovechará la oportunidad de golpear en el hígado de Feijóo, que tras la ruptura del pacto ha quedado tocado pautando sus apariciones públicas. Salió en tromba contra la reforma de la sedición y alguna contada intervención, con fiasco incluido como sus palabras sobre la reducción del parque automovilístico. No está en su mejor momento como apuntan las encuestas y el presidente intentará aprovechar la ocasión en la Cámara Alta y remachar la jugada en el Congreso con las tres citas estelares al tiempo que deberá capear los temporales. El presidente sabe que no puede el Gobierno cometer más errores y, de momento, se ha encomendado a la Fiscalía y al Supremo.
El juego de los espejos está servido. Nadie lo tiene todo ganado ni nadie lo tiene todo perdido. Cualquier movimiento en falso puede dilapidar las supuestas ventajas que quieren aprovechar los dos equipos. Que nadie se fie, porque un movimiento en falso puede volverse en contra en varios frentes. Sánchez debe cohesionar a los suyos, incluido el Partido Socialista, y tratar de cerrar la herida con Podemos, porque sin coalición no hay Gobierno. Feijóo tiene que volver a retomar el liderazgo perdido por el acoso y el protagonismo, siempre irredento, de Isabel Díaz Ayuso. La semana se antoja clave, pero no se equivoquen, es una más, y las que quedan.
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