España

El Gobierno lanza un plan de ataques personales contra Feijóo

Ministros y asesores usan almuerzos y reuniones con el poder económico e institucional para atacar en lo personal al líder del PP

El líder del PP Alberto Núñez Feijóo ayer durante la sesión de control al Gobierno en el Senado.
El líder del PP Alberto Núñez Feijóo ayer durante la sesión de control al Gobierno en el Senado.Alberto R. RoldánLa Razón

El último cara a cara en el Senado entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, dejó ayer en la Cámara la sensación de que la política se encamina a un nuevo choque electoral en el que el Gobierno, esta vez el de coalición, buscará refugio en un nueva teoría de la conspiración para intentar apartar de la tentación abstencionista al electorado de izquierdas, incluso de la tentación de que haya voto moderado que pueda irse al PP.

El discurso del presidente del Gobierno delimita el marco de la operación para levantar un nuevo cordón sanitario contra el PP. El PSOE ha asimilado hasta tal punto el discurso y las alianzas con sus socios de investidura que les «compra» también el mensaje que deslegitima al principal partido de la oposición como actor democrático. Y esto facilita a la izquierda el objetivo estratégico de ir sembrando el caldo de cultivo para que la contienda electoral de este año se presente en términos plebiscitarios: los supuestos herederos del franquismo, y ahí meten al PP, contra el nuevo frente popular, que formarían el PSOE, las marcas de la izquierda y sus socios independentistas y nacionalistas. Desde este enfoque de dos bloques, en el que uno no reconoce legitimidad al otro, los puentes entre el Gobierno y la oposición no quedan dañados de mantera temporal, sino de forma permanente en tanto no se produzca un fracaso del «sanchismo» en las urnas que obligue al PSOE a revisar su estrategia e incluso a valorar la posibilidad de cambiar también de liderazgo.

El choque en el Senado se resume en un jefe de la oposición que acusa al presidente del Gobierno de incumplir todas sus promesas electorales y aplicar el manual del independentismo, y un presidente del Gobierno que le acusa de formar parte de una alianza con el Poder Judicial para tumbar al Gobierno de coalición, que es el único que, según Moncloa, está del lado de la democracia.

En paralelo, Moncloa ha puesto en marcha una campaña de desprestigio del jefe de la oposición en el ámbito político, económico e institucional. Los portavoces de Sánchez aprovechan el ámbito privado para dar forma a una caricatura del líder popular dirigida a borrar su imagen de gestor, moderado y con el aval de las cuatro mayorías absolutas que consiguió en Galicia.

Ante la opinión pública el mantra es que Feijóo no es demócrata; ante el poder económico, el mantra oficial es que es un extremista y que no está preparado, a pesar de su experiencia en el gobierno de la Xunta de Galicia, para asumir el Gobierno de España.

La división y la tensión que existe en las principales instituciones no se rebajará porque a la estrategia de Moncloa le interesa, posiblemente más que a la del PP, que se mantenga. Por eso, en medios socialistas aseguran que 2023 va a ser un año «de infierno» en el que dan por descontado que Sánchez hará «todo lo que pueda hacer para conseguir su objetivo».

La escalada vertiginosa de tensión política e institucional irá a más en los próximos meses, y en el PSOE hay incluso quien advierte de que el choque en el Constitucional forma parte de la hoja de ruta diseñada en Moncloa para recuperarse y dar un empujón al partido en las encuestas.

La polarización y el discurso de confrontación descoloca a la derecha y ayuda a resurgir a Vox. Y aquello de que hay un complot de la derecha judicial, política y mediática contra la soberanía popular será una de las ideas centrales de la próxima campaña electoral.

Tanto en las estructuras del PSOE como del PP preocupa el coste que esta choque deja en las instituciones, irreversible, en algunos casos, por el descrédito que provoca en la imagen de la opinión pública sobre las mismas.

Pero en año electoral no hay línea roja que se respete y de aquí a mayo seguirá engordando el discurso de que lo que la izquierda tiene enfrente es una alianza política y judicial heredera del Tejero que protagonizó el golpe de Estado en el Congreso.

Este esquema deja muy poco margen al PP para salirse del guion que quiere imponer Moncloa y que exige que vaya a más el enardecimiento del electorado más militante. «Están tensionando tanto la cuerda que cuando se quieran dar cuenta se les puede romper por algún sitio», reflexiona un ex ministro socialista.

Pero ya no hay marcha atrás. Feijóo es, a su vez, rehén de la estrategia que marcó Pablo Casado al imponer un bloqueo de la renovación judicial desde el inicio de la Legislatura, y lo que tiene delante es un presidente del Gobierno que, como le definen en su partido, «va a ejercer de pirómano porque se siente mucho más cómodo ahí que actuando como bombero».

La imagen que ayer dejó el Senado es fiel reflejo de lo que traerá 2023. Sánchez echó más leña al fuego sin responder a las preguntas de Feijóo sobre la consulta, la derogación de la sedición y la rebaja de la malversación. El líder socialista sí jaleó supuestos insultos de Feijóo que no se escucharon y actuó más como oposición de la oposición que como presidente del Gobierno. El cordón sanitario al PP se visualizará expresamente durante el semestre de Presidencia europeo.