Pedro Sánchez

Indigestión

Sánchez nos llama derrochólicos mientras usa el Falcon para ir de concierto

Un plan anticrisis que no conlleve una reducción del gasto público, sobre todo en publicidad, ¿qué credibilidad tiene?, a no ser, que la Charo, estancada en los años 60 y que «está un poquito hasta el coño de hacerlo todo», en palabras de la ministra Belarra, con su acto de rebeldía el día de Nochebuena, sea una medida choque que nos vaya a mejorar nuestra renta per cápita familiar. O que nos tilden a los españoles de derrochólicos, cuando no hacemos otra cosa que intentar cuadrar los gastos con los ingresos, y que, por algo ha crecido un 47% la venta de ropa de abrigo en el mes de septiembre, mientras el presidente y su mujer usan el Falcon y el Súper Puma para asistir al concierto de Serrat, ¿quién es el derrochólico?

Es una propaganda casposa, insultante e irreal que no ayuda, más bien empeora, la credibilidad del Gobierno. Es un engañabobos dirigido a una población que no tiene nada de boba, conocedora de que somos la única gran potencia de la OCDE que aún no ha alcanzado los niveles de PIB previos a la pandemia. Una sociedad que ha visto a Sánchez hacer bandera con la anticorrupción y más tarde aprobar indultos, eliminar la sedición y rebajar las penas por malversación.

Una sociedad que ha visto al Gobierno estar en contra de reducir el precio de los carburantes, la energía y bajar el IVA de la cesta de la compra, por ser una propuesta de la derecha, a hacerlo a regañadientes porque entramos en un año electoral. A Churchill se le atribuye la frase: «A lo largo de mi vida a menudo he tenido que comerme mis palabras, y debo confesar que siempre me ha parecido una dieta sana». Si Sánchez tuviera que comérselas tendría que darse tal atracón que moriría por indigestión.