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Ministerio de Defensa

30 años de la mujer en las Fuerzas Armadas: «En el Ejército importan los méritos y la persona, no el sexo»

La comandante Mañas es la primera mujer al mando de una unidad del Ejército del Aire

La comandante Pilar Mañas, con uno de los aviones Boeing ya jubilados, en la madrileña base aérea de Torrejón de Ardoz / Foto: Cipriano Pastrano
La comandante Pilar Mañas, con uno de los aviones Boeing ya jubilados, en la madrileña base aérea de Torrejón de Ardoz / Foto: Cipriano Pastranolarazon

La comandante Mañas es la primera mujer al mando de una unidad del Ejército del Aire.

«Una vez fui a un colegio a hacer un experimento con niños. Su profesora les pidió que describiesen a un médico o a un militar. Ellos idealizaron al último como un hombre, alto y con barba, al que llamaron Javier. Cuando me vieron no se lo creían: me preguntaron si era azafata». Con esa experiencia, narrada fuera de cámaras entre risas, se puede resumir la charla con Pilar Mañas, primera mujer al cargo de una unidad en el Ejército del Aire y luchadora empedernida en demostrar que el género no es motivo de exclusión en un sector abiertamente masculino. Desde agosto del año pasado, Pilar asume la jefatura de la Escuadrilla de Circulación Aérea Operativa (ECAO).

El 22 de febrero de 1988 el Gobierno publicó el Real Decreto que permitía ingresar a las mujeres en la milicia, pero no fue hasta septiembre cuando se produjo la primera entrada. Lo que un día consiguió una persona de manera estoica ahora ya lo han normalizado otras 15.285. A pesar de que hoy en día parezca algo más común, la sociedad no lo acaba de asimilar, menos aún cuando Pilar ingresó en el Ejército: «Fuimos las primeras. En su día chocaba: no faltaba el típico comentario de una madre que se sorprendía cuando la mía le contaba que yo iba a ir a la Academia General del Aire».

Sobre el machismo, la comandante afirma que «como tal, en general, aquí no lo hay». «Este es un sector muy igualitario; aquí no hay brecha salarial entre hombres y mujeres, sino que funciona por cargo; existe un observatorio contra la violencia de género... Están muy pendientes». Aun así, Pilar sabe que esta situación está a la orden del día a nivel social y que el mantra se extiende irrefrenablemente a muchos sectores, uno de ellos el Ejército: «Estás en el punto de mira y hay hombres en mi posición que no lo están tanto. Si hago algo mal se ve más porque soy la excepción. Es una muestra de la sociedad: es muy difícil que en una organización tan grande no exista, y lo hay porque está generalizado a nivel social».

Desde el año 2016, las Fuerzas Armadas cuentan con una serie de Unidades de Protección frente al Acoso, cuya labor es prevenir la toxicidad y potenciar la «tolerancia cero». En dos años de vida, la unidad ya ha atendido 130 llamadas que han derivado en 46 denuncias. Aunque Pilar no las haya sufrido, sí sabe de su existencia: «Tu día a día no deja de ser un reflejo de la sociedad: aquí también hay machistas, pero hay que normalizarlo para luchar contra ello. Esa persona va a seguir siendo igual en el Ejército o en otro trabajo». Resulta especialmente sorprendente que la comandante recuerde sus primeros pasos como tiempos más respetuosos, que no menos machistas: «En ciertos aspectos de la sociedad vamos hacia atrás. Era más la expectativa lo que llevaba a una sorpresa y un respeto mayor. Los hombres, muchas veces, tenían la deferencia de dejarnos pasar a pesar de ser de un rango más bajo. Esas cosas se corrigen, se normalizan y fin», afirma Pilar.

Desde el año 2006, el porcentaje de mujeres integradas en el Ejército se ha quedado estancado: en 12 años, este número sólo se ha incrementado en un 0,7%. Tras ser preguntada por ello, Pilar responde: «Es una cuestión social. No es que la institución sea mejor o peor: ha avanzado muchísimo y se han mejorado procedimientos, pero tiene que haber vocación, independientemente del sexo». Sobre cómo incentivar la entrada de mujeres a las Fuerzas Armadas, Pilar no duda: «No entiendo que se haga más atractivo: entiendo que seamos iguales y que la que quiera entrar, entre, y la que no, no. Ya en su momento Defensa baremó las necesidades mínimas y se justificaron: se piden unas aptitudes por las situaciones puntuales que pueden suceder [...] En una evacuación vas a tener que correr, y pobre de ti si no es así».

Ante la pregunta de si considera posible que una mujer llegue a convertirse en Jefa de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), algo inédito, ella bromea: «Por supuestísimo. Nosotras somos biológicamente... diferentes (risas)». Nada enmascara la realidad que hay tras el Ejército, esa que dibuja un personal ampliamente masculino pero que brega por la inclusividad. Al final, y citando a Pilar, «que el que esté es porque lo cumple y porque da el nivel. No puede ser una estadística más».