Francia

300 años a vueltas con el Peñón

A una protesta de Reino Unido por la «intromisión» española en sus «aguas», siguió la respuesta española: Gibraltar no tiene «aguas» y la soberanía de todo el perímetro que rodea a la Roca es española.
A una protesta de Reino Unido por la «intromisión» española en sus «aguas», siguió la respuesta española: Gibraltar no tiene «aguas» y la soberanía de todo el perímetro que rodea a la Roca es española.larazon

Gibraltar trata todavía de imponer su soberanía en unas aguas que la Corona española cedió según el Tratado de Utrecht firmado en 1713.

MADRID- La efeméride llega en uno de los momentos más agrios del centenario contencioso y la jornada de ayer fue un ejemplo perfecto del tira y afloja de los últimos meses. A una protesta de Reino Unido por la «intromisión» española en sus «aguas», siguió la respuesta española: Gibraltar no tiene «aguas» y la soberanía de todo el perímetro que rodea a la Roca es española. España sostiene que según el Tratado de Utrecht de 1713, la Corona cedió a la Reina de Inglaterra «la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar juntamente con su puerto, defensa y fortalezas que le pertenecen». Pero nada de aguas, salvo las que bañan al puerto.

Tres siglos después, el punto de fricción sigue intacto. A finales del mes de marzo de 2012, el recién estrenado Gobierno de Fabián Picardo puso en marcha una campaña sistemática de acoso a los pescadores de La Línea de la Concepción y Algeciras que faenan allí desde hace décadas. El motivo esgrimido por Picardo, la ilegalidad de las artes españolas, aún no se ha resuelto, pero bajo este argumento subyace la eterna disputa marítima. En el fuego cruzado han estado las cofradías, que estiman las pérdidas en más de un millón y medio de euros. A la dificultad de echar las redes en la bocana del puerto gibraltareño se han añadido meses de mal tiempo y una regulación, en este caso española, de horarios que los pescadores no aciertan a comprender. Según Leoncio Fernández, patrón mayor de la cofradía de La Línea, «este año ha sido horrible, no hemos conocido nada igual. Yo ya debo cerca de 6.000 euros sólo de cuotas a la Seguridad Social. El acoso de las patrulleras llanitas nos ha quitado mucho, cerca de un 50%. Luego el mal tiempo y la veda nos han matado».

Lo cierto es que ni él ni ninguno de los miembros del sector consultados por este periódico espera mucho del Gobierno del otro lado de la Verja. El mismo Picardo ha dicho que este mes de abril dará a conocer la nueva legislación que determinará con qué se puede pescar, pero lo más probable es que el asunto acabe en una prohibición expresa que exija la solicitud de licencias para faenar. Por el momento, el Ministerio de Agricultura se ha comprometido a «estudiar» la concesión de ayudas directas a las embarcaciones que se queden paradas a causa del hostigamiento gibraltareño.

Esta misma semana, el presidente del Gobierno ha recibido a su homólogo británico, David Cameron, por primera vez en La Moncloa. Según fuentes diplomáticas, el asunto gibraltareño estuvo muy lejos de marcar la agenda. El caldo gordo lo dejan en manos de los ministros de Exteriores de ambos países porque, 300 años después, el contencioso sigue escociendo y nadie desea que contamine las relaciones bilaterales en pleno siglo XXI.

El acuerdo impedía «a judíos y moros habitar en la ciudad»

El artículo X del Tratado de Utrecht, que Luis XIV firmó en nombre de su nieto Felipe V, hace referencia a la cesión del Peñón los británicos, pero sobre todo, puso fin a la Guerra de Secesión y supuso la llegada a la Corona española del primer Borbón. Francia e Inglaterra firmaron su paz y España perdió, además de la estratégica Roca, la isla de Menorca, que no recuperaríamos hasta principios del siglo XIX. Aquel tratado obligaba a la Reina inglesa, entre otras cosas, a «no permitir por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la ciudad». Felipe V perdió la oportunidad de recuperar el Peñón dos años después a cambio de entregar su parte de La Española, lo que hoy es República Dominicana.