
El Peñón
Los 40 "olvidados" del acuerdo de Gibraltar
Con la desaparición de la Verja también se va a evaporar el puesto de los que gestionan la aduana de mercancías

Ángel Paublete tiene 63 años y, en teoría, podría jubilarse a partir de marzo de 2027. Sin embargo, después de más de 40 años en el mismo puesto a solo unos metros de la Verja de Gibraltar, aún no sabe dónde pasará el año y medio que le queda por delante. Él es uno de los 40 trabajadores de siete empresas distintas que se dedican a gestionar el paso de mercancías al Peñón ejerciendo de filtro para la Administración. La desaparición de la aduana física en virtud del acuerdo al que se llegó en junio entre la UE y Reino Unido ha dejado, al menos de momento, su desempeño profesional en el aire.
Paublete es el veterano de todos ellos y casi una institución en La Línea. Todo el mundo lo conoce. Fue el primero en llegar a este trabajo en febrero de 1985 cuando se reabrió el paso de mercancías tras la reapertura peatonal de la Verja por el entonces presidente, Felipe González, en 1982 tras quince años cerrada a cal y canto.
En conversación con LA RAZÓN a través del teléfono, recuerda que «antes los documentos se hacían a máquina y se llevaban físicamente a firmar a los actuarios (funcionarios de aduana). Ahora todo es telemático». Estas empresas privadas que se dedican a documentar la mercancía para facilitar la labor de los oficiales dan fe, sobre todo, de lo que entra a Gibraltar. La Roca, como la llaman los británicos, apenas produce nada en una superficie que casi no llega a los seis kilómetros cuadrados. Todo lo tiene que importar a excepción de la basura y algunas exportaciones temporales.
Desde que Paublete empezara en esto la cosa ha cambiado mucho. «Antes se cumplimentaba el papeleo con la factura comercial o la documentación necesaria, se pasaban por inspecciones (como la fitosanitaria), y se entregaban a los funcionarios en la aduana. Teníamos más contacto directo con ellos, incluso nuestras oficinas estaban allí. Luego nos obligaron a salir del recinto y trabajar desde fuera, pero vamos, nuestras oficinas están a 100 metros».
Una frontera «peculiar»
En estos 40 años, nuestro interlocutor ha visto de todo en una de las fronteras más especiales del mundo. «Es que es una aduana muy especial, muy doméstica. Aquí no se planifica tanto. Hay empresas que por la mañana deciden enviar material y ya está. No es como en puertos grandes donde todo se organiza con tiempo». Es tan peculiar que algunos ni se dan cuenta de que existe: «Más que mercancías extrañas, lo más común siempre han sido esos errores de transportistas que no saben que tienen que declarar.
La línea con Gibraltar está tan integrada que muchos no son conscientes. Hace poco, un transportista que venía desde Portugal con flores artificiales decidió pasar a Gibraltar por curiosidad. No iba a entregar nada allí, pero cruzó con su furgoneta. Él llevaba factura para un comercio de La Línea, no de Gibraltar, pero se metió con toda la mercancía dentro. Quedó atrapado allí el fin de semana entero hasta que se solucionó».
En cuanto se levantó el veto a las mercancías, allí empezaron a entrar productos de primera necesidad. «Al principio, lo que más se movía era material de construcción. Gibraltar estaba hecho un desastre y necesitaba renovarse. También había que inspeccionar alimentos. No teníamos puesto de inspección, así que teníamos que mandar documentación a Algeciras y esperar a que viniera un inspector. Eso retrasaba todo».
La preocupación de Ángel por lo que pueda pasar no es de ahora. Tras el triunfo del Brexit empezó la comedura de cabeza, que alcanzó su cénit en 2020. «Nosotros hemos sido siempre bastante invisibles. Incluso los empresarios han estado confiados. Cuando el 31 de diciembre de 2020 se anunció el acuerdo para eliminar la Verja y permitir la libre circulación de viajeros, a mí me pilló preparando la Nochevieja. Y pensé: ‘‘Nos vamos a la calle’’. Si esto entra en Schengen, aquí no hay medio Schengen que valga».
Paublete insiste en que el acuerdo de Bruselas ni siquiera los menciona. «En algún momento en estos cinco años se habló de fondos de cohesión, parecidos a los que hubo cuando cerraron la central térmica. Pero desde entonces ha habido más de 200 Consejos de Ministros y no se ha planteado nada concreto. No hay una línea en el documento que hable de nosotros».
En la Coordinadora de Trabajadores de Puertos Andaluces creen que hace falta «voluntad política». En declaraciones a este periódico, aseguran que «muchas de estas empresas tienen centros en Algeciras, así que podrían recolocar a estos trabajadores allí. Pero necesitamos que las administraciones apoyen con bonificaciones».
Paublete confiesa que le dará pena cuando la Verja desaparezca: «Son más de 40 años, supongo que lo tirarán todo abajo porque las edificaciones en las que estamos nosotros son prefabricadas. Querrán mostrar al país que han cumplido. Pero para los que hemos trabajado aquí toda la vida, es una despedida dura».
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