Mossos d'Esquadra
700 euros en «B» por los espionajes a políticos
Los reclutados debían «hacer valer su credencial de Policía de la Generalitat y su arma reglamentaria».
Los reclutados debían «hacer valer su credencial de Policía de la Generalitat y su arma reglamentaria».
La documentación de los Mossos salvada in extremis por la Policia Nacional poco antes de ser incinerada desvela un panorama de abusos de poder, violaciones sistemáticas de la legalidad y espionaje político que parecen más propios de un Estado totalitario que del gobierno regional de un país miembro de la Unión Europea.
En uno de estos documentos se recogía la declaración de un mosso que denunció a sus superior los intentos de un presunto reclutador del Cesicat –el embrión de lo que tras la declaración de independencia serían los servicios de inteligencia de la Generalitat– por enrolarle en la red que esta organización puso en marcha para espiar a políticos y periodistas no afines al secesionismo con el fin de recabar información con la que posteriormente se pensaba presionarles llegado el momento oportuno.
El mosso denunciante del intento de reclutamiento puso en conocimiento de sus superiores en la Comisaria General de Información de la policía autonómica, en octubre de 2014, que recientemente cierta persona que se hacía llamar Xavier Termens, presentándole un documento acreditativo al parecer auténtico del Cesicat, le había ofrecido la posibilidad de enrolarse en el «CNI catalán».
Termens dijo llevar dos años reclutando agentes de los Mossos para el Cesicat y que llevaban tiempo observando y estudiando al denunciante. Demostró conocer datos sobre su vida y familia que no estaban publicados y afirmó que le contactaba a raíz de «una mala experiencia profesional que había tenido el denunciante en la Comisaría de Les Corts al mostrar su desacuerdo ante ciertas actuaciones». Si quería trabajar para ellos debía firmar un contrato y una cláusula de confidencialidad. Se le ofrecieron «alrededor de 700 euros en dinero no declarado» y un número de teléfono de contacto en el que los servicios jurídicos de la Generalitat le respaldarían «si tenía cualquier problema». El reclutador ofreció además en bolígrafo marca «Parker» al mosso diciéndole que era un regalo de un superior de la policía autonómica que formaba parte del Cesicat y que tenía mucho interés en que formase parte del grupo.
La parte más inquietante de la entrevista fue cuando el presunto reclutador le dijo que ya había tenido contactos con otros mossos que se habían asustado cuando escucharon la propuesta. Termens le dijo al respecto que «valía más la pena tenerlo como amigo que como enemigo». Días después de la entrevista, el agente denunciante recibió una llamada del presunto reclutador que le preguntó por qué no le había informado de que hacía deporte en determinado gimnasio. El agente llamó a su gimnasio y efectivamente le confirmaron que «un hombre» había pedido información sobre él. El mosso, «frente al grado de conocimiento que Termens tenía sobre él, se sintió amenazado, ya que temía que estas personas o grupo le pudieran perjudicar verdaderamente». Esto le llevó a grabar sus sucesivas entrevistas con el reclutador, que le informó de que recibiría un curso de formación para realizar su labor: «Seguimientos a políticos, buscar información mediante sus herramientas informáticas, hacer escuchas telefónicas a políticos y otras personas de interés que tengan la posibilidad de perjudicar los intereses de la Generalitat de Cataluña».
En un momento dado, el reclutador mostró sus dudas sobre que el mosso pudiera realizar bien su cometido en el Cesicat porque «era demasiado bueno» y a veces «había que utilizar la violencia para conseguir información, haciendo referencia al uso de torturas como la de poner una toalla empapada de agua en la boca de una persona y continuar echando líquido para atragantarlo».
Según el testimonio del agente de la policía autonómica a sus superiores, el reclutador «se mostró seguro en todo lo que decía y hacía y mantuvo un comportamiento firme y en ocasiones amenazante».
En un momento determinado del proceso de captación, que iba siendo grabado por motivos de seguridad personal por el mosso, el reclutador le ofreció un llavero en forma de cartucho asegurándole que todos los que formaban parte de su grupo dentro del Cesicat tenían un llavero igual. También le fue enseñada una «defensa negra extensible similar a las que llevan los agentes de policía de paisano», asegurándole que «si se integraba al servicio se le dotaría de este material».
Uno de los puntos que Termens le dejó claro durante el proceso de reclutamiento es que para desarrollar su cometido para Cesicat era necesario que siguiera trabajando como Mosso d' Esquadra y que «debería hacer valer su credencial de Policía de la Generalitat de Catalunya y su arma reglamentaria». Termens le enseñó finalmente el contrato con el Cesicat en el que aparecían los logotipos de la Generalitat de Catalunya, el Departamento de Interior y el propio Cesicat. Y le dio un nuevo inquietante aviso al recordarle el caso de un mosso que no quiso colaborar con él y que «como represalia ahora estaba fuera del cuerpo». Para evitar más presiones, el agente se vio obligado a cambiar de móvil y borrar todos sus perfiles on line.
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