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90 días sin Iglesias: seis amenazas y sólo una baza

La baja de su líder, la vuelta de Montero y el temor a caer el 26-M marcarán el año en el que Podemos cumple un lustro

El líder de Podemos, Pablo Iglesias / Efe
El líder de Podemos, Pablo Iglesias / Efelarazon

La baja de su líder, la vuelta de Montero y el temor a caer el 26-M marcarán el año en el que Podemos cumple un lustro.

En 2019 Podemos vuelve a su casilla de salida: las elecciones europeas. Las de 2014 fueron su primer test ante la ciudadanía y los de Pablo Iglesias dieron la sorpresa con 1,2 millones de votos. En este lustro, han tenido tiempo de acceder al gobierno de las grandes ciudades y de ser clave en el «desalojo» de Rajoy pero también de desgarrarse en guerras internas y de renunciar a sus postulados originales.

Con esta mochila a las espaldas, encaran el horizonte del año nuevo con seis e incógnitas y una esperanza. Y con toda la maquinaria orientada al 26-M: «Nuestra consigna es seguir avanzando, conseguir más ayuntamientos del cambio y liderar o ser parte de gobiernos regionales», reconocen desde la formación. La primera de esas sombras es, precisamente, la perspectiva a la baja en la que insisten para ellos las encuestas. Si a nivel nacional, el consenso demoscópico les relega al cuarto lugar, las impresiones, en principio optimistas, han variado también en los últimos meses de cara a revalidar el bastón de mando de algunas de sus Alcaldías. La irrupción de Vox, aseguran, ha hecho saltar el equilibrio entre bloques. Ni siquiera el Madrid de Carmena –con Vox sobre el tablero de Cibeles y Begoña Villacís al alza en los sondeos internos– parece asegurado. El segundo de los fantasmas es fruto del análisis de las elecciones andaluzas. El núcleo duro de Iglesias concibió estos comicios como el primer ensayo para comprobar si las medidas sociales arrancadas al Gobierno de Sánchez en el acuerdo presupuestario –subida del Salario Mínimo, revalorización de pensiones y bajada en la factura de la luz– tenían o no repercusión en las urnas. El retroceso de casi 300.000 votos de su marca andaluza ha disparado el temor a que, en las municipales y autonómicas de mayo, se repita el escenario. Las dudas crecientes sobre la conveniencia de concurrir de la mano de IU –voces muy influyentes en la estrategia de Iglesias han comenzado a aconsejar soltar el lastre que representa Alberto Garzón–, el desgaste por el discurso en Cataluña
–incluida la foto en Lledoners– y la erosión interna de las primarias convocadas sobre la marcha son otras tres de esas sombras.

Aunque la que más preocupa es, sin duda, la ausencia de Iglesias durante los próximos tres meses. De baja por paternidad, su retiro será compensado con el regreso de Irene Montero. Su anterior periodo de baja permitió dar visibilidad a Ione Belarra y Noelia Vera, con gancho entre las bases, especialmente los más jóvenes y las mujeres. Así las cosas, Podemos fía buena parte de lo que ocurra en 2019 a una baza: «Nuestro patrimonio es nuestra palabra», asegura un diputado. «Cuando la gente note en el día a día que sube su pensión o que tiene un sueldo menos precario valorarán qué partido luchó por conseguirlo. Cuando disfruten de un permiso de paternidad con más semanas, se acordarán de qué líder dio ejemplo», añade. Es la carta que el partido pretende explotar en estos meses y que sus líderes ya han bautizado como «las cosas de comer».