El PP acusa al PSOE de "retorcer" el Reglamento por anular un "sí" de Junts a Feijóo

La segunda vuelta de la votación para investir al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno, a pesar de que fue fallida estuvo envuelta en la polémica y vivió unos minutos de tensión.

Los diputados eran llamados a votar por asentimiento y de viva voz para dar su «sí», «no» o «abstención», pero cuando el diputado de Junts, Eduard Pujol, pronunciaba un «sí» que fue ratificado por la secretaria de la Mesa, las bancadas comenzaron a reír. En ese momento el diputado se dio cuenta de su «error» y dijo «no» sentado, sin pedir la palabra, ni derecho a rectificar; asumiendo lo que ya había ocurrido: le había dado un «sí» a Feijóo y él mismo, comenzó a reír.

Este hecho obligó a la Mesa de la Cámara a deliberar para ver si contabilizaba como un «sí» o un «no» esa votación. Finalmente, la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, decidió que el voto del diputado de Junts era «nulo», un hecho que sienta precedentes y que nunca se había producido en la Cámara con anterioridad lo que provocó la «indignación» de la bancada popular que reclamaban respeto institucional.

El Grupo Popular advirtió de que la presidenta de la Mesa, una vez más, estaba incurriendo en una decisión «arbitraria». Y es que, en el momento en el que se produjo la votación y cuando el órgano de gobierno del Congreso se disponía acordar cómo quedaba constatado ese voto –que no iba a investir a Feijóo en presidente porque no era imprescindible, pero sí podía sentar un precedente– el vicepresidente de la Cámara, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE) recibió un mensaje –que provenía presumiblemente de Sánchez, según algunas fuentes– y se levantó automáticamente a «presionar» a uno de los letrados de la Cámara algo que denunciaron los diputados populares.

Los servicios jurídicos del Congreso consideraban que se podían dar las tres acepciones, aceptar el «sí» inicial, la rectificación o anularlo, según apuntó el secretario de la Mesa, Gerardo Pisarello (Sumar). Sin embargo, los letrados habían trasladado que el papel del secretario o secretaria de la Mesa era el de ratificar el voto de los diputados y de Junts ya había pronunciado el «sí» y la consiguiente ratificación de la secretaria de la Mesa. Además, mientras se debatía qué hacer, en ningún caso se consultó al diputado de Junts.

Los diputados del PSOE, con posterioridad, trataban de lanzar el mensaje de que había un turno de «treinta segundos» para corregir el sentido del voto algo que no figura en el Reglamento.

Mientras, desde la presidencia de la Mesa se indicaba que había que optar por la «buena fe» o que «daban por hecho» que, como ya había ocurrido en la votación de la primera vuelta, había opción a rectificar. Sin embargo el reglamento de la Cámara es ley y no se puede dar por hecho por lo que abundaban en que, tal vez, sería necesario «clarificarlo en el texto» para próximas votaciones. Pero el caso del diputado del PSOE de Teruel en la votación del miércoles no era igual ya que se había pronunciado mal su nombre y la secretaria le advirtió del error con un "¿perdona?".

Los populares apelan a «preservar el derecho parlamentario» y «aplicar el derecho vigente» y acusan a la presidenta de la Cámara de tomar por decisiones partidistas o personalistas. La realidad es que no existe un precedente similar en el que un «sí» haya sido considerado nulo por lo que los representantes del PP de la Mesa pidieron a Armengol que quedara constancia de que era una decisión de ella.

La polémica no es menor porque está en juego una hipotética investidura de Pedro Sánchez en la que por un «error» de un solo voto de Junts, o del diputado que sea pueda tumbarla. Y, de momento, los socialistas no quieren ni les conviene tener problemas con Junts.

Los populares podrían presentar recursos e incluso podría llegar pero por ahora no quieren que se pierda el foco de la investidura que ha tenido lugar en el que Alberto Núñez Feijóo ha dejado claro cuál es su programa, y cuál es la alternativa que hay tras no haber salido investido.