Opinión

El consejo que Podemos no quiere escuchar

Ione Belarra demostró ayer conocer a su jefe, al agitar el único mandamiento inamovible del manual de resistencia de Pedro Sánchez: las urnas

MADRID, 12/03/2023.-La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, participa en el acto 'Vivir, no sobrevivir. La vivienda es un derecho" este domingo en Madrid. EFE/ Víctor Lerena
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, participa en el acto 'Vivir, no sobrevivir. La vivienda es un derecho"VÍCTOR LERENAAgencia EFE

Debe de haber razones muy poderosas que expliquen la permanencia de Podemos en el Gobierno de coalición a estas alturas del partido. Entiendo las del PSOE. Pedro Sánchez necesita la muleta morada para llegar con vida a diciembre, que, para entonces, hayan florecido los brotes del riego intensivo de dinero público con el que está tratando de comprar voluntades a discreción y poder reeditar así la aritmética que le llevó a Moncloa de la mano de golpistas, Bildu y el neocomunismo «cuqui» de Yolanda Díaz. No alcanzo, sin embargo, a comprender los motivos de los de Ione Belarra para apalancarse en los sillones de un Gobierno en el que, de facto, ya no están. Más allá de lo crematístico, eso sí. Porque en el análisis estratégico de Podemos como marca a la deriva, debemos abstraernos, aunque quizá esto sea pedir demasiado, de los 80.000 euros que percibe al año cada ministra, de los 123.000 que, por ejemplo, ingresa la secretaria de Estado de Igualdad y de la nutrida nómina de cargos y asesores que de la noche a la mañana se verían en la calle.

La fotografía no puede ser más desalentadora para los ex agitadores de Somosaguas reconvertidos en casta tras cuatro años de moqueta y Ritz: llegar al poder para demoler el «régimen» y acabar convertidos en el felpudo del presidente más autoritario de la España democrática. Ni siquiera su ley estrella, la que iba a otorgar por fin todos los derechos arrebatados a las mujeres españolas durante décadas, llevará la firma de Podemos. Ayer Ione Belarra pedía a Sánchez que aprobara la Ley de Vivienda por «electoralismo». Al menos, la ministra morada demostró con ello conocer a su jefe, al agitar el único mandamiento inamovible de su manual de resistencia: las urnas. Pero falla la líder de Podemos cuando no se aplica el consejo en primera persona. Debe, por puro electoralismo, pensar ya en cómo salvar las muebles. Amarrarse al sillón es el camino más corto para acabar engullida por la misma trituradora que acabó, sin despeinarse, con Pablo Iglesias.