Relevo en el PP

Coronar al líder del PP por 3.500 votos

El poder territorial demanda a los candidatos a liderar el PP el cierre de filas si alguno se impone por ese número de apoyos. Génova mantiene el temor a que después de la primera vuelta siga vivo un pulso a dos que fracture al partido

María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría se saludaban ayer, en el Congreso de los Diputados / Luis Díaz
María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría se saludaban ayer, en el Congreso de los Diputados / Luis Díazlarazon

El poder territorial demanda a los candidatos a liderar el PP el cierre de filas si alguno se impone por ese número de apoyos. Génova mantiene el temor a que después de la primera vuelta siga vivo un pulso a dos que fracture al partido.

Llegó el día «D». La campaña para elegir al nuevo líder del PP puso ayer su punto final con tal agotamiento de las bases por la tensión interna que ha generado este proceso que antes de que la militancia vote desde el poder territorial ya han ido trasladando la exigencia de que se cierre filas con el vencedor aunque la diferencia no sea por goleada. La jornada de hoy está presidida por el temor a la ruptura y por la sensación de «ruleta rusa» que sigue existiendo incluso entre quienes se han «pateado» durante estos días el partido en busca de apoyos para su candidatura.

El aparato orgánico del PP ha comprobado durante la campaña el desconcierto entre sus bases ante un procedimiento que nunca pensaron que llegaría a aplicarse sin que antes hubiera una organización previa de la sucesión. «Los militantes están educados en una cultura de partido disciplinado y ordenado, y les incomoda en general el ruido de peleas internas y de luchas por el poder», explica un veterano dirigente que ha ejercido responsabilidades en el área de Organización tanto en la etapa de José María Aznar como de Mariano Rajoy.

Este clima es el que explica que el poder territorial prime en líneas generales por encima de sus intereses y afinidades personales la demanda de que una vez que voten hoy los afiliados, baste con que haya una lista que se imponga sobre la segunda por una diferencia de más 3.500 votos para que tengan «la altura de miras» necesaria para tejer una candidatura de unidad sobre ese liderazgo. El censo de afiliados inscritos no llega al ocho por ciento, y en las «primarias» autonómicas hubo una media del diez por ciento de inscritos que no llegó a votar. Estamos hablando de que lo previsible es que los votantes estén por debajo de los 66.706 que tienen oficialmente derecho a elegir al sucesor de Rajoy, y en el PP ven con pánico que después de esta primera vuelta siga quedando vivo un pulso ya a dos, aunque así lo establezcan los Estatutos, que lleve a la fractura del Congreso.

Por eso de manera preventiva la presión territorial se ha puesto en marcha para evitar un escenario en el que el Congreso del 20 y 21 de julio pudiera tener en sus manos la posibilidad de rectificar la elección de los afiliados. El problema es que aunque todos los candidatos han apelado en estas últimas horas al voto útil y a la unidad post-votación, la capacidad de aglutinar en una sola candidatura al primero y al segundo dependerá mucho del perfil de los elegidos, salvo que haya una distancia incuestionable entre los dos.

En público ha sido Pablo Casado el más crítico en la denuncia de las presuntas «zancadillas» que le han ido haciendo sus rivales por ser, ha alegado, el más rupturista y alejado del aparato del partido. Sus ataques se han visualizado más contra la ex secretaria general María Dolores de Cospedal, en buena parte porque la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha evitado en todo momento el cuerpo a cuerpo con sus rivales. Cada uno en estos días ha explotado un rol distinto ante la militancia. Cospedal se ha presentado como la dirigente de partido, la representante de los principios y de la ortodoxia. Santamaría ha optado por señalarse como el mejor cartel electoral, debido a que las encuestas la sitúan como favorita entre el electorado cercano al PP. Y Casado, como el más capacitado para liderar la renovación del partido y garantizar la unidad frente a la disputa entre Cospedal y Sáenz de Santamaría.

Todos aseguran que han percibido sensaciones muy favorables y que creen en su victoria. Pero en el PP el ambiente es de «confusión» e «incertidumbre». Los dirigentes territoriales que han tomado partido por algunos de los favoritos trasladan confianza en su victoria, pero se puede decir que nadie se pilla las manos apostando nada serio por ninguno de los aspirantes. Sí que es cierto que Cospedal, por ejemplo, ha hecho una campaña que ha servido para que dé la sensación de que está más fuerte al final que al principio por la imagen de estar arropada y ejerciendo de Secretaria General. Aquí la gran duda es ¿qué van a votar hoy los militantes? Qué variables son las que van a primar por encima de quién les pueda caer mejor o peor o de cuánto se identifiquen con su mensaje. La militancia no es el electorado.

El comité organizador del proceso ha pedido a los candidatos que eviten actos propagandísticos durante la jornada de votación. Durará de 9:30 a 20:30, y se celebrará en las sedes locales, provinciales y de distrito. Hay dos urnas, para que elijan a su precandidato favorito y a los compromisarios que les representarán en el Congreso Nacional. Sáenz de Santamaria y Casado votarán en Madrid. Mientras que Cospedal lo hará en Albacete.