Exteriores

La crisis con Argelia se enquista: del cierre en falso a la vuelta al punto de partida

Los empresarios lamentan la actitud «vergonzosa» del Gobierno tras 20 meses de veto de sus productos en el país norteafricano

Spanish Foreign Minister Jose Manuel Albares (L) attends a meeting with Morocco's Foreign Minister Nasser Bourita (R) at the Foreign Ministry building in Rabat, Morocco.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, con su homólogo Nasser Burita Jalal MorchidiAgencia EFE

Tres semanas después de la suspensión sine die de la visita del ministro de Exteriores José Manuel Albares a Argel, la información que, con cuentagotas, parte del hermético régimen militar en las últimas fechas no deja lugar a dudas: la crisis diplomática con España no sólo no se encuentra en vías de superación –como apuntaban una serie de esperanzadoras señales desde comienzos de año—, sino que vuelve a enquistarse.

Preparada con celo desde hace meses, la visita oficial con la que el jefe de la diplomacia española debió sellar, el pasado 12 de febrero, la normalización de las relaciones con el país norteafricano tras casi dos años de desencuentro diplomático se vio truncada en el último minuto –12 horas antes de dar comienzo– por discrepancias en torno a la cuestión que la había desencadenado: el posicionamiento español respecto al conflicto del Sáhara Occidental.

El apoyo del Gobierno español a las posiciones de Marruecos –un plan de autonomía bajo su soberanía– y consiguiente abandono de la posición neutral mantenida durante casi medio siglo por las diferentes administraciones españolas, plasmado en una misteriosa carta remitida por el presidente Pedro Sánchez al rey Mohamed VI, truncó las relaciones con Argelia, principal apoyo internacional del Frente Polisario –que Naciones Unidas sigue reconociendo como representante del pueblo saharaui en el conflicto por la soberanía de la ex colonia española.

Las discrepancias entre el Gobierno de Pedro Sánchez y las autoridades norteafricanas sobre la forma de abordar la cuestión en la frustrada visita de Albares –acabaron por echar por tierra una cita que Argel nunca anunció oficialmente. Las autoridades del régimen militar pretendían que el jefe de la diplomacia española aludiera a las propias declaraciones de Sánchez el pasado mes de septiembre ante la Asamblea de Naciones Unidas, en las que el presidente defendía una solución política «mutuamente aceptable» y en el marco de la Carta de la ONU, en una suerte de rectificación del apoyo explícito a Rabat. Albares no estaba dispuesto. La versión oficial del desencuentro y la cancelación de la visita fueron «motivos de agenda argelina».

Si la renuncia del Gobierno a rectificar su posición en el Sáhara Occidental enfrió el proceso de normalización con Argelia, la visita improvisada y exprés de Pedro Sánchez a Marruecos, con encuentro con Mohamed VI incluido, el pasado 21 de febrero ha acabado por echar por tierra el proceso. Sánchez no eludió la cuestión y volvió a expresar públicamente su apoyo a la propuesta de autonomía de Marruecos por estar planteada «sobre bases realistas». Un nuevo gesto que no pasó desapercibido en Argel, cuyos medios se hicieron amplio eco de las palabras del presidente del Gobierno.

Transcurridas casi tres semanas del plantón mutuo entre los dos gobiernos, la República argelina sigue sin haber dado explicaciones sobre la suspensión de la visita de Albares. Para conocer la posición oficial del régimen militar hay que rastrear la prensa, total o parcialmente controlada por las autoridades. El medio «Algérie Patriotique», afín a la cúpula militar, apuntaba el pasado 12 de febrero a las razones de la cancelación de la gira del jefe de la diplomacia española aludiendo a las discrepancias de fondo: «El Gobierno español parece dar dos pasos para adelante y dos para atrás en relación a la cuestión del Sáhara Occidental».

«Algérie Patriotique» dejaba constancia de que «Argelia evitó anunciar oficialmente el desplazamiento del jefe de la diplomacia española a Argel porque los preparativos estaban en curso», dando a entender que las diferencias entre ambas administraciones eran importantes –y fueron definitivas– aún en las vísperas de la frustrada visita.

Después de tres meses sin referirse a la crisis con Argelia, el pasado lunes el ministro español de Exteriores admitía el problema irresuelto con el país norteafricano al contestar cuatro preguntas formuladas por diputados del PP. Albares afirmaba que «resolverá cualquier diferencia» con «diálogo y diplomacia».

Los más perjudicados de la crisis diplomática son los empresarios españoles que mantenían hasta 2022 actividad exportadora e inversora habitual en el país norteafricano. En junio de 2022 el régimen decretó a través de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abef) el veto a las operaciones financieras con empresas de nuestro país. Suspendió entonces además el Tratado de Amistad vigente con España desde 2002, otra determinación que no ha sido revertida desde entonces. Después del prometedor arranque del año, con el levantamiento de las restricciones a los productos avícolas y la carne roja procedentes de España –la demanda es elevada en el mercado argelino, por lo que no es casual que Argel comenzara por este capítulo—, los empresarios españoles asumen que los acontecimientos de los últimos días han frustrado el proceso de normalización.

«Hemos pasado de Guatemala a Guatepeor. Nos habíamos animado con las expectativas, pero lo que ha ocurrido es un jarro de agua fría para nosotros. Las puertas que se habían visto se han cerrado. Mientras tanto, es vergonzoso que desde el Gobierno de España no se nos ofrezca ningún tipo de información. Nos dicen que no tienen nada que transmitirnos y hace muchos meses que desde el Ministerio rehusaron reunirse con nosotros», lamenta a LA RAZÓN el empresario Julio Lebrero, gerente de Aecomhel, una empresa aragonesa dedicada a la fabricación de maquinaria de obra pública, y presidente de la Asociación de Empresas Afectadas por la Crisis de Argelia (AECA).

«El problema es que a quienes nos está afectando todo esto es a pymes, no a las grandes empresas. Nos queda quemar el cartucho de la reclamación patrimonial al Estado. Y, cada vez más endeudadas como estamos, esperar. Al Gobierno el problema no le importa», relata el empresario aragonés. Desde la AECA se cifran las pérdidas anuales de las empresas españolas en Argelia en el entorno de los 4.000 millones de euros por año.