Opinión

Cuarenta y cuatro apoyos del terror

Sin el apoyo de EH Bildu a ETA no hubiese habido 50 años de terror

Otegi (EH Bildu) dice que no van a permitir que la derecha gobierne en Navarra
Otegi (EH Bildu) dice que no van a permitir que la derecha gobierne en NavarraEuropa Press

Cuarenta y cuatro. Se dice pronto. Cuatro más que los ladrones de Alí Babá son los condenados por su vinculación con ETA en las listas de EH Bildu. No son pocos, se necesitan los dedos de nueve manos para poder contarlos y solo sobraría uno. Cuarenta y cuatro personas que fueron, no hace tanto, una amenaza para la integridad física de otras personas y para nuestra democracia misma, son las que optan ahora a ocupar cargos públicos. Porque están en esas listas para las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo.

Será legal, no lo niego. Pero no es bonito. No lo es cuando todavía quedan casi cuatrocientos asesinatos sin resolver cometidos por la banda terrorista. Cuando sus herederos no han condenado aún, de manera explícita y sin reservas, el terrorismo de ETA, siempre aferrados a la filigrana sofista del lamentar el posible dolor causado (posible) vaya usted a saber por qué (por lo que fuera). Cuando siete de esos que ahora se presentan a las elecciones municipales y autonómicas participaron en atentados terroristas de la banda. En asesinatos, digámoslo sin eufemismos.

No deja de ser curioso que quienes defienden que este hecho sea un triunfo de la democracia, que dejar las armas les legitima para entrar en las instituciones, porque renunciaron a la violencia como herramienta para defender las ideas (como si el mérito estuviese en eso, en la renuncia, y la elección de hacer uso de ella no hubiese sido su responsabilidad y decisión), sean los mismos que sostienen sin rubor que pertenecer al principal partido de la oposición es añorar una dictadura. Que eso les hace indignos de representarnos, pese a nuestros votos y a que algunos ni siquiera hubiesen nacido entonces.

Los que piden olvido y perdón, porque hace ya mucho que ETA abandonó el terror (casi doce años) y no se puede estar mirando siempre atrás, son los mismos que sacan a Franco a pasear cada vez que conviene (48 años aquí no son nada) y piden precisamente, no solo que no se olvide, sino que se recuerde. Pero como ellos dicten. No me resisto a recordar que gracias a este Gobierno y su (impuesta) memoria democrática, los miembros de ETA perseguidos en democracia podrían ser considerados víctimas. Por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos. Y dos huevos duros.

Curiosísimo es que los que defienden el haber «normalizado que en la vida parlamentaria pueda haber acuerdos» (José Luis Rodríguez Zapatero dixit) sean los que pedían, exaltados y sobreactuados, un cordón sanitario para Vox y vaticinan calles en llamas si al PP se le ocurriese pactar con ellos para lograr una mayoría. Supongo que es mucho más grave, en su intachable escala de valores, desde su atalaya moral, pensar diferente a ellos que asesinar a inocentes en nombre de una ideología. Tan inocentes no serán. Que todos sufrieron en esto, dicen. Que todos fueron víctimas, en realidad. Y esa colectivización del dolor lo es también de la culpa. Como si la responsabilidad del puño fuera la misma que la de la nariz y a aquel le doliese lo mismo que a esta.

ETA fue derrotada, sí. Ya no existe. Afortunadamente. Pero existió. Y este blanqueamiento de un pasado terrorífico que supone el tratarles como si fueran una fuerza política más, una recién nacida y virginal que nada tuvo que ver con aquello, es miserable. Y es nuestra obligación recordar, y no dejar que se olvide, que EH Bildu apoyó el terrorismo de ETA. Y no solo eso: que sin ellos detrás, sin el apoyo de ese brazo político, difícilmente hubiese durando cincuenta años el terror.