ETA

David Urdin, el «limpiapistolas» de los zulos de ETA

El jefe de lo que queda de la banda, que se oculta en Francia, se encarga de borrar de las armas las huellas de los crímenes cometidos en España para evitar reabrir casos.

Imagen de archivo de la Policía francesa analiza armas levantando un zulo de ETA
Imagen de archivo de la Policía francesa analiza armas levantando un zulo de ETAlarazon

El jefe de lo que queda de la banda, que se oculta en Francia, se encarga de borrar de las armas las huellas de los crímenes cometidos en España para evitar reabrir casos.

ETA no ha tenido más remedio que reducir (por la acción de las FSE) su entramado en la clandestinidad a una decena de personas en Francia y algún país limítrofe, al frente del cual se encuentra el navarro David Urdin Pérez, un huido de la justicia al que se imputan diversos delitos de «kale borroka» y condenas por hacer apología de los presos. Una de sus misiones principales de este entramado es «limpiar» las armas que aún guarda la banda y que fueron utilizadas para cometer atentados en España, 300 de los cuales están aún sin esclarecer. Son las que no fueron entregadas en abril del año pasado en la «verbena» montada en Bayona para escenificar el «desarme total», que se ha demostrado falso con el zulo encontrado en Las Landas el pasado fin de año por un «buscador de tesoros» que llevaba un detector de metales. Las funciones de este entramado son también la de mantener el «sello» de la banda, la constancia de que existe una cosa que se llama ETA pero que ha sido derrotada operativamente por las Fuerzas de Seguridad del Estado españolas en estrecha colaboración con las francesas. Hasta el punto, que tal y como adelantó LA RAZÓN, ha trasladado al País Vasco y Navarra su «aparato político», que actúa amparado en coberturas legales y que se dedica, además de a asuntos doctrinarios, al control del «Colectivo de Presos», el EPPK. En la práctica es el que lleva la dirección de la organización criminal ya que los demás «aparatos», incluidos los que están en Francia, obedecen sus consignas. Las funciones de Urdin, un sujeto sin madera de líder pero que al que se le daba muy bien la confección de artefactos para la kale borroka (terrorismo callejero)y los que le acompañan son, según expertos consultados por este periódico, no se limitan al citado mantenimiento de los zulos en los que esconden las armas y explosivos que no entregaron. Asimismo, mantienen un pequeño «aparato de falsificación» para nutrir a los «huidos», entre 50 y 80, que se esconden en diversos países de Europa e Iberoamérica y que no están dispuestos a entregarse a la Justicia española. Se trata de un «colectivo» importante que, junto con el de los presos, constituyen las dos asignaturas «pendientes» de ETA que trata de solventar al margen de la Justicia, colmo si los crímenes no se hubieran cometido y víctimas y verdugos tuvieran que firmar un «empate». Algunos de estos «huidos» han rehecho su vida en los países en los que se esconden pero quieren disponer de pasaporte y la seguridad de que si regresan a España no les va a pasar nada. Temen ser detenidos, en especial los que cometieron delitos que aún no han prescrito, por lo que necesitan documentaciones falsas. Las mismas fuentes sospechan que Urdin y algún otro más mantienen vías de comunicación con el entramado de «conflictólogos» montado por el abogado sudafricano Brian Currin que de alguna manera les podían estar haciendo de enlace con el citado «aparato político» que opera en España. Que no se hable a menudo de los «verificadores» y «pacificadores» no significan que no estén ahí y que mantengan sus organizaciones. Con todo, la misión más importante es la del acceso a los zulos donde se esconden armas y explosivos con el fin de borrar las pistas que pudiera haber en estos artilugios y que, de caer en manos de las Fuerzas de Seguridad del Estado, servirían para aclarar la autoría de alguno de los 300 atentados pendientes o imputar nuevos delitos a miembros de la banda. Urdin fue detenido en Burlada (Navarra) en noviembre de 2007 por formar parte de un grupo al que se atribuía la autoría de una treintena de delitos de violencia callejera. En 2009 obtuvo la libertad provisional. En 2013, cuando debía comparecer a juicio, se encontraba ya en ignorado paradero. Es una especie de «todoterreno», sin carisma de jefe (pero ETA no tiene otra cosa) que lo mismo vale para hacer de mensajero que para buscar un alojamiento seguro entre la colonia vasco francesa que apoya a la banda terrorista. Urdin formaba parte de la cúpula etarra junto con Mikel Barrios e Iñigo Gulina Tirapu, detenidos el año pasado en Berlín (Alemania) en una operación de las autoridades alemanas en colaboración con la Guardia Civil. Esta último era compañero suyo en el «talde» (grupo) de «kañe borroka» en el que estaba Urdin y que operaba en Navarra. Desde que ETA anunció el «cese definitivo de la actividad armada», que no del «conflicto político», una de las preocupaciones de las asociaciones de víctimas del terrorismo es conseguir que se celebre un juicio sobre las muchas decenas de atentados mortales que no tienen una sentencia judicial condenatoria (por desconocimiento de quienes son sus autores)y que, en muchos casos, van a prescribir por el paso de los años. Las huellas o muestras de ADN en las armas que aún permanecen escondidas podían constituir una prueba definitiva para poder condenar a los autores de esos crímenes.

La actuación de la banda en la sombra

Pese a que la banda terrorista haya anunciado su «desarme total», las víctimas de sus atentados durante décadas han manifestado que la lucha contra ETA todavía no está liquidada, lo que parece que demuestra el hecho de que existan armas que aún no han sido entregadas, añadido a que recientemente se haya encontrado un zulo en Las Landas. Las víctimas no cejan en su postura contraria al acercamiento de los presos, ya que consideran que la «dispersión» es la herramienta más eficaz para enfrentarse a la banda. Tal y como publicó este periódico, actualmente la banda invierte en la protección de huidos como Urdin Pérez, que no quieren entregarse a la Justicia y que están repartidos por países europeos y de Iberoamérica. Esta es la actuación de ETA en la sombra pese a una escenificación pública de colaboración con la Justicia y de búsqueda de la paz.