Caso Pujol
Deconstruyendo a Pujol
Un municipio barcelonés da el primer paso y debatirá en septiembre el derribo de la estatua del ex presidente. Cuenta con dos calles en otras dos localidades catalanas
El rastro que el ex presidente Jordi Pujol ha dejado en las instituciones y el paisaje de Cataluña empieza su proceso de descomposición. La historia y los logros políticos llegaron a colocar al fundador de Convergencia en un pedestal del que la mentira está a punto de apearlo. Concretamente en la localidad Barcelonesa de Premià de Dalt, donde en la plaza Jordi Pujol se erige desde 2011 una estatua del ex presidente, el consistorio informó ayer, a través de su página web, que a partir de septiembre se decidirá qué hacer con ella.
La historia de la estatua se remonta a la relación de los Pujol con esta localidad enclavada en el Masnou catalán. El abuelo materno era del pueblo y un joven Jordi Pujol pasó allí etapas de su vida hasta alcanzar la edad adulta. Fue en 1997 cuando el consistorio quiso hacer de Pujol su hijo predilecto, y en 2005 le honraron con una plaza a su nombre. Fue en ella donde en 2011 levantaron una estatua de bronce de Xavier Martos sobre un pedestal soportado por cuatro barras de tres metros, que representan las de las bandera catalana.
El 11 de marzo de ese mismo año, en su inauguración, Pujol mostraba sus reticencias a la megalomanía que supone levantar una estatua con su efigie. «No hay otro pueblo en Cataluña que tenga una estatua o una plaza con mi nombre porque siempre me he negado», explicaba.
En ese discurso, Pujol explicó que su abuelo había perdido una cosecha de patatas a causa de una granizada y realizaba una alegoría afirmando que «en Cataluña ha helado», en referencia a la crisis económica y a las relaciones políticas con España. «Nosotros debemos aprender la lección de mi abuelo y volver a plantar porque la cosecha se salvó. Éste es el espíritu que yo mamé», aseguró el ex presidente que en ese momento tenía en Andorra al menos cuatro millones de euros dando fruto al margen de la Hacienda Pública española.
Martos, autor de la escultura, define su obra como el reflejo de «una persona sólida que todavía continúa caminando hacia adelante, en positivo». Pujol hacía referencia a la solidez de la figura asegurando que los catalanes «no serán movidos manteniéndose firmes y sólidos con los pies en el suelo».
Historia de una demolición
El derribo de la figura de Pujol podría tener su réplica más realista a partir de septiembre. Hace tres días que el grupo socialista de Premià pidió que se le retirara el título de «hijo predilecto», así como el nombre de la plaza y la estatua.
Ayer, en un comunicado en su web, el consistorio anunció que revisarán los honores otorgados, para lo que han convocado una Comisión de Valoración de los Honores y las Distinciones para septiembre.
Y es que el «Molt Honorable» ya no lo es, y la decisión de Premià se barrunta como el inicio de la deconstrucción de todas las huellas que Pujol ha dejado a su paso.
En la localidad tarraconense de Salou, el PP pidió que se declare públicamente que ha perdido la honorabilidad que le permitió firmar en el libro de honor, retirando su firma de éste.
Ni PP ni PSC han dado una orden concreta para que sus concejales pidan la retirada de todos los honores o nombres de calles –tiene dos, una en la localidad ilerdense de Benavent de Segrià y otra en la gerundense de Sant Julià de Llor i Bonmatí–, pero esto se debe a la fecha en la que el ex presidente ha decidido confesar su estafa. Agosto ha amortiguado la capacidad de decisión de los partidos. Pero la indignación que genera en gran parte de la sociedad catalana lo confesado y lo que se va destapando del clan Pujol no parece que vaya a caducar en verano. El derribo de la estatua situada a tres metros del suelo augura el inicio de la constatación de que, en ocasiones, cuanto más subes, más dura es la caída.
El «adéu» de Cartaya y Lepe
A la retirada unilateral de los títulos honoríficos de Jordi Pujol se están sumando diversas localidades de España. En Cartaya (Huelva) ya han aprobado retirarle el distintivo de «Hijo Adoptivo» que ostentaba desde hace 18 años por su apoyo al cultivo de la fresa. Y en la cercana ciudad de Lepe también sopesan hacer oficial en septiembre la retirada a Pujol de las llaves de la ciudad, otorgadas en 1996. Consideran que el ex presidente debe quedar «exento» de tal mérito por «hacer sentir vergüenza ajena» a los españoles.
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