Fuerzas Armadas
'Los Cinco Latinos': los destructores de élite que Estados Unidos regaló a la Armada Española
Estos buques fueron modernizados antes de ser entregados a España
Durante las décadas de 1950 y 1960, España atravesaba un periodo complejo de aislamiento internacional tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el inicio de la Guerra Fría y la estrategia geopolítica de contención de la Unión Soviética permitió que el régimen de Francisco Franco se acercara a Estados Unidos.
Este acercamiento culminó en los Acuerdos de Defensa de 1953, firmados entre los presidentes Franco y Eisenhower. Estos acuerdos no solo permitieron la instalación de bases militares estadounidenses en suelo español, sino que también trajeron consigo una serie de transferencias militares clave, entre ellas, cinco destructores de la clase Fletcher que marcarían un antes y un después en la Armada Española.
Buques de la Segunda Guerra Mundial
A estos buques, veteranos de la Segunda Guerra Mundial, se les conoció popularmente como “Los Cinco Latinos”, en una curiosa coincidencia con el famoso grupo musical argentino del mismo nombre. Aunque eran destructores de segunda mano, representaron un avance significativo para la capacidad naval de España. Su cesión simbolizó el inicio de una etapa de modernización y profesionalización en la flota española, que por entonces carecía de medios modernos.
Los buques —renombrados en España como Lepanto (D-21), Almirante Ferrándiz (D-22), Almirante Valdés (D-23), Alcalá Galiano (D-24) y Jorge Juan (D-25)— fueron ligeramente modernizados por Estados Unidos antes de su entrega. Procedían de la Marina estadounidense, donde habían servido bajo los nombres USS Capps (DD-550), David W. Taylor (DD-551), Converse (DD-509), Jarvis (DD-799) y McGowan (DD-678), respectivamente.
En diciembre de 1959, el Almirante Abárzuza estableció la 21ª Escuadrilla de Destructores, con base en Cartagena, para recibir y operar estos buques. Durante 1960, la escuadrilla quedó completamente formada.
Destructores de la clase Fletcher
Los destructores de la clase Fletcher fueron construidos entre 1942 y 1944 como parte del gigantesco esfuerzo bélico de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Se construyeron un total de 175 unidades, lo que los convierte en la clase más numerosa de destructores construida por EE. UU. hasta la fecha. Diseñados para escoltar a portaaviones y protegerlos de submarinos y ataques aéreos, los Fletcher se caracterizaban por su combinación de velocidad, maniobrabilidad y poder de fuego.
Contaban con un desplazamiento de aproximadamente 2.100 toneladas y una dotación de unos 270 hombres. Su armamento era potente para su época: cinco cañones de 127 mm, múltiples cañones antiaéreos de 40 mm y 20 mm, hasta 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm, morteros antisubmarinos tipo K, varaderos para cargas de profundidad y, en algunos casos, capacidad para operar un hidroavión de reconocimiento.
Muchos de estos buques recibieron mejoras adicionales durante la guerra, como la incorporación de sistemas de radar y un CIC (Centro de Información de Combate), siendo pioneros en este aspecto.
Tras finalizar la guerra, 19 Fletcher fueron hundidos en combate, pero el resto permaneció en reserva. Con la Guerra de Corea, muchos regresaron al servicio activo. Algunos fueron reacondicionados para misiones antisubmarinas y participaron en la Guerra Fría como parte del esfuerzo de defensa de Occidente. Fue en este contexto que cinco de ellos llegaron a España, donde operarían durante más de dos décadas.
Los Cinco Latinos: eje del poderío naval español
Durante los años 60, “Los Cinco Latinos” se convirtieron en la columna vertebral de la Armada Española, sirviendo con gran eficacia y permitiendo a España recuperar cierta relevancia en el escenario marítimo del Mediterráneo y el Atlántico. Su diseño robusto, excelente comportamiento marinero y capacidad de navegación los convirtieron en buques versátiles. Aunque superaban los 40 años de antigüedad en sus últimos años de servicio, su construcción sólida y las actualizaciones técnicas permitieron extender su vida útil hasta los años 80.
A partir de 1980, los destructores fueron reubicados en tareas de patrulla marítima bajo el mando de las Fuerzas de Vigilancia Marítima. Cada uno fue asignado a una región: el Almirante Ferrándiz a la Zona Marítima de Canarias, el Lepanto y el Jorge Juan al Cantábrico, el Alcalá Galiano al Estrecho de Gibraltar y el Almirante Valdés al Mediterráneo.
Finalmente, fueron reemplazados por buques de construcción nacional como las fragatas de la clase Baleares y las corbetas de la clase Descubierta. Sin embargo, su legado fue profundo: no solo modernizaron la flota, sino que también sirvieron como plataformas de entrenamiento para generaciones de marinos españoles.
El apodo “Los Cinco Latinos” reflejaba no solo una coincidencia cultural con la música de la época, sino también el cariño y respeto que estos barcos se ganaron dentro de la Armada. Hoy, su historia sigue viva como testimonio de una etapa crucial en la reconstrucción naval de España, en un mundo marcado por alianzas estratégicas, tensiones globales y la necesidad constante de adaptación tecnológica en el ámbito militar.