Defensa
La primera batalla entre humanos se libró en España hace miles de años
Un hallazgo arqueológico en Álava desvela una cronología desconocida de la guerra en Europa, adelantando en milenios los conflictos a gran escala en el continente
El yacimiento de San Juan ante Portam Latinam, situado en Laguardia, Álava, ha puesto de manifiesto evidencias de un periodo de conflicto bélico a gran escala que se remonta a hace aproximadamente 5.000 años. Este descubrimiento desafía las ideas preconcebidas sobre la naturaleza de la violencia organizada durante el Neolítico en Europa.
Los restos óseos de un total de 338 individuos, hallados en un enterramiento colectivo en este abrigo bajo roca de la Rioja Alavesa, han sido objeto de un exhaustivo reexamen. Las conclusiones del estudio indican que estas personas fueron víctimas de enfrentamientos multitudinarios y violentos, con una intensidad y duración que no se atribuían hasta ahora a esa época. España tiene un fuerte patrimonio en Prehistoria, no solo gracias a la magnífica Atapuerca
La investigación ha sido liderada por Teresa Fernández Crespo, de la Universidad de Valladolid, y ha contado con la colaboración de otras instituciones como las universidades de Aix-Marsella, Cantabria, País Vasco y Oxford. Sus hallazgos han sido publicados recientemente en la revista Scientific Reports, aportando una visión sustancialmente diferente sobre la prehistoria europea. Y es que en esta zona ya se empezaron a dar mecanismos tan interesantes que luego permearían hacia la historia, como las rogativas por la lluvia.
Las huellas de una violencia de calado
El reexamen de los restos óseos de los 338 individuos, conservados en el Museo de Arqueología de Álava Bibat desde los años noventa, se centró en la identificación de lesiones óseas, tanto curadas como sin curar. Los resultados de este análisis son reveladores y apuntan a un contexto de violencia generalizada, según apuntan desde Agenciasinc. De la totalidad de los individuos, un 23,1 por ciento presentaba algún tipo de lesión esquelética.
Un diez por ciento de los restos exhibía heridas que no habían cicatrizado, lo que sugiere que fueron la causa directa del fallecimiento o heridas graves cercanas al momento de la muerte. Estas tasas de lesiones superan considerablemente los porcentajes habituales estimados para la época, que oscilaban entre un siete y un diecisiete por ciento para lesiones totales y un dos a cinco por ciento para heridas sin curar. Este es un dato de notable importancia.
La distribución de las lesiones también ofrece pistas. El 74,1 por ciento de las heridas no cicatrizadas y el 70 por ciento de las curadas se hallaron en varones adolescentes o adultos. Esta desproporción es particularmente llamativa si se compara con otros yacimientos neolíticos europeos, donde las masacres no presentaban una diferencia tan acusada por sexo.
Además, en el mismo emplazamiento se han recuperado 52 puntas de flecha de sílex, de las cuales 36 mostraban huellas de impacto, lo que complementa la evidencia de confrontación directa. La presencia de un porcentaje considerable de individuos con heridas cicatrizadas y, a la vez, lesiones sin curar, sugiere que muchos participaron en múltiples enfrentamientos, indicando un conflicto prolongado.
Un cambio de paradigma histórico
Hasta la fecha, se consideraba que los conflictos durante el Neolítico europeo, que abarca desde hace unos 9.000 hasta 4.000 años, consistían principalmente en incursiones breves. Se asumía que estas acciones apenas duraban días y que implicaban grupos reducidos de hasta veinte o treinta personas, debido a la supuesta falta de capacidad logística para sostener guerras prolongadas y de gran escala.
Los primeros conflictos de envergadura en Europa se fechaban, hasta ahora, en la Edad del Bronce, aproximadamente entre 4.000 y 2.800 años atrás. El descubrimiento en Álava adelanta en un milenio esta cronología, obligando a reevaluar la intensidad y la organización de la violencia en sociedades prehistóricas. Este hallazgo implica una revisión del papel de la guerra en la evolución social del Neolítico.
La investigadora Teresa Fernández Crespo ha subrayado la magnitud del hallazgo, indicando que "nunca se había visto un número de individuos tan grande envuelto en violencia en el Neolítico en Europa". Apunta a que se trata de un conflicto regional, basándose en la presencia de heridas por punta de flecha en el yacimiento estudiado y en otros cercanos, en un radio de diez kilómetros.
Las razones exactas de estos conflictos no están del todo claras, pero los autores barajan varias hipótesis. Entre ellas, se contempla la posibilidad de tensiones entre los distintos grupos culturales que habitaban la región de la Rioja Alavesa durante el Neolítico final. En esa época, se asentaban allí poblaciones agrícolas y ganaderas, estructuradas en grupos sociales amplios con cierta complejidad.