El desafío independentista
El día que a Oriol Junqueras le prestaron ropa en la cárcel
Tras un mes en la cárcel, Meritxel Borrás y Dolors Bassa están más decaídas que sus compañeros, leen más que ellos y se han apuntado a un curso de cerámica
Tras un mes en la cárcel, Meritxel Borrás y Dolors Bassa están más decaídas que sus compañeros, leen más que ellos y se han apuntado a un curso de cerámica.
Ayer se cumplió un mes desde que Oriol Junqueras y el resto de los siete ex consellers del gobierno catalán ingresaran en prisión y durante todo este tiempo no se han producido ni problemas regimentales ni ningún episodio de rechazo por parte del resto de presos que conviven con ellos en los módulos de las prisiones de Estremera y Meco donde esperan una nueva decisión de la Justicia sobre su puesta en libertad. Fuentes de instituciones penitenciarias confirman que se han adaptado con normalidad a la vida en los «módulos blandos» en los que están confinados, que son partes de la cárcel donde cumplen penas presos no conflictivos bajo un sistema de evaluación permanente en el que se se concede cierta autogestión a los internos. Los funcionarios de prisiones que están más cerca de ellos constatan que la realidad de la cárcel de Estremera ha tirado por tierra los estereotipos que traían de fuera y —salvo el madrileño Raül Romeva, algo más distante– el resto de presos son agradecidos y mantienen una relación cercana con el personal del centro penitenciario.
Oriol Junqueras tardó hasta nueve días en recibir visita de sus familiares, un periodo de tiempo bastante más largo que el resto de sus compañeros del Govern. Al no recibir paquete alguno con ropa –ni siquiera a través de su compañero de celda Carles Mundó, que sí que vio a sus familiar pronto– la prisión se vio obligada a proporcionarle algunas prendas para que pudiera cambiarse. A pesar de algunas declaraciones del propio Junqueras en el sentido de que dedicaba tiempo a la meditación y la oración, la piedad del ex vicepresidente de la Generalitat no ha llamado especialmente la atención a los funcionarios de Estremera y, de hecho, causó sorpresa cuando decidió no ir a misa el primer domingo que pasó en la cárcel, a diferencia de tres de sus compañeros ex consellers, que sí cumplieron con el precepto dominical católico.
En cuando a la actividad física, Junqueras y Mundó se han decantado por el baloncesto, deporte que practican casi todos los días. El vicepresidente tuvo un tirón sin mayores consecuencias durante los primeros días en Estremera. Tampoco ha habido especiales problemas al adaptarse a la comida que se sirve en la prisión. Junqueras de hecho repite habitualmente algunos platos del rancho. Todos reciben diariamente visitas de sus abogados y dedican mucho tiempo a leer las 50 o 60 cartas que reciben diariamente cada uno de ellos y se les entregan inmediatamente a no ser que no vengan con remite. En ese caso tienen que pasar por controles de seguridad como estipula el protocolo establecido por el Ministerio del Interior. ANC y Òmnium Cultural han promovido una campaña entre los simpatizantes del independentismo para que no les falten muestras de apoyo durante una estancia en prisión que, dependiendo de la actitud mostrada por cada uno de ellos ante el juez Llanera del Tribunal Supremo, podría aun prolongarse significativamente.
A pesar de lo difícil de la situación, los miembros del Ejecutivo de Puigdemont son percibidos por los funcionarios de Estremera como personas respetuosas: no ha habido ningún roce y su comportamiento está siendo correcto, una actitud que ha causado sorpresas a más de uno en el penal al ofrecer un claro contraste el comportamiento dentro de los muros de la cárcel con las «actitudes más extremistas» que tenían cuando estaban en libertad, señaladamente en los momentos más tensos del proceso independentista, cuando las declaraciones desafiando al estado menudeaban diariamente.
Fuentes penitenciarias confirman, no obstante, que las dos mujeres que están internadas en Alcalá-Meco –Meritxell Borrás y Dolors Bassa– están más decaídas en comparación a sus compañeros en Estremera. La primera de ellas sufrió un pequeño accidente en la prisión al perder pie y caer por una escalera. El leve esguince que se le diagnosticó fue tratado desde el primer momento y ya se encuentra completamente restablecida. Tanto Borrás como Bassa dedican mucho tiempo a la lectura, visitan habitualmente el gimnasio y se han apuntado a cursos de cerámica. En líneas generales su adaptación ha sido buena, mucho mejor de lo que hubiera sido si hubieran sido encarcelados por separado.
En una cosa coinciden todos los funcionarios de prisiones que comparten la jornada con los ex miembros del govern de Carles Puigdemont: cuando el Tribunal Supremo decretó la libertad bajo fianza de la ex presidenta del Parlament de Cataluña, Carme Forcadell, un nuevo horizonte de futuro se creó para los ex consellers y fue perceptible un cambio a mejor en su estado de ánimo inmediatamente. Este cambió se acentuó el pasado 24 de noviembre, cuando el juez Llanera del TS –quien decretó la fianza a Forcadell– asumió la causa y sus abogados pidieron a este magistrado la revisión de las medidas cautelares que se les habían impuesto en la Audiencia Nacional.
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