Política

La salud del Rey

El Príncipe, principal asesor del Rey en tiempos difíciles

El Monarca posa con su heredero
El Monarca posa con su herederolarazon

Cada vez que se dice que el Príncipe está ya preparado para reinar es decir, para ser Jefe del Estado, los republicanos dicen que menos lobos, como si hubiera dado motivos para dudar de él, y los más monárquicos insisten en la marcha lenta, en que a Don Juan Carlos aún le queda mucha mili. Creo que unos y otros se equivocan. Es cuestión de tiempo. Pero como el tiempo, y la mala salud del Rey van avisando del relevo, las opiniones de unos y otros se han ido enconando. Pero la realidad se impone por sí misma. Y estamos en ese tiempo.

Tras la surrealista rueda de prensa de Zarzuela, convocada para decir que Don Juan Carlos no pensaba renunciar: ni fecha ni lugar de la operación, ¡pobre Ángel Villamor!, los rumores se han disparado y han salido expertos «zarzuelólogos» de debajo de las piedras. No seré yo quien añada nuevas especulaciones. Sólo quería decir hoy algo del Príncipe. Algo más de Don Felipe.

Y me gustaría analizar, aunque sea brevemente, su papel durante los últimos años, durante las enfermedades de Don Juan Carlos. Al margen de otros comentarios sobre su vida privada que le acompañarán hasta que se muera, Don Felipe de Borbón se ha posicionado junto a su padre en todos y cada uno de los momentos, incluso en los más difíciles, de estos meses insanos. Tampoco ha sido un silencio de acompañamiento. No. Fue su asesor fundamental desde el primer momento, desde que el Rey decidió, sorprendiendo a no pocos, pedir perdón por su escapada a Botsuana; con un apoyo que el propio Don Juan Carlos reconoció en su discurso de Navidad. Quizá otro hubiera marcado distancias para no pringarse con algo ajeno y no acceder marcado a la Jefatura del Estado, pero no. Como tampoco se ha escondido en el «caso Urdangarín». Las palabras más fuertes –incluidas las del soberano– las ha pronunciado el heredero, aunque eso le supusiera distanciarse temporalmente de su hermana, la infanta Cristina.

Los especialistas en poner la lupa y buscar la paja en el ojo ajeno lo están intentando, y en cada fotografía, acto, fin de semana, vacaciones, excursión y canapé se afanan en buscar pegas y errores al heredero. No lo tienen fácil, pero les deseo suerte en su trabajo. Pero yo también quería poner lupa, y de aumento, en otra cuestión que atañe al Príncipe y de la que ha sido protagonista, sin duda involuntario, en este tiempo: el intento del nacionalismo catalán de poner al Príncipe de Asturias en contra del Rey de España. Han sido golpes sibilinos, declaraciones que parecían dejar a Don Felipe como alguien más comprensivo hacía la sensibilidad soberanista. Lo intentaron conociendo la firmeza de Don Juan Carlos, pero aquello no funcionó. No hubo fisuras ni juegos de poli bueno-poli malo. Así ha demostrado la Corona su utilidad. Y va a necesitar seguir funcionando. Los retos siguen ahí. Y es que una cosa es que «los borbones envejezcan mal», como decía Sabino Fernández Campo, y otra muy distinta que el Príncipe se haya aprovechado de ello. También en esto ha demostrado su categoría, lealtad y servicio a España.