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El rap de lo no dicho

Bárbara Gómez no se esperaba las 40.000 visitas en Youtube. La polémica no ha sido su letra sino las siglas

Bárbara Gómez, la joven rapera conocida como Discípulo de la Rima
Bárbara Gómez, la joven rapera conocida como Discípulo de la Rimalarazon

De tanto ajetreo repentino, de llamadas arriba y de entrevistas abajo, de conexiones en directo y de aclaraciones en diferido, la joven rapera Discípulo de la Rima va a verse obligada a buscarse a una doble, a ver si es capaz de soportar su correspondiente mitad de vorágine. Bárbara Gómez, que es el nombre real de esta artista emeritense de 28 años, se ha convertido en el último grito en mercadotecnia electoral made in el PP de Extremadura. Ha sido difundirse un vídeo en el que Discípulo de la Rima, haciendo honor a su nombre artístico, se sometió al engarce en asonante y en consonante de un muestrario de frases de José Antonio Monago, presidente de Extremadura, y formarse el revuelo. Y no ha sido precisamente el rap con marca de barrio el motivo de la polvareda.

«Sabía que el vídeo circularía. Algo de repercusión esperaba, naturalmente, pero esto es una locura», afirma Bárbara, para quien la cuestión «se ha hecho un poco grande». Los políticos han puesto el magro y la rapera lo ha embutido a ritmo de rima. Cierto día, cuenta la joven, le comentaron el proyecto desde el Instituto de la Juventud de la Junta de Extremadura, en donde ya la conocían de conciertos y festivales. A continuación fue el gabinete de Presidencia. «Me propusieron frases de diferentes comparecencias del presidente, extraje con las que más de acuerdo estaba e hice la canción», detalla la joven, que asegura haberse sorprendido de la manga ancha institucional: «Me dieron vía libre al principio y no cambiaron nada al final».

Pero tampoco ha sido ésa la causa de la controversia. Tampoco que Discípulo de la Rima no haya percibido euro alguno por el encargo –«el dinero se ha destinado exclusivamente a la realización del vídeo», subraya– o que la canción, Extremadura como única doctrina –así se titula–, con más de 40.000 visitas en Youtube, contenga frases laudatorias hacia el presidente de la Junta («en la canción no hay nada con lo que pueda discutir», responde la rapera) o ni siquiera que incluya una crítica al IVA cultural («se limita a defender la cultura y a Extremadura; en eso coincido con Monago», remata la joven), pues no, nada de la canción ha provocado suspicacias en los mentideros políticos.

La cuestión, como diría un semiólogo, estriba no en lo dicho sino en lo «no dicho». La alarma, como era de esperar, llegó hasta la calle Génova. Verso suelto, qué ironía, en un PP con cada vez más soltura, Monago ha vuelto a hacer de Monago pero por omisión: dos minutos de vídeo musical en los que ni se nombra el partido ni se muestran con claridad sus siglas. A la marimorena han acudido raudos a sofocarla tanto el partido como el Gobierno. «El señor Monago es del PP con rap y con rock ‘n’ roll», ha defendido Carlos Floriano, vicesecretario de Organización. «Hay raperos y no raperos, pero todos bajo el mismo proyecto», resumía Alfonso Alonso.

La reacción de Monago, a quien el traje de díscolo parece venirle pequeño, ha consistido en otra lección del no decir semiótico: «Quien critique el vídeo es más antiguo que la pana. A los jóvenes hay que hablarles en su lenguaje y en extremeño», ha resuelto poniendo el acento en el cómo –«en su lenguaje o en extremeño»–, no en el qué –las siglas o los logros del Gobierno de Rajoy, póngase por caso–. Es su segunda acción de propaganda heterodoxa, y llega apenas un mes después de un vídeo en el que resaltaba con tono de mofa y en medio de una casposa orgía de tópicos –bufanda del Betis de atrezzo incluida– las diferencias entre la moderna Extremadura y la tercermundista Andalucía... en plena campaña andaluza.

El medio es el mensaje. Eso lo tienen claro en el Gabinete de Presidencia extremeño, donde han entendido que alcanzar mayores cuotas de audiencia es el paso previo para alcanzar mayores cuotas de votantes. Y más si la diana se centra en la población menor de 30 años, de natural querencia a Ciudadanos o Podemos. Para los más jóvenes, se adivina, el medio es internet y su mensaje, la sola presencia. Bien valen una miniserie de animación o un vídeo de rap, siempre que sea internet hacia donde dirigir las redes de redes. Lo que en el PP vasco se ensayó en versión pop en Extremadura se ha trasladado a ritmo de rap, en virtud, diríase, de una tendencia más cimarrona. La única doctrina es Extremadura, canta Discípulo de la Rima como en la voz de Monago.

«A este Gobierno el color le importa poco, importan los extremeños», rapea el barón daltónico de la azulada popular, para quien las ideas son más importantes que las ideologías, algo que se aproxima a uno de los pecios de Rafael Sánchez Ferlosio, el Montaigne español, que escribió que «tener ideología era no tener ideas». «Una misma persona puede juntar varias que se hallan en conflicto unas con otras», en cambio, advirtió Ferlosio, «las ideologías son paquetes de ideas establecidos». Del tipo de los inclasificables, quién le iba a decir al autor de El Jarama, que pasa sus respiros en el municipio cacereño de Coria, que uno de sus aforismos iría a guiar el discurso en los novedosos modos de la nueva política, bien adiestrada en el no decir. Después de todo, se trata de pescar en el caladero digital, algo consabido en el PP, dicho por activa y no dicho por pasiva. Monago pone la letra, el Discípulo, la rima y las siglas las entona el pianista; por lo que, por favor, no le disparen.

Viene de antiguo que la política se valga de celebridades o de artistas, para transmitir un determinado mensaje al electorado o simplemente para figurar como elementos de «auctoritas». Sabina, Serrat o Bosé integraron en 2008 aquella Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) (sic), mientras que Bruce Springsteen ha llegado a cantar para Hillary Clinton o Barack Obama. El actual presidente de los EE UU, sin ir más lejos, fue el pionero en hacer uso de las redes sociales como arma electoral durante la campaña de 2009. De eso ha tomado nota el orbe de la mercadotecnia política. En el caso del PP de Extremadura, Discípulo de la Rima cumple las dos citadas funciones en una misma persona: la artista que rapea en las redes, una especie de «auctoritas» digitalizada. No es ese un particular que censure la rapera emeritense. «Podrían haberle ofrecido el proyecto a otros artistas de más repercusión, sin embargo han optado por mí, una artista emergente. Es una forma de potenciar la cultura extremeña», declara Bárbara Gómez, que considera «fundamental» que la elección se haya decantado por un artista «de la tierra».