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La Noria

Enchufados: no es lo mismo el círculo íntimo que intimar con el círculo

Si Jesica, en lugar de tener estatus de amante y antigua «escort», fuese «la prima de Cuenca», ¿hubiese ocupado tantos titulares? Sobrecargar los enchufes puede provocar combustión espontánea

Los expertos avisan sobre el enchufismo PlatónLa Razón

Trabajo para Recomendados y Amigos del Gobierno de Sánchez y Asociados (Tragsa). Aporto talento e ilusión. Un poquito, al menos de lo segundo, tengo, lo primero es más subjetivo, así que me ofrezco para que me enchufen. Esos son los dos requisitos fundamentales para entrar a formar parte de ese grupo maravilloso participado mayoritariamente por la SEPI (y Blas), que promete «profesionalidad y cercanía». Y si Jesica, Jésica, Jessica (yo ya no sé cómo se escribe, me rindo) lo ha conseguido, ¿por qué yo no? Cierto es que mi «talento» está un poco más oculto que el suyo, y tampoco soy tan cercana como ella, pero oye, por intentarlo no pierdo nada. Porque ¿quién no sueña con que le metan «a dedo» en una empresa pública con un buen sueldo sin tener que pisar la oficina? Llego a la conclusión de que si criticamos esto es porque, más allá de lo éticamente reprobable, ese monstruo de ojos verdes llamado envidia es uno de los grandes males de los españoles.

Nos llevamos las manos a la cabeza ante los casos de nepotismo, pero existen desde que el mundo es mundo. ¿Verdad, Noelia? No sé si recuerdan a Noelia Posse, fue alcaldesa socialista de Móstoles. Consiguió colocar a su hermana, a su tío, a uno de sus mejores amigos, a otra amiga de la infancia, a su expareja y a unos cuantos conocidos que pasaban por allí y que carecían de la experiencia para los cargos que ocupaban. Ahora se ve inmersa en un nuevo juicio, pero esta vez por otra presunta trama del PSOE para trocear contratos. Tanto va el cántaro a la fuente... Pero no piensen que me escudo en los socialistas, que es lo fácil, que en las filas populares haberlos, haylos, como el hijo de un antiguo tesorero del PP que fue colocado en la Comunidad de Cifuentes.

Pero, en el caso de Jesica –he optado por escribirlo así– me surge una duda. ¿Hubiera llamado tanto la atención si la enchufada en cuestión, en vez de tener estatus de amante y antigua «escort» fuese su prima la de Cuenca? Quizá habría centrado unos cuantos días la atención informativa, pero mucho pongo en duda que el despliegue fuera como el de este asunto que nos ocupa y me lleva a pensar que no es lo mismo el «círculo íntimo» que intimar con el círculo.

El caso es que en Tragsa deben estar más quemados que la moto de un «hippie» (saludos, Podemos) y ahora, los más, están soltando la lengua hartos de que les adelanten todo el rato por la derecha a 200 por hora, y de que encima tengan que soportar los malos humos de los recomendados . Pero, ¿y si nos hiciéramos un «Me too» de enchufados? No habría espacio en X para tanta denuncia.

Es el aniversario de la carta victimista de Sánchez: vaticinaba que no habría caso contra su mujer... De momento, hay partido

Mención aparte es el caso de clavijazo de un presidente de Gobierno. Eso ya queda feo. Colar al «hermanísimo» como jefe de opereta en la Diputación de Badajoz ha sido «too much». Nada menos que 329 correos entre el exasesor de Moncloa Luis Carrero y David Sánchez-Castejón apuntalan para la UCO el tráfico de influencias. Preparados para el crimen han demostrado que no están. Así que David va caminito, aseguran, del banquillo, y el 25 de abril habrá nueva función.

¿Y que decir de Begoña Gómez, la esposa del jefe del Ejecutivo? Acaba de soplar la primera vela del aniversario de la denuncia que Manos Limpias interpuso contra ella y por la que el juez Peinado abrió diligencias. Ese puestito en el Instituto de Empresa para dirigir el Africa Center ya hizo saltar las alarmas en 2018 a los dos meses de que su marido empezase a cambiar los colchones de Moncloa. Después se le han sumado cuatro frentes más.

Hablando de conmemoraciones, el próximo jueves también celebramos un año de aquel pañuelo de lágrimas en forma de carta que envió un líder de un Gobierno, sí, un líder de Gobierno, porque a su mujer no se la estaba tratando bien. «Se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa». «No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa», escribía en tono lastimero. A llorar, a la llorería. «No hay caso», decía, todo un visionario nuestro líder del Ejecutivo. Con un «me enfado y no respiro» se cogió cinco días de reflexión. Los moscosos.

Los expertos avisan: sobrecargar los enchufes puede provocar la combustión espontánea.