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Exteriores

¿Se va a envalentonar Mohamed VI con el apoyo americano?

El trato privilegiado de Trump podría tensionar aún más la relación entre España y Marruecos

Pedro Sánchez y Mohamed VI durante una de sus últimas reuniones en Rabat poolLa Razón

Duke Buchan III fue el primer embajador de EE UU en España que visitó Ceuta y Melilla en la larga historia de unas relaciones bilaterales que arrancan a finales del siglo XVIII. Este gesto diplomático de primer orden se produjo durante la primer Administración Trump, cuando Buchan, millonario donante del republicano, era jefe de la legación de la calle Serrano, donde permaneció entre 2017 y 2021. Hispanohablante y enamorado de nuestro país, Buchan va a volver a estar cerca de las ciudades autónomas pero del otro lado. Donald Trump acaba de nombrarle embajador en Marruecos, una prueba más del interés americano por el norte de África y, en particular, por la relación de amistad con el régimen de Mohamed VI.

El segundo mandato de Trump ha empezado fuerte. Lleno de disrupciones y «boutades», también ha despertado grandes interrogantes sobre cómo va a afectar a la siempre tensa relación entre España y Marruecos. La predilección del inquilino de la Casa Blanca por la monarquía alauí quedó muy clara cuando en 2020 declaró su apoyo sin fisuras a la marroquinidad del Sáhara Occidental. A cambio de este posicionamiento sin precedentes, el hijo de Hassan II hizo las paces con Israel en el marco de los «Acuerdos de Abraham» e inauguró una era (también inusitada) de colaboración con el estado hebreo tanto militar como económica que no ha dejado de aumentar.

En este cambio radical de paradigma algunas voces se han alzado para advertir sobre el peligro que correrían Ceuta y Melilla, una amenaza magnificada aunque no exenta de cierta verdad. Si bien nadie en su sano juicio pensaría en una Marcha Verde II sobre las ciudades españolas en el norte de África, no hay duda de que Mohamed VI va a aprovechar el respaldo americano para reafirmarse en su relación con el Gobierno español porque es lo que hace siempre.

Preguntado al respecto, Salvador Sánchez Tapia, profesor de Análisis de Conflictos y Seguridad Internacional de la Universidad de Navarra, asegura que este eje Washington-Rabat «no favorece demasiado a España». «Tradicionalmente, nuestro país ha mostrado una actitud ambivalente hacia EEUU, pasando de administraciones proamericanas a otras radicalmente antiamericanas. Esto genera en Washington la percepción de que no somos un aliado completamente fiable», señala.

Movimientos extraños

Las reivindicaciones históricas sobre Ceuta y Melilla no cruzarán la frontera retórica, lo que no impide, según Sánchez Tapia, que «el rey de Marruecos, fortalecido por su relación con Trump, podría adoptar una posición más firme. No digo que vaya a materializar de inmediato sus demandas, pero podría asumir una postura más asertiva». En cualquier caso, si hubiera algún movimiento extraño, «EEUU probablemente actuaría como moderador, tal como hizo en el incidente de Perejil».

Desde el Observatorio de Ceuta y Melilla tampoco temen un giro dramático de guion. «Nosotros no compartimos la preocupación generalizada ni el alarmismo que se ha extendido en muchos sectores. Creemos que se trata de una nueva administración, con un enfoque político diferente, pero no necesariamente adverso», asegura a LA RAZÓN su presidente, Carlos Echeverría.

Igual que otros diplomáticos consultados por este periódico, Echeverría pone el foco en la necesidad de que el Ejecutivo de Sánchez se posicione mejor: «Si España tiene las ideas claras sobre su soberanía y transmite seguridad y convicción, sea cual sea la administración estadounidense no debería afectar negativamente. Lo importante es que haya una postura firme y coherente. Si analizamos la relación bilateral en perspectiva, Marruecos siempre ha tenido una posición exigente y unilateral respecto a España. Esto ha ocurrido con Biden, Obama o Trump».

Desde el Observatorio consideran que tampoco hay que despreocuparse en exceso porque existen claros desafíos: «La clave es que España refuerce su defensa y sus alianzas. Marruecos utiliza estrategias híbridas para ejercer presión, como los flujos migratorios irregulares o la manipulación política en la UE. España debe anticiparse y neutralizar estas estrategias».

Rearme astronómico

El efecto de la primera fase del idilio EE UU-Marruecos acabó forzando el cambio de postura español sobre el plan de autonomía para el Sáhara tras el chantaje de la avalancha de inmigrantes en Ceuta mayo de 2021, solo seis meses después del reconocimiento de Trump. Está claro lo que logró Rabat, aunque aún nadie ha explicado el giro de 180 grados del Gobierno de Sánchez sobre la ex colonia española. Ni siquiera qué hemos obtenido a cambio.

Echeverría opina que, «a pesar de ciertos gestos políticos, España no ha reconocido oficialmente la marroquinidad del Sáhara. El Gobierno de coalición tiene posturas divergentes y eso debe aclararse. Es crucial que la posición de España sea firme y se base en el respeto al derecho internacional».

El rearme marroquí en estos últimos meses ha sido más que notable. Es cierto que el motivo principal es hacer frente a su eterno enemigo, la vecina Argelia, pero las cifras no dejan de ser noticia. Solo en 2021 el gasto militar aumentó un 30% y este año la inversión total llegará a entre 5.000 y 6.000 millones de euros. El mayor presupuesto militar de su historia.

Según el general retirado Juan Montenegro, esto no tendría por qué ser un mal presagio para España. «La cooperación militar de Marruecos con Israel, y por ende con EE UU, entiendo que es positiva para nuestros intereses. Desde luego, debemos preferir un vecino en la órbita de nuestro aliado americano y dotado por tecnología de un país conocido y apreciado como Israel, que un Marruecos en la órbita de potencias no tan deseables como Rusia, China o Irán».

"Ensoñación anexionista"

Montenegro descarta una amenaza militar a corto o a medio plazo para Ceuta y Melilla. Eso sí, considera imprescindible «mantener una posición nacional de fuerza diplomática y militar que evite cualquier discusión sobre la soberanía de esas ciudades». Sobre todo teniendo en cuenta que la OTAN nunca ha sido clara en su postura: «Cuando se habla del flanco sur, se incluyen regiones como Oriente Medio, el Sahel e incluso Israel, pero no hay menciones explícitas a Ceuta y Melilla. Tradicionalmente, España ha tenido que ocuparse de su propia defensa en esas áreas sin contar con un respaldo sólido de la Alianza». Para lograrlo, según este militar, «debemos mantener las inversiones necesarias en materia de defensa de forma que por mucho equipamiento del que se dote nuestro vecino siempre se encuentre en una posición de relación de fuerzas tal que elimine cualquier posible “ensoñación anexionista”».

Mostrar una cara firme, que no belicista, frente a Rabat pasaría, por ejemplo, por programar la primera visita de Felipe VI a Ceuta y Melilla. O, si no, al menos evitar la sobreactuación cuando se trata de no enfadar a Mohamed VI. En este sentido, Montenegro recuerda que la ministra de Defensa, Margarita Robles, «ha prohibido totalmente el desarrollo de los actos de conmemoración del desembarco de Alhucemas, una operación militar magistral que fue estudiada y tomada como referencia por las potencias aliadas en la II Guerra Mundial para planificar el desembarco de Normandía». Y todo ello «de nuevo, para no molestar a Rabat». «Es un grave error dado que hace 100 años, Marruecos no existía como tal y lo que siempre hicieron las fuerzas militares españoles en el Protectorado fue luchar siempre por Marruecos y nunca contra Marruecos, como me decía mi padre, oficial general español destinado en Ceuta entre 1955 y 1968».