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Escepticismo en el PSOE ante la cita con Iglesias

La división interna de ambas formaciones serviría de acicate para acercar posturas

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en su último encuentro en febrero
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en su último encuentro en febrerolarazon

Reunión crucial para resolver el puzle de la gobernabilidad. El próximo miércoles Pedro Sánchez y Pablo Iglesias vuelven a sentarse frente a frente para «abrir un nuevo marco de diálogo», sin embargo el escepticismo con el que los socialistas encaran la cita es total. Son conscientes de que puede ser la última oportunidad para explorar el camino hacia La Moncloa, pero reconocen –en privado– que no saben con qué se van a encontrar después de las múltiples y variopintas salidas de tono del líder de Podemos en los últimos meses. El encuentro brinda el ambiente propicio para sondear de primera mano la voluntad real de llegar a un acuerdo por parte de la formación morada, una voluntad que han visto negada hasta ahora. No cunde el optimismo entre las filas del PSOE y prueba de ello es que se buscara posponer la reunión hasta después de Semana Santa, con la intención de que el parón de recogimiento y reflexión sirviera para acercar posturas. Además, el retraso del encuentro permite mantener la pulsión negociadora y a Sánchez el peso del liderazgo en las conversaciones. Si la opción de Podemos se hubiera cercenado, con un encuentro estéril antes de las fiestas, el líder socialista asumiría ahora la recta final hacia mayo sin el protagonismo que ha detentado hasta ahora y que ha buscado no ceder, a pesar de haber perdido la condición de «mandatado» por el jefe del Estado.

El reloj de la democracia no perdona los intentos baldíos de los partidos políticos por llegar a un acuerdo. Apenas resta un mes para evitar la repetición de los comicios y ya hace siete semanas que Sánchez e Iglesias se reunieron por primera vez sin haber conquistado ningún avance ni acercamiento reseñable entre ellos. Desde los equipos de ambos líderes se juega con el reloj como aliado, son conscientes de que lo apurado de los tiempos favorece que las posiciones se relajen y fomentan la posibilidad de alcanzar un acuerdo. No obstante las posiciones de bloqueo siguen vigentes y las dos formaciones parten de sus máximos también en esta ocasión. No obstante la estrategia de ambos radica en exhibir las flaquezas ajenas como herramienta de presión y desgaste. En Podemos exponen el posible salto de Susana Díaz a la arena nacional como la mejor baza para forzar el acuerdo, pues entienden que «Pedro Sánchez sabe que su futuro político pasa por conseguir la presidencia del Gobierno» y de este modo cerrar el debate sobre el liderazgo del partido. Así se expresaba ayer en una entrevista a Ep la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, que señaló que el líder socialista «está entre la espada y la pared en su propio partido, que le mueve la silla».

Por su parte, los socialistas también exploran la división interna en Podemos como acicate para promover la única alternativa que tendrán los de Iglesias de tocar poder. Las pulsiones en la formación morada trascienden la pugna de su líder con Íñigo Errejón -más próximo a los socialistas- y pasan también por las ansias de independencia de las confluencias en caso de que se repitan las elecciones. Las marcas gallega y catalana ya han anunciado que concurrirán por separado si se producen unos nuevos comicios, siguiendo el camino marcado por Compromís, que desde que abandonó el manto protector de Podemos ha ganado en visibilidad y protagonismo en las negociaciones de investidura.

A priori las debilidades de ambas formaciones podría sentar las bases para un diálogo fructífero de cara a la formación de gobierno, pero existen importantes escollos que no se salvarán por muy crudo que se presente el panorama interno y que servirán para responsabilizarse mutuamente de una eventual repetición de las elecciones. En primer lugar, existe una acusada y recíproca falta de confianza entre Sánchez e Iglesias que vicia prácticamente de inicio cualquier entendimiento y sobre todo el ansiado gobierno de coalición que pretende Podemos. El PSOE busca granjearse su abstención a cambio de pactos puntuales y la cesión de algunos ministerios a independientes –como el ex Jemad Julio Rodríguez o la jueza Victoria Rosell–, pero en ningún caso la vicepresidencia, que está reservada a Rivera, con quien el pacto está «plenamente vigente».