Estrasburgo
ETA busca ahora que Francia medie en el «final del conflicto»
La banda terrorista estaría dispuesta a admitir una salida escalonada de sus presos y a renunciar a los planteamientos de una nueva amnistía. El Ejecutivo galo, y en especial su ministro del Interior, Manuel Vals, ha tenido un gran protagonismo en el cierre de la «vía Noruega»
ETA, fracasada la «vía noruega», pretende iniciar una nueva fase de contactos para lo que denominan la «resolución del conflicto».
ETA, fracasada la «vía noruega», pretende iniciar una nueva fase de contactos para lo que denominan la «resolución del conflicto». En este caso, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, los terroristas quieren que el Gobierno de Francia tenga un importante protagonismo, hasta el punto de que ya se habrían producido algunos sondeos previos.
No sería la primera vez que el país galo ejerce algún tipo de labor de este tipo, aunque siempre lo ha hecho de acuerdo con las autoridades españolas y bajo el principio de que cualquier concesión «inadecuada» a la banda y su entramado, se volvería, a la postre, contra sus intereses, ya que, sin la presión que se da en España, también tiene un problema de separatismo vasco.
Desde que la banda anunció el supuesto «cese final definitivo», en octubre de 2011, ha pretendido que los ejecutivos de Madrid y París se reunieran con sus representantes para discutir la excarcelación de los presos y la salida de las Fuerzas de Seguridad y los ejércitos del País Vasco y Navarra, a cambio de un supuesto «desarme» que, además, estaría controlado por personas designadas por la organización criminal.
El incumplimiento, porque era ilegal y materialmente imposible, de las promesas recibidas por ETA durante la anterior legislatura, cuando socialistas y nacionalistas negociaron el llamado «proceso» (que incluía la excarcelación de los presos), ha provocado, desde que el Partido Popular llegó al poder, en diciembre del año pasado, que la banda haya reclamado, por distintas vías (algunas discretas) la apertura de negociaciones con el nuevo Gobierno, a lo que Mariano Rajoy se ha negado en rotundo. El presidente del Ejecutivo ha recordado en distintas ocasiones que no tenía ningún compromiso con ETA y que la banda debía disolverse, entregar las armas y pedir perdón a las víctimas.
Para intentar forzar las negociaciones, la banda situó, desde la llegada del PP al poder, a su «aparato de interlocución» en Noruega (en periodos que no han superado los dos meses), con el fin de que los gobiernos de España y Francia enviaran representantes para discutir las mencionadas «consecuencias del conflicto». Pese a las amenazas, veladas o directas, lanzadas en los últimos comunicados, no han conseguido nada.
Las fuentes consultadas han asegurado que en el cierre de la «vía noruega» ha tenido un importante protagonismo el Gobierno francés y, en especial, su ministro del Interior, Manuel Vals, uno de los políticos que se ha mostrado más inflexible frente al separatismo vasco (un problema que también afecta al vecino país, aunque en menor medida que en España). París, de acuerdo con el Ejecutivo de Madrid, habría forzado la clausura de una expectativa negociadora que carecía de sentido, ya que no se iba a materializar en ningún momento.
Sin embargo, según las citadas fuentes, la situación que se ha generado con esta ruptura puede conllevar, dentro del mayor secreto, a la apertura de otra vía de contactos, en la que el Gobierno francés, con la anuencia del de Madrid, tendría un importante protagonismo y en el que las condiciones que se le admitirían a la banda estarían muy lejos de las exigencias que viene lanzando desde el 21 de octubre de 2011, fecha en la que anunció el supuesto «cese armado definitivo».
En Francia se esconde la «punta de lanza» de la ETA «operativa». Las autoridades galas (con la información que le proporcionan las españolas) tiene la «llave», y así lo han demostrado, para combatir a los terroristas con mayor o menor presión. Además, dispone, gracias a esos datos, de los nombres con los que, llegado el momento, se podría establecer contacto (y no sólo con los responsables del «aparato político», David Pla e Irache Sorzábal). La actuación de la Justicia gala y de su Policía le confieren una imagen de autoridad, ajena a cualquier veleidad, que tanto gustaba a los pistoleros en la época en que José Luis Rodríguez Zapatero fue presidente del Gobierno español.
Las referidas fuentes aseguran que en los primeros intercambios de mensajes, para tratar de abrir esta nueva vía, ETA habría transmitido que estaría dispuesta a admitir públicamente una salida «escalonada» de sus presos y renunciar a los planteamientos de una nueva amnistía, además de otras concesiones.
En Francia existen diversos colectivos y personas que, llegado el momento, agregan las fuentes consultadas, podrían hacer de mediadores (sin tener que echar mano del desprestigiado abogado surafricano Brian Currin y de sus «pacificadores», ni de los «verificadores», necesarios cuando los etarras estaban en Noruega, ya que las autoridades galas, con la colaboración de España, cuentan con la información necesaria).
Todo depende de los terroristas, si están dispuestos a bajar el nivel de sus exigencias y aceptar una salida que, en cualquier caso, no pase, como pretenden, por una victoria, ni siquiera un empate. La oferta de disolución y entrega de las armas se les formula repetidamente, sin que, al menos hasta el momento, se hayan mostrado dispuestos a dar esos pasos.
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