Política
Fe en la tregua de la prima y más reformas
Moncloa espera que los mercados den tiempo a las medidas aprobadas. Exigirá más ajustes a las regiones para que cumplan el déficit
El Gobierno empezará el año dando otra vuelta de tuerca a su agenda reformista para poner en marcha dos de sus banderas electorales, la reforma local y la unidad de mercado. Y también irá desbrozando poco a poco el camino para otras medidas costosas ante la opinión pública, como la reforma del sistema de pensiones. «Una de las pocas decisiones impopulares que falta por afrontar», según precisan en Moncloa.
Quedan momentos difíciles y quedan decisiones difíciles, pero en Moncloa creen que lo peor ya ha pasaado. «Si te da un infarto y no te mueres, tienes más posibilidades de vivir», valoran, con cierta ironía, en el equipo económico cuando miran hacia el futuro.
El principal obstáculo es que se rompa la tregua en los mercados y que la prima de riesgo pudiese colocarnos de nuevo al borde del precipicio, como ocurrió en verano. Bajo esa presión hemos estado hasta antes de ayer, pero resulta bastante significativo comprobar que el Ejecutivo está confiado en que esta tregua de los mercados sí durará, con algún altibajo, y que esto les permitirá ganar tiempo para seguir con las reformas y conseguir que las que están ya en marcha empiecen a dar sus frutos. En el entorno del presidente sostienen que entre los elementos a favor está que el problema del rescate se dilata, en cualquier caso; y que si hubiera finalmente que solicitarlo, no supondrá restricciones del gasto público extraordinarias ni tampoco condiciones como las que se han barajado en el pasado ejercicio.
En este contexto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está obsesionado con la idea de que sin abandonar los ajustes, ha llegado el momento de buscar fórmulas para fomentar el crecimiento y estimular la economía. Su otra obsesión es la reforma de la Administración Pública, porque entiende que su Ejecutivo se juega en ella una importante parte de su crédito y la base del discurso con el que recuperar la confianza de los ciudadanos decepcionados con su política o molestos con las impopulares decisiones que ha tenido que adoptar en estos primeros doce meses.
Rajoy no rebajará en este año la presión sobre todas las administraciones públicas para seguir luchando contra el déficit. De hecho, el Gobierno tendrá que lidiar en este arranque de curso con la prueba de fuego de dar respuesta a aquellas autonomías que no han cumplido sus planes presupuestarios y se desvían del objetivo comprometido para 2012. De momento, la opción que baraja el Gobierno es condicionarles los pagos del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Ésta seguirá siendo unas de las batallas más complicadas por los equilibrios que exige mantener la presión sobre los gobiernos autonómicos sin que ninguno de ellos llegue a caer en la quiebra.
«La situación exige mucha serenidad y cautela, pero la realidad es la que es y todavía hay muchas comunidades que pueden seguir haciendo importantes ajustes del gasto público», señala un «fontanero» de Moncloa, que cita el ejemplo de las «cortes» que todavía rodean a muchos presidentes autonómicos para enfrentarlas con el modelo de «austeridad de las delegaciones que acompañan al presidente del Gobierno o a la vicepresidenta».
Pero a esto hay que añadir un tercer elemento que hace aún más difícil guardar los equilibrios dentro del ajuste territorial: el malestar en algunas comunidades por la falta de apoyo del Gobierno central a algunas de las decisiones impopulares que están adoptando los «barones» para cumplir con la exigencia de recortes. Es el caso del euro por receta y la privatización de la gestión de hospitales en Madrid, pero no es el único Gobierno regional que no se ha sentido respaldado por el Ejecutivo central en sus impopulares decisiones. «No se nos puede decir que no tenemos otra alternativa, que actuemos, y que cuando lo hagamos el Gobierno se ponga a mirar para otro lado o nos corte la cabeza», explica un veterano dirigente territorial del PP. La respuesta del Gabinete de Rajoy es que sí hay alternativa, incluso fiscal.
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