
Política
Camps libra en soledad su última batalla por el PP valenciano
No fue arropado ni por sus consejeros en el acto de su regreso a la política. Génova mira mal sus movimientos

El expresidente de la Generalitat y del Partido Popular en la Comunitat Valenciana, Francisco Camps, oficializó su puesta de largo la noche del miércoles en Valencia «en el mismo escenario en el que el PP celebraba las mayorías absolutas».
El sitio, es cierto, que era el mismo, pero el local ha cambiado tanto como la sociedad valenciana, la situación política o la realidad actual del Partido Popular de la Comunitat Valenciana.
Los oropeles brillantes a la par que rancios del Alameda Palace se han tornado en sombras negras de una moderna aunque impersonal e incómoda sala de conciertos del hoy Palau Alameda; y la terraza donde se contemplaba la Nit del Foc es ahora un moderno restaurante en el que el miércoles cenaron los que años antes celebraban aquellas victorias. Es cierto que eran los mismos... pero muchos años después, y aunque Camps se rodeó en primera fila de gente joven, no se libró de cierto tufo rancio. Y no es una cuestión de edadismo, pero muchos de los que el miércoles aplaudían disfrutan ya de pensión.
Nadie de sus pasados gobiernos acompaña ya a Francisco Camps en esta travesía del desierto para volver a liderar el PP-CV, y eso que desde 2003 hasta 2011 las carteras de las conselleries valencianas pasaron por más de cuarenta manos. Tan solo una de ellas, Trinidad Miró, se deja ver en alguna de las reuniones que montan los campistas. En la del miércoles, o no estuvo, o pasó desapercibida.
Ni sus vicepresidentes, que también los tuvo, ni sus portavoces, ni siquiera sus jefes de gabinete. Con algunos, la relación se pudrió en interminables procesos judiciales a los que se vieron abocados por haber formado parte de aquellos gobiernos. Otros, simplemente asumen que se les pasó el arroz.
Pero también hay dos personas que han tenido mucho más peso tanto político como orgánico, y que el miércoles se habían esfumado. Hay quien dice que les habían pedido que esta vez no vinieran. Las noticias son contradictorias. Se trata de los expresidentes de las Diputaciones de Valencia y Castellón, Alfonso Rus y Carlos Fabra, quienes también disfrutaron -hace años- de poderes plenipotenciarios en el partido, pero a quienes su paso por los calabozos o por la prisión empañó el lustre.
Desde el PP de la Comunitat Valenciana guardan cautela y el respeto debido al expresidente. Tan sólo el secretario general del PP-CV, Juan Francisco Pérez Llorca, dijo que no era este el momento, algo que ayer secundó también -ojo al dato- el propio Miguel Tellado, número dos del PP nacional.
Sin embargo, en los corrillos políticos no se habla de otra cosa, y casi siempre con media sonrisa en la cara. En la incipiente canícula estival, y con la actualidad informativa más pendiente de los escualos que merodean las playas, las performances de Camps dan mucho juego.
Sin embargo, todos los afines, próximos o asalariados del PP coinciden en lo mismo: ¿dónde estaban los compromisarios de Camps en el Congreso Nacional del PP?
Al expresidente valenciano le dolió -y mucho- que Alberto Núñez Feijóo lo obviara cuando elogió a la comitiva del PP valenciano que se había desplazado al congreso de Madrid. De hecho, fue un reproche que Camps no pudo sofocar mientras le juraba lealtad al líder gallego.
Pero es bien cierto que entre los seguidores de Camps que han de revitalizar al partido «que está muerto», ninguno alcanzó la credencial de compromisario.
Tan solo uno lo intentó, el otrora director general Josep María Felip, y alguien en el partido le recordó que, habiendo sido condenado por corrupción en la causa Cooperación, no parecía adecuado que representara al PPCV.
También hay quien dice que el entorno de Camps habría solicitado a la dirección del partido que les dieran diez compromisarios, algo que desde la dirección del PP niegan: «Aquí no ha llegado esa petición». Desde la corriente más oficialista del PP aseguran que Camps no ha intentado ser compromisario porque no lo hubiera logrado y hubiera evidenciado su debilidad.
De intentarlo, lo hubiera hecho en la circunscripción de Valencia, donde María José Catalá ha conseguido heredar parte del poder total que tuvo Rita Barberá. La relación entre Catalá y Camps tampoco es buena, y el expresidente no pierde ocasión de desmerecerla loando hasta el delirio a la que fue «alcaldesa de España».
Y en Génova no gustan nada sus movimientos.
El "Digan lo que digan" de Carlos Mazón
El presidente de la Generalitat y del PP en la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón, ha evitado de momento el encontronazo con Francisco Camps y, haciendo gala de lealtad institucional, respeta a su «molt honorable» homólogo. Una faceta no tan conocida del presidente Mazón es la de cantante. Incluso llegó a tener un grupo, Marengo, con el que se prodigaba en la balada y la cancíón ligera versioneando a los grandes de la música española. A uno de ellos, al mismísimo Raphael ha recurrido para contestar a Camps, y ya ha dicho que le tiene el máximo respeto repitiendo que «diga lo que diga».
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