28-M
Feijóo «salta» a la calle para buscar dos millones de indecisos
El equipo de campaña de Génova organiza encuentros diarios con los ciudadanos. Ferraz blinda a Sánchez en actos de partido y vídeos montados
Dos estilos de campaña opuestos sostendrán la estrategia de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez Feijóo en este ciclo electoral. Génova ha decidido emular la campaña de 2015 y de 2016 de Mariano Rajoy, y esto supone organizar una agenda que incluye contacto diario con la calle los quince días oficiales de campaña, y también en el grueso de la actividad de la precampaña.
La estrategia se contrapone con la que está siguiendo Moncloa con el presidente del Gobierno: mítines y encuentros «fake» con ciudadanos (preparados de antemano) o vídeos enlatados.
La justificación oficial es que Sánchez quiere movilizar al partido, al que nota que todavía le falta «punch» y también se argumentan motivos de seguridad. En cualquier caso, en este examen electoral se enfrentará la imagen de dos «candidatos», porque tanto Sánchez como Feijóo están de campaña, que se mueven en dimensiones opuestas. En el caso del líder popular, el equipo de campaña ha decidido centrarse en el voto indeciso, esos más de dos millones de personas que en unas elecciones generales fluctúan entre votar al PP o al PSOE.
Con una variable muy importante a tener en cuenta, y es que la cultura de voto de los españoles ha ido cambiando mucho, y cada vez se decide más la papeleta en los últimos días de campaña.
El volumen de indecisos en unas elecciones autonómicas y municipales no llega a esos dos millones de las generales, pero esta campaña del 28-M ha entrado en una inercia nacional en la que, en cierta forma, muchos de los esfuerzos que hacen los líderes nacionales se los podrían ahorrar porque, según los expertos, van a servir para poco.
Por si acaso, Sánchez y Feijóo se han echado la campaña sobre los hombros, y hoy jugarán el «balón» en el Senado, en otro de sus rifirrafes parlamentarios, conforme a las consignas que marcan sus respectivas estrategias. Sánchez mantendrá esa agresividad personalizada en el líder popular en la que sostiene sus arengas electorales, y el PP espera que Feijóo también «arree» al presidente del Gobierno, pero buscando ese difícil equilibrio con la coherencia con su propia campaña y sus objetivos.
Del precedente de las generales de 2015 y 2016, por la repetición electoral, la lectura que hoy hacen en la dirección popular es que la estrategia de «calle, calle, calle» resultó útil porque sirvió para remontar posiciones y acabar formando luego gobierno.
Entonces, el PP venía de los recortes, de Bárcenas..., y la situación hoy es distinta y los motivos de elegir el mismo camino, también: «Las razones de la campaña de calle de Feijóo son contraponerlo a la falta de calle de Sánchez».
La conclusión demoscópica de que en estas elecciones todavía quedará por repartirse un volumen muy importante de voto cuando se levante oficialmente la bandera del inicio de la campaña agranda la importancia de las «trampas» que puedan ir apareciendo en el camino para cada uno de los contendientes.
Hay sociólogos que estiman que la cifra de indecisos podría superar el 30 por ciento, y que alrededor de un diez por ciento tomará su decisión justo en el último fin de semana.
Las «trampas» que el equipo de campaña de Sánchez está colocando en el camino van dirigidas todas ellas a movilizar a su votante y sacar al PP de ese espacio de centro en el que se han empeñado en jugar el partido electoral.
Feijóo está dedicado a ampliar su espacio electoral, en una apuesta por una mayoría que le permita gobernar en solitario en el mayor número posible de «plazas» autonómicas y municipales. Este es el espejo en el que mirará la ciudadanía cuando tenga que ir a colocar su voto en la urna para las generales. El líder popular tiene al votante de la derecha muy movilizado, y no sufre el desgaste de la gestión del gobierno nacional que sí afecta al presidente del Gobierno.
Mientras que el equipo de campaña de Sánchez está preocupado por la desmovilización de los suyos, de su militancia y de votantes que, en principio, deberían estar asegurados en las urnas. La calle se la dejan a la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como complemento de la estrategia del líder socialista, que se mueve como «Evita».
Un reparto de papeles que ya se visualizará en esta campaña del 28-M, en lo que es una especie de ensayo de lo que vendrá después de septiembre en la carrera por La Moncloa.
A los «gurús» de Sánchez lo que más les preocupa en estos momentos son las consecuencias de la guerra de destrucción entre el espacio de Podemos y la plataforma de Sumar. Aunque ésta es también la salida por la que descargar responsabilidades en el caso de que las elecciones no vayan tan bien como esperan, o eso dicen, en Ferraz.
Si hay algo que parece claro en la izquierda es que quien menos tiene que perder en esta cita electoral es Yolanda Díaz. Salga bien o mal tendrá razones para atribuirse el mérito o para culpar a los demás del fracaso. Y en la guerra destructiva en la izquierda hay un factor que también puede ser relevante, el líder socialista no tiene el control sobre Díaz que han «vendido» desde su entorno.
La vicepresidenta y candidata de Sumar no se pliega a más interés que el suyo propio, ni se siente obligada ni agradecida ni a Iglesias ni al líder socialista. Ya lo dijo en la última entrevista en La Sexta a cargo de Jordi Évole.
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