PSOE

Felipe González calla... pero hablará

En el entorno del ex presidente aseguran que observa en silencio la situación en el PSOE hasta que vea oportuno hablar de lo que califican «un suicidio colectivo»

Desde la barrera. Así es como está viendo Eduardo Madina la enésima crisis que atraviesa el PSOE.
Desde la barrera. Así es como está viendo Eduardo Madina la enésima crisis que atraviesa el PSOE.larazon

«Felipe González no dice nada. Sólo mira y observa». Y, con seguridad, hablará cuando lo considere oportuno. En el entorno del ex presidente socialista se asiste con cierto estupor a lo que está sucediendo en el PSOE, que algunos califican como la escenificación de «un suicidio colectivo». Y se espera que no permanezca callado: ya entró en campaña en Badajoz a principios de diciembre para arremeter contra Podemos, el partido con el que Sánchez pretende formar el pacto de izquierdas, para advertir de la «estrecha relación» entre Iglesias y el partido chavista venezolano. Es más, llegó a afirmar que «los votantes de Podemos no saben de la dependencia que tienen del Gobierno chavista», y alertó de la falta de criterio de la formación para construir una nación.

La tensión en la calle Ferraz durante el Comité Federal fue un secreto a voces y las «malas relaciones de fondo», entre el secretario general y la líder andaluza, Susana Díaz, fueron más que evidentes como comentaba un barón a LA RAZÓN la noche del domingo.

Los resultados del PSOE en el 20 de diciembre no fueron buenos. Fueron malos, lisa y llanamente. Sin demasiados preámbulos ni circunloquios. Podemos no consiguió el «sorpasso» ni en escaños ni en votos, pero el PSOE fue incapaz de vencer al PP. Sánchez sacó fuerzas de flaqueza y marcó su estrategia: no a la investidura del PP y abrir negociaciones con Podemos. El Comité Federal le ha enmendado la plana. La negociación con Podemos sólo se iniciará si Pablo Iglesias renuncia a el referéndum. O sea, Sánchez podrá iniciar unas conversaciones condenadas al fracaso de antemano. En un calendario endemoniado, el congreso debería celebrarse en febrero, en medio del fragor de la batalla. En esas, Rajoy habrá sido rechazado por el Parlamento. En ésas, Pedro Sánchez deberá asumir el papel protagonista e intentar un acercamiento a Podemos. En ésas, fracasar porque el acuerdo es imposible. En ésas, el PSOE celebraría un congreso que ha pedido, nada más y nada menos, que Javier Fernández, presidente de Asturias. En esas, se podría estar convocando unas nuevas elecciones. Aquí está la clave del revuelo de ayer. Los barones no quieren ir a unas nuevas elecciones con el mismo candidato porque esto «significaría llegar terceros y eso no puede ser», apunta un miembro del Comité Federal. «Gobernar no es sólo conseguir la investidura, gobernar es hacer leyes y eso con Podemos es un oxímoron», comenta un dirigente muy próximo a Díaz.

El secretario general sólo está amparado por unos pocos fieles que disparan con bala «los barones quieren descabalgar a Sánchez para que si ganan, el nuevo secretario general ampare la investidura de Rajoy apelando al bien de España». Ya no es un cruce de sables es el inicio de la noche de los cuchillos largos. «No hay nada más democrático que un congreso para definir la posición del partido y elegir un candidato, ¿cuál es el problema?», responden los críticos.

En estas horas se ha hablado de un Congreso que «se hará cuando toque». Toca en febrero, pero desde el último cónclave el secretario general debe ser elegido por voto directo de los militantes. O sea, el proceso debe comenzar a mediados de enero. Sánchez no parece dispuesto a convocar este proceso. La mayoría de los barones, sí. Todo indica que las hostilidades empezarán en breve porque se ha concluido que Sánchez será un mal candidato en unas generales que tienen todos los visos de repetirse.