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Ferraz fía todo a que Chaves y Griñán renuncien a sus escaños

La Razón
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Ni Sánchez ni Díaz quieren tomar una decisión «necesaria» para el PSOE

Sólo queda una. Mar Moreno, la que fuera consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, y hoy senadora, declarará el próximo martes en el Tribunal Supremo. Será la última aforada en hacerlo, por el «caso de los ERE», después de José Antonio Viera, José Antonio Griñán, Manuel Chaves y Gaspar Zarrías.

En el PSOE se vive este asunto con preocupación. El lento goteo de declaraciones, por mucho que fuentes oficiales siempre remarcan como «voluntarias», martillea sobre un partido inmerso en la precampaña electoral de autonómicas y municipales de incierto resultado y pende sobre la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía como la espada de Damocles.

Desde el PSOE se remacha, una y otra vez, sobre la versión oficial. «Están declarando de forma voluntaria ante una figura, la del imputado voluntario, que no existe», afirman para recordar, acto seguido, que el líder socialista, Pedro Sánchez, «siempre ha creído en la inocencia de los que fueran presidentes de la Junta de Andalucía –y del PSOE– Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Dicho esto, las fuentes socialistas consultadas no esconden ni disimulan su desazón.

De momento, la investidura de Susana Díaz en Andalucía se vive con normalidad. Hay margen de dos meses para que la líder del PSOE andaluz consiga los votos necesarios para ser investida presidenta. «El tiempo juega a favor de Susana», manifiestan fuentes socialistas porque este plazo finaliza después de la contienda electoral del próximo 24-M.

En el PSOE se muestran convencidos de que después de esta fecha «las aguas volverán a su cauce, porque sería una locura total forzar una nueva convocatoria de elecciones. Los andaluces no lo entenderían». Sin embargo, el «de momento» tiene fecha de caducidad y una exigencia encima de la mesa por parte de Ciudadanos y Podemos: cualquier acuerdo para investir a Susana Díaz pasa por el abandono de Chaves y Griñán. De momento, la incidencia del caso en la campaña electoral no es alarmante pero puede llegar a serlo.

En el PSOE se esperan acontecimientos pero se sabe que es necesario dar una salida a esta cuestión que pone palos en las ruedas a la recuperación electoral del partido.

Para parar el golpe la versión oficial pero con la boca pequeña, un rumor está tomando cuerpo en las filas socialistas. Nadie asume su paternidad pero se contempla sin disimulo como una salida airosa. Este rumor da por hecho que Chaves y Griñán no serán imputados por el alto tribunal. Da por hecho que los ex presidentes no fueron los responsables de lo que Griñán calificó como de «gran fraude» porque siguiendo con sus palabras no existió un «gran plan». Por tanto, hay que esperar a que el Supremo decida, pero una vez conocida su decisión que se espera favorable jurídicamente para Chaves y Griñán hay que tomar decisiones políticas. Ni Sánchez ni Díaz quieren poner el cascabel a este gato, o sea, tomar la decisión fatal: exigir que dejen sus escaños. En el PSOE esperan que por «cariño a las siglas», «por responsabilidad» y «por el partido» –poniendo de ejemplo a Juan Fernando López Aguilar– Manuel Chaves y José Antonio Griñán dejen motu proprio sus escaños, asumiendo así sus responsabilidades y liberando al PSOE de una carga que se está haciendo muy pesada ante un calendario electoral muy largo y muy apretado en el resultado.