Congreso

El PP fuerza otra comparecencia de Sánchez por Marruecos

El presidente debe rendir cuentas por la relación con la monarquía magrebí y el papel en Ucrania

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez durante el pleno del Senado
Yolanda Díaz y Pedro Sánchez durante el pleno del SenadoGonzalo PérezLa Razón

Pedro Sánchez sitúa la política internacional como uno de sus principales activos de la legislatura porque ha conseguido proyectar varios éxitos diplomáticos, como la excepción ibérica en el ámbito europeo. Sin embargo, las relaciones exteriores también le han traído quebraderos de cabeza: sobre todo, las relaciones con Marruecos. La monarquía marroquí ha puesto contra las cuerdas a Sánchez en la arena internacional y, también, en el ámbito nacional tras haberle forzado a dar un giro con el Sáhara Occidental (las causas reales se desconocen y son motivo de sospechas en todos los espacios políticos). También, aunque en menor medida, la gestión de la guerra de Ucrania le ha generado problemas al presidente del Gobierno y también le ha granjeado desgaste porque el país de Volodímir Zelenski ha tenido que dar más de un toque de atención a España por falta de compromiso en el envío de material: todo ello porque Sánchez se ha visto muy condicionado por Podemos y sus socios parlamentarios.

En este sentido, por ambas cuestiones (Marruecos y Ucrania) se verá obligado a comparecer en el Congreso de los Diputados. Así lo ha forzado el PP, que ha contado con el apoyo de los aliados parlamentarios del Gobierno (muy críticos con Sánchez y su papel con Marruecos y Ucrania) y con el propio PSOE, un gesto que también refleja resignación ante las presiones y temor a perder más votaciones con estas cuestiones de política internacional. Todo apunta a que ambos temas se tratarán en la misma sesión plenaria: la comparecencia de Marruecos es para que se den explicaciones tras la cumbre de inicios de febrero y la comparecencia por Ucrania se produce un año después de que estallara la guerra iniciada por Vladímir Putin.

Lo cierto es que la sombra de Marruecos parece que persigue a Sánchez de manera incontenible tras su giro con el Sáhara Occidental (marzo del año pasado). Y ese cerco de toda la oposición y sus propios socios se ha multiplicado por las maniobras que ha hecho Sánchez en los últimos meses: en el Parlamento Europeo ordenó que los diputados del PSOE rompieran la disciplina de voto de su grupo parlamentario y evitaran votar contra Marruecos; y, la semana pasada, en el Congreso, los socialistas se quedaron solos en la votación de una proposición de ley impulsada por Podemos para dar la nacionalidad a los saharauis nacidos antes de 1976 (cuando el Sáhara estaba bajo soberanía española).

Estas maniobras dirigidas a no incordiar a Marruecos se contraponen con el gesto hostil de Mohamed VI, quien en la cumbre hispanomarroquí del pasado 1 y 2 de febrero plantó a Sánchez y eso ha evidenciado que Marruecos tiene ahora la posición de fuerza frente a España. Nuestro país ha quedado debilitado frente a Marruecos y ha quedado condenado a una pérdida de confianza con Argelia, un aliado económico (hasta 2022, era el principal proveedor de gas a España).

Desde marzo del año pasado, cuando se oficializó el giro de España con el Sáhara y Sánchez apoyó el plan de Marruecos de convertir a la antigua colonia española en una autonomía, los problemas del presidente del Gobierno en el Congreso se han ido sucediendo: perdió una proposición no de ley y tuvo que comparecer en mayo. Además, relacionado con Marruecos, también, se produjo en junio una multitudinaria llegada de migrantes subsaharianos que trataron de saltar la valla, pero fueron duramente repelidos por las fuerzas de seguridad marroquíes, lo que ocasionó una tragedia (23 muertos) y más problemas políticos para Sánchez porque sus propios socios han sido muy críticos con esa actuación.

Pero no solo Marruecos ha causado dolores de cabeza a Sánchez: también Ucrania. El Gobierno siempre ha ido arrastrando los pies a la hora de prestar material bélico (ahora, también, con el envío de los Leopard, donde España ha tenido un perfil bajo en el contexto europeo) y eso también le ha pasado factura a nivel internacional: en este sentido, por ejemplo, Zelenski relegó a España durante la ronda de comparecencias que fue haciendo en las sedes parlamentarias de los distintos países de la OTAN.