El «chantaje» de Puigdemont

La «fuga» de Sánchez a la UE perturba ya al PSOE

La inestabilidad parlamentaria y el pulso con Junts apuntalan la tesis de que buscará una salida rápida hacia Bruselas

Pedro Sánchez
Pedro Sanchez ,en el pleno del Congreso, reunido excepcionalmente en el Senado, debate la convalidación de tres decretos del Gobierno con medidas para amortiguar la crisis sin que todavía haya logrado los apoyos necesarios para sacarlos adelante, por lo que se prevé una negociación in extremis, especialmente con partidos como Junts. Alberto R. RoldánLa Razón

Diplomáticos y políticos de la órbita del PSOE llevan tiempo dando alas a la tesis de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, buscará más pronto que tarde una salida en la Unión Europea (UE), o en otro cargo en el ámbito internacional, para salvarse de la «quema» de esta legislatura. En el calendario señalan a este mismo verano, a las elecciones europeas, y a la próxima candidatura a la Presidencia del Consejo Europeo. Este runrún, que ha ido moviéndose en círculos socialistas con experiencia en política exterior, se ha hecho ya un sitio en el partido. Y el traumático episodio de esta semana en el Senado, con las agónicas votaciones de los tres primeros decretos leyes que aprueba el Consejo de Ministros, ha dado todavía más fuerza a esta inquietud en las filas socialistas por una posible «fuga» de su secretario general antes de que «el barco acabe de hundirse» por el coste de los pactos con el independentismo y el chantaje permanente del ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont. No ven buen final a esta etapa, y no ven a Sánchez dejándose «consumir» en Moncloa.

Más allá de las posibilidades reales de que esta previsión se haga efectiva, esto es una prueba del estado de ánimo que hay dentro del PSOE y de los oscuros pronósticos que hacen sobre cómo puede terminar la legislatura. Son dirigentes socialistas los que especulan con la idea de que el presidente del Gobierno se buscará una salida honrosa para él, antes de que le echen por la ventana, y que ésta pasa por encontrar un acomodo en algún alto puesto internacional antes de que el PSOE se someta al examen de unas nuevas elecciones generales.

Al presidente del Gobierno se le ha preguntado reiteradamente por esta posibilidad, y siempre la ha negado categóricamente, pero esto no borra esa sensación interna de que en cuanto pueda buscará una vía de escape que le permita mantener un prestigio y una posición de poder, dejando atrás la descomposición que temen que acompañe a este nuevo gobierno de coalición.

Para el cargo de presidente del Consejo Europeo el nombre natural era el del socialista portugués António Costa, que abandonó la responsabilidad de primer ministro tras saberse investigado por la Justicia en relación con varios casos energéticos. La crisis política causada por su dimisión obligó a su partido a improvisar y precipitar un cambio de liderazgo en tiempo récord y sin traumas internos. Hay quien piensa que la evolución de los hechos le ha rehabilitado ya, y que, por tanto, no hay otra opción alternativa, en la cuota socialista europea, para ese puesto que deja vacante el belga Charles Michel. Pero también están las voces, con experiencia en materia diplomática, que lo niegan y que sostienen que es la salida que busca Sánchez.

En este análisis no pasan por alto que el presidente del Gobierno se ha fijado como su gran objetivo de legislatura conseguir una victoria del PSC en las próximas elecciones catalanas, con la ambición de poder reeditar un tripartito, con ERC y los Comunes y la representación de Podemos. Las encuestas siguen sonriendo al PSC y al exministro Salvador Illa, pero no dan una mayoría suficiente como para gobernar en solitario. Ahora bien, si esto se confirmara, Junts se quedaría totalmente descolgado en las próximas elecciones catalanas, lo que les dejaría sin incentivo alguno para seguir apoyando a Pedro Sánchez y podría dejar también en el aire la legislatura. Las catalanas tocan para principios del 25, pero tanto el PSC como los demás partidos afectados por estos comicios no descartan que puedan ser convocadas a finales de este año, o incluso en octubre. En el PSOE no niegan que estas elecciones son un punto de inflexión, y que el salto de Sánchez a la política internacional es una opción que se ajusta a su perfil político.

Mientras que Moncloa se empleó ayer en contrarrestar la lectura que Junts hacía de las últimas cesiones conseguidas del PSOE a cambio de no tumbar los tres primeros Reales Decretos aprobados en Consejo de Ministros, en el Gobierno y en el PSOE hicieron balance de daños y cálculos sobre el plazo de vida de la legislatura. La falta de confianza en el «no» de Sánchez a que esté trabajando en su colocación en el ámbito internacional hace que incluso haya ya quinielas circulando sobre quién podría ser su sucesor, o sucesora, mejor dicho, ya que el nombre que más suena es el de Pilar Alegría.

Los «hombres» de confianza de Sánchez contestan a estos temores sobre la «fuga» presidencial con la confirmación rotunda de que tiene la intención de agotar la legislatura. Al tiempo que relativizan el alcance de las cesiones que Junts dice que ha conseguido a cambio de evitar que Sánchez mordiese

el polvo en su estreno parlamentario después de las últimas elecciones generales. Es verdad que las dificultades de la gobernabilidad dan pie al análisis de que

Junts está en la estrategia de hacer ruido, a sabiendas de que esas cesiones que presume haber conseguido no se conviertan en nada tangible, sean las balanzas fiscales o sean, por ejemplo, las competencias en Inmigración.

Pero Moncloa tiene el problema de que en el PSOE desconfían tanto de la palabra de Puigdemont como de la de Sánchez. Y el ruido de Junts ya ha hecho mella en los ánimos de los socialistas y en sus expectativas respecto al devenir de la legislatura.