Opinión

Ganar... perdiendo

El próximo domingo en la ruleta política serán imposibles gobiernos en solitario en caso de ganar los populares en Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Baleares, Extremadura o La Rioja.

Feijóo en un mitin del PP en Valladolid.
Feijóo en un mitin del PP en Valladolid.David MudarraPP

En los últimos días las encuestas han evolucionado al albur de la polémica de Bildu. Alberto Núñez Feijóo puede ganar las elecciones... perdiendo. La denuncia de Covite convirtió a Bildu en el eje central de la campaña. Los independentistas erraron en su jugada y ya no tienen tan claro un triunfo en Donosti, ni en Gasteiz y en Navarra han aminorado su ímpetu. La derecha ha conseguido durante esta primera semana de campaña mejorar sus expectativas, pero no es el PP el más beneficiado es Vox. Feijóo puede ganar, pero los gobiernos en solitario son casi un imposible. Y en unas generales mucho menos. El PP tendrá que pactar con Vox, de tal forma que casi se le está poniendo cara de vicepresidente a Santiago Abascal y en Génova lo saben. El próximo domingo también en la ruleta política serán imposibles gobiernos en solitario en caso de ganar los populares en Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Baleares, Extremadura o La Rioja. Con seguridad, el líder del PP dirá que no puede dormir como cuando Sánchez se negaba a ver un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Al final, a la fuerza ahorcan.

La única excepción puede ser Madrid. La Comunidad, porque en la capital podemos repetir el librillo. Díaz Ayuso no está dejando espacio a Vox. «ETA está viva», llegó a afirmar. Con Ayuso también Feijóo puede ganar... perdiendo. Ayer lo vimos cuando la presidenta madrileña siguió apostando –presionando– por la ilegalización de Bildu, a pesar de que ni siquiera las listas de esta formación serán impugnadas. Confundir Bildu con ETA es todo un sinsentido, un papanatismo. En Bildu conviven diferentes sensibilidades, algunas siempre contrarias al pistolerismo como Eusko Alkartasuna o la escisión de Izquierda Unida. Tampoco el Partido Comunista, el EPK en sus siglas vascas, de Roberto Lertxundi estuvo nunca al lado de aquellos cachorros del PNV que quisieron emular a los grupos violentos que surcaban Europa. Tuvo ETA también escisiones más violentas como los Comandos Autónomos Anticapitalistas que bebían de las fuentes de las tristemente célebres Brigadas Rojas italianas o la Baader-Meinhof alemana. Patxi Zabaleta fue el primero que puso pie en pared fundando Aralar. Zabaleta fue secretario general de HASI, la columna vertebral de Batasuna, y no le temblaron las piernas cuando se enfrentó a la banda reprobando el asesinato, y no fue el único, de Miguel Ángel Blanco. Luego la presión policial y política, del conjunto de la democracia, arrinconó a los más radicales y el grueso del independentismo radical, mirando de reojo los movimientos del IRA irlandés, fue virando hacia la democracia como método para conseguir sus objetivos. ETA se disolvió hace doce años, pero sigue vivo el movimiento abertzale. No ETA. En fin, la ignorancia siempre es atrevida pero tiene sus impactos. Lo vemos en los nervios que se viven en el PSOE. Hace una semana el partido estaba vivo y se podían retener los gobiernos autonómicos y muchas ciudades. La tormenta ha hecho estragos y provocado tensiones. En el cuartel general se espera que la tormenta amaine pero en muchos lugares el mal está hecho porque la repercusión del debate en los medios preocupa. Seguramente muchos pensarán que es un debate artificial, que el PP mezcla medias mentiras y medias verdades, que siempre la derecha desempolva ETA porque le da votos, pero este escenario era previsible y estar tres días mareando la perdiz, dudando y titubeando han hecho mella en las huestes socialistas. Si se temía este golpe bajo, lo lógico era estar preparado. Un profesional lo hubiera estado.