Opinión
¿Hay alguien ahí?
A este Gobierno las buenas noticias le duran poco. Llop tendrá que lidiar con el toro en puertas de unas elecciones
La ministra de Justicia no para de meterse en charcos. Le tocó el desagradable papel de ser el fusible en la bronca por la ley del «solo sí es sí». Cuando llegó al Ministerio, el fiasco ya tenía cuerpo de delito y ella no estaba, ciertamente, cuando se gestó, y se puso de perfil. Se lo recriminaron en sus filas y la ministra, a rastras, tuvo que dar la cara y se la partieron. Sus débiles argumentos cosecharon todas las críticas, de propios y ajenos, y le cayó la del pulpo. Su periplo por televisiones, radios y periódicos nada tiene que envidiar a las procesiones de Semana Santa. Fue todo un martirio y con la cara pagaba. La sonrisa se le borró.
Tampoco ella es la culpable, porque el malestar viene de lejos, pero ha afrontado una huelga, le viene otra encima, los funcionarios, y no se descartan plantes y acciones de jueces y fiscales. La ministra ha cerrado el conflicto de los letrados, pero se ha dejado tres abiertos. Funcionarios, jueces y fiscales han visto como por la movilización los letrados han tenido éxito en la negociación con el Ministerio y se aplican la misma receta. Lo curioso es que la ministra no tuviera la previsión de que si en un conflicto se satisfacen las reivindicaciones, otros colectivos se apuntan. Y no olvidemos que también es la ministra que hizo lo pertinente para que la fiscal general del Estado, exministra de Justicia, se reintegrara como fiscal de Sala en el Tribunal Supremo.
Por tanto, primavera caliente para el Ministerio de Justicia que al tiempo tendrá que volver a lidiar con la ley del «sí es sí». Será curioso si la ministra vuelve a tomar el papel de trinchera cuando se vuelva a ver la norma en el Congreso. Y eso será en el próximo periodo de sesiones, más pronto que tarde, pero con Podemos subiendo el tono por la cercanía de las elecciones y, sobre todo, para marcar posición en la tensa negociación que está viviendo con Sumar.
Los problemas laborales no son culpa de Pilar Llop. Es una asignatura pendiente del Gobierno, de todos los ejecutivos, que siempre torean la falta de personal en la colapsada administración de Justicia poniendo parches más que soluciones. Sería mucho pedir que Llop saltará a la palestra y lo solucionara de un plumazo. Esto sería injusto, pero la ministra va a tener que lidiar con el toro en puertas de unas elecciones y eso siempre es un buen argumento de presión para los que protestan.
Juan Fernando López Aguilar fue el primer ministro de Justicia que firmó un convenio para digitalizar la Justicia, aligerando papel y reduciendo trámites. Detrás de él, otros han seguido sus pasos. Resultado: fracaso total. La justicia es lenta y farragosa, hay escasez de personal en todos los estamentos y descontento generalizado por los salarios. Los ciudadanos solo ven tardanza, dilación y poca efectividad.
El primer «round» será con los funcionarios, que se consideran menospreciados por el incremento pactado con los letrados. Insisto, ¿nadie en el Ministerio supo leer que esta sería una consecuencia directa, más que previsible? Pues parece que no. Si ahora Llop llega a un acuerdo con ellos, que se prepare. Jueces y fiscales recogerán el testigo y el conflicto se le puede indigestar al Ejecutivo en un año electoral. No quiero ser agorero, pero a este Gobierno de Pedro Sánchez las buenas noticias le duran poco. A veces no es por su culpa, pero en la mayoría de ocasiones las buenas noticias son tapadas por errores propios, tensiones internas o pésimas estrategias. A veces uno se pregunta ¿quién está en la coordinación? ¿Quién mueve las piezas?
Desde la remodelación de julio de 2021 el eje central ha desaparecido. Nadie ha sustituido el papel que realizaba Iván Redondo. Ni en las negociaciones con el socio ni en la coordinación general. Y si me apuran, ni en la planificación. La pregunta ¿Hay alguien ahí? En Justicia no busquen la respuesta.
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