Política

Dos años de la victoria del PP

Hay razones para ser optimista

La Razón
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A finales del primer trimestre de este año las empresas que formamos parte del Consejo Empresarial para la Competitividad desarrollamos un documento titulado «España, un país de oportunidades», en el que avanzábamos, entre otros aspectos relevantes de nuestra economía, que el ciclo económico negativo finalizaría en el tercer trimestre de este año y que se iniciaría una recuperación lenta pero consistente.

Y creo que a estas alturas podemos afirmar que la economía española ha alcanzado ya el punto de inflexión.

Por primera vez desde hace cinco años, cuando empezaron a notarse los efectos de la crisis en España, hay razones objetivas para ser optimista y para asegurar que la situación ha empezado a cambiar.

Es verdad que la recuperación va a ser lenta y que, desgraciadamente, no se va a trasladar de forma rápida a la reducción del desempleo, una de las lacras fundamentales de nuestra economía.

Pero hay múltiples indicadores que invitan al optimismo, como el superávit de nuestra balanza comercial o el incremento real de la productividad de la economía española.

Sin embargo, hay otro dato para mí mucho más relevante, que es el crecimiento de la inversión publicitaria en televisión en los meses de septiembre y octubre pasados, que rompe una tendencia de caída consecutiva que ha durado años. Si tenemos en cuenta que la inversión en publicidad va unos meses por delante del consumo, este cambio de tendencia puede estar anticipando variaciones en el comportamiento del consumo el próximo año.

A estos datos hay que añadir la capacidad que ha demostrado la economía española para ajustarse y transformarse. Cambiar el modelo económico de una sociedad no es fácil ni se hace de la noche a la mañana.

En España estamos pasando de un modelo basado en el sector de la construcción, con mano de obra intensa y poca internacionalización, a un modelo de sectores de gran valor añadido como pueden ser las industrias biotecnológicas, aeroespaciales, agroalimentarias, o de la automoción, así como las tecnologías de la información. La mayoría de estos sectores no son muy intensos en mano de obra, por lo que la creación de puestos de trabajo no será tan rápida como ha sido su destrucción.

Hay razones para el optimismo, pero no debemos perder de vista que en nuestra economía todavía subsisten grandes problemas como el alto desempleo, los niveles de déficit y de deuda pública, la falta de liquidez del sistema financiero o la debilidad del mercado inmobiliario, que no van a solventarse de un día para otro.

Nos espera todavía un año delicado, sobre todo en términos de empleo, pero lo más importante es que la economía española no sólo dejará de caer, sino que crecerá alrededor del 0,9%, según las previsiones del Consejo Empresarial para la Competitividad. Y va a crecer de la mano de los nuevos sectores que hemos mencionado anteriormente y de los que seguimos siendo líderes como el del turismo, la construcción de infraestructuras o la cultura.

Si a todo ello le sumamos una mejora de las perspectivas para el conjunto de Europa podemos sentirnos razonablemente optimistas.