El desafío independentista
Inocencio Arias: La unidad
El diplomático reconoce que «yo puedo tener costumbres y alguna reacción diferente a la de un canario, un gallego, un catalán o un leonés, pero tengo muchas más cosas que son iguales o parecidas
El diplomático reconoce que «yo puedo tener costumbres y alguna reacción diferente a la de un canario, un gallego, un catalán o un leonés, pero tengo muchas más cosas que son iguales o parecidas.
La ignorancia, el desconocimiento de nuestro entorno y de las personas con las que convivimos es lo que nos lleva a la ruptura, a la disgregación social. Poner fin a esta situación, derivada principalmente de la crisis catalana, es en este momento una tarea fundamental de cara a 2019. Así lo piensa el diplomático español Inocencio Arias que analiza los ingredientes necesarios para retomar el camino de la concordia.
«Conseguir la unidad no es imposible aunque sí complicado. Hay demasiado provincianismo e, incluso, lavado de cerebro en algunas comunidades autónomas. En Cataluña, por ejemplo, se ha fomentado un victimismo supremacista (''los catalanes somos mejores y, sin embargo, Madrid nos viene robando desde hace siglos'') que ha calado en miles y miles de personas. Creen de verdad en patrañas o exageraciones increíbles hasta hace poco.
Esto no se borra en dos años. Unas autoridades que miran con frialdad a Tarradellas y al mismo tiempo veneran a un político golpista en la República y de pasado turbio en la Guerra Civil como Companys, son las que controlan la educación en esa parte de España». Para el diplomático no es sencillo hacer pedagogía en determinados ambientes: «No creo que los discursos del Rey sean piezas oratorias parecidas a las de Cicerón, pero no pasarlos, y lo que es más grave, casi silenciarlos (teniendo en cuenta que es el Jefe del Estado) se traduce en una tendenciosidad y una política sistemáticamente divisoria».
Para Arias, el problema se agrava cada año mientras haya televisiones que practiquen pertinazmente la división, como ocurre con TV3, y textos educativos sesgados «en los que no hay la menor supervisión del Estado. Donde hay 35 separatistas, dentro de diez años habrá 45, y dentro de 20 años, 55», lamenta.
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