Valencia

Izar, el ángel que nació entre demonios

Tiene tres años y ha crecido en la cárcel. Sus padres, la etarra Majarenas y el traficante de drogas Stylianos, se conocieron en un curso de informática en Mansilla de Mulas.. Ahora el «Estado opresor» contra el que atentó su madre las permitirá seguir juntas después de que su progenitor intentara matarla en un permiso.

Izar en la casa del padre que publicó la foto el día que intentó matarla.
Izar en la casa del padre que publicó la foto el día que intentó matarla.larazon

Tiene tres años y ha crecido en la cárcel. Sus padres, la etarra Majarenas y el traficante de drogas Stylianos, se conocieron en un curso de informática en Mansilla de Mulas. Ahora el «Estado opresor» contra el que atentó su madre las permitirá seguir juntas después de que su progenitor intentara matarla en un permiso.

El «Estado opresor» al que ella quería combatir con asesinatos y otros actos criminales le permitió hacer, en la prisión leonesa de Mansilla de las Mulas, el curso de informática en el que conoció a otro recluso, del que se enamoró. No tuvo mucha suerte en la elección de la pareja, pero eso es algo personal. Ese mismo «Estado opresor» le ha concedido ahora, en una decisión magnánima, el segundo grado y un piso de acogida en Madrid, en el que podrá vivir en libertad con la niña, fruto de esa unión, que acaba de cumplir tres años.

Su comportamiento en la cárcel, al menos en la de Mansilla, se mantenía dentro de la disciplina marcada por el Colectivo de Presos Políticos Vascos, el EPPK, que controla ETA (recientemente se le había mantenido la calificación en primer grado), y aún así ese «Estado opresor», comprensivo con la situación familiar por la que atravesaba, ha sido indulgente con ella y le da una nueva oportunidad junto a su hija.

La etarra Sara Majarenas y Stylianos Messinezis, condenado por un delito relacionado con el tráfico de drogas, se conocieron en el área social de Mansilla de las Mulas mientras seguían un curso de informática. Se enamoraron y se casaron en prisión. Disfrutaban de los vis a vis que permite el reglamento penitenciario y fruto de aquella relación nació Izar.

El área social, que incluye sala de estudio y biblioteca, permite la realización de estos cursos, terapias de grupo y actividades similares, con las que se pretende la reinserción en la sociedad de los reclusos.

Él, griego de origen etíope

Él, de 49 años de edad, nacionalidad griega y origen etíope, terminó de cumplir condena antes que ella, que fue trasladada a la cárcel de Picassent, en Valencia. El centro cuenta con un módulo de madres que permite que las reclusas puedan convivir con sus hijos hasta que cumplen los tres años.

Allí vivió la pequeña durante todo ese tiempo, salvo algún fin de semana que salía con su padre. Su día a día era monótono: guardería por la mañana junto a los hijos de otras 15 presas del mismo módulo (cuatro de ellas etarras) y, por la tarde, salía patio antes de regresar a la celda. Así iba a estar hasta que cumpliese tres años, pero Majarenas ya tenía otros planes para su hija llegado ese momento y, según algunas informaciones, su intención era que, una vez cumpliera los tres años, fuese a vivir con su abuela. La relación con su marido no pasaba por el mejor momento y ella temía que intentase llevársela fuera de España.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes penitenciarias, Majarenas, que perteneció al «comando Levante» de ETA, seguía las consignas del citado EPPK yparticipaba, por ejemplo, en las «manifestaciones» que en su momento les ordenaron realizar todos los jueves; «chapeos», quedarse en las celdas y otro tipo de protestas. «No era una cabecilla, pero participaba en todo», agregaron. De hecho, el pasado 21 de enero, la Junta de Régimen de Picassent había decidido mantenerla en el primer grado penitenciario.

Pensó que la había matado

Sin embargo, la vida de Majarenas había cambiado por completo cinco días antes. Su marido había sacado, con permiso materno, a la niña de la cárcel para que pasara el fin de semana con él. La llevó a su piso de la localidad valenciana de Benifaió, donde vivía con otros tres hombres y allí, sin que se conozca bien los motivos, en un determinado momento apuñaló en varias ocasiones a su hija, hasta el punto de creer que la había matado. Al menos fue lo que dijo cuando se presentó ante la Policía municipal, cuyos agentes comunicaron inmediatamente lo ocurrido a la Guardia Civil.

Afortunadamente, la niña, que presentaba heridas de arma blanca en tórax y espalda, estaba viva. La rápida reacción de los miembros de las Fuerzas de Seguridad, que tuvieron que derribar una puerta blindada, evitó que muriera y pudiera ser trasladada a la UCI Pediátrica del Hospital La Fe de Valencia, donde los facultativos pudieron estabilizarla. Majarenas fue trasladada al citado hospital para que pudiera estar con la niña.

Ese mismo día, Stylianos había colgado varias fotos de la pequeña en una red social, donde poco antes publicó un mensaje algo premonitorio: «La cura para el dolor está en el dolor».

Recientemente, la presa había dirigido un escrito al Juez Central de Vigilancia Penitenciaria, José Luis Castro, en el que le relataba lo ocurrido con la «bestial agresión» de su hija por parte del padre. Le solicitaba, al tiempo que hacían una renuncia expresa a ETA, que adoptase las medidas oportunas para que pudiera estar con su hija. «No pertenezco ni perteneceré a ETA», aseguró y agregaba que renunciaba a utilizar vías violentas. Se ofrecía a trabajar para la reparación de los daños causados a las víctimas del terrorismo de ETA y de todo tipo de violencia. «Mi única prioridad es estar junto a mi hija», reconocía Majarenas.

Vivirá junto a su hija en un piso

El magistrado acordó el pasado jueves concederle el segundo grado penitenciario y permitir que abandonara la cárcel de Picassent (Valencia). A partir de ahora, según explican las citadas fuentes, vivirá junto a su hija en uno de los pisos que tiene en Madrid la Fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos, institución dependiente de la cárcel de Aranjuez.

El magistrado tuvo en cuenta para adoptar esta decisión que se trataba de «un caso excepcional» y la situación de «vulnerabilidad» de la pequeña, que al cumplir tres años ya no podía estar, como hasta ahora, junto a su madre en el centro penitenciario donde cumple condena, Majarenas, en prisión desde 2005 y que completará la totalidad de su pena en abril del próximo año. Además, la Junta de Tratamiento de Picassent ha elaborado un informe favorable a la adopción de la medida.

Sara Majarenas formó parte, junto a Mikel Orbegozo, del «comando Levante» de ETA que fue desarticulado por la Comisaría General de Información de la Policía en febrero del año 2005, en un hostal de Valencia, donde ambos se habían registrado con documentación falsa.

Habían confeccionado una bomba-lapa, de las que se colocan en los bajos de los coches y se activan con el movimiento, y su objetivo inmediato era un teniente coronel del Ejército. También habían planeado atentar contra la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá.

Casi 12 años

De la renuncia ahora a la banda criminal ETA al grito que dio cuando la introducían en un coche policial –«Democracia y libertad para Euskal Herria»–, han pasado ya casi 12 años. La España que ella quería combatir le ha demostrado que es una auténtica democracia (no como la «república socialista» que querían imponer en el País Vasco) y que, ante la terrible situación por la que ha atravesado (con un dolor diferente, pero dolor al fin y al cabo, como el de las víctimas que causaba el grupo criminal al que pertenecía), le permite ahora vivir con su hija en libertad, algo que ya nunca podrán hacer otros españoles de Zaragoza, Barcelona, Vic...