Víctimas del Terrorismo
José Centeno: «Rubalcaba me mintió con mi hijo de cuerpo presente»
Padre de Raúl, Guardia Civil asesinado por ETA en Capbreton
Es la primera entrevista que concede, no quiere fotografías. Seguirá caminando como pueda por la senda del dolor e intentando afrontar la ausencia de su hijo Raúl, uno de los dos jóvenes guardias civiles asesinado por ETA en Capbreton. Lleva una simpática fotografía de él, ofreciéndole un plato de patatas fritas, cómo salvapantallas del móvil. «Era un niño encantador», recuerda. Tenía un sueño: ser patrón de barco y volver a Alicante. Su padre reconoce que le «obligó» a estudiar una carrera, óptica y optometría, y cuando terminó le dijo Raúl: «He hecho lo que tú querías, ahora déjame hacer lo que yo quiero». «Ante eso tuve que rendirme», cuenta emocionado Jóse Centeno. Mi hijo quería luchar contra el terrorismo, contra «estos indeseables».
–Consciente del peligro de su destino, ¿alguna vez Raúl sintió miedo?
–Los que estamos en la Guardia Civil dejamos el miedo a un lado. Si lo sentía, no lo decía. Yo sentía miedo por él. Le decía que lo dejara, que cuatro no iban a arreglar el mundo. Pero él me contestaba: «Alguien tiene que hacerlo». Era muy valiente y lo demostró cuando salió del coche con el primer tiro en la cabeza.
–¿Qué esperan ahora?
–Para las víctimas es importantísimo que se detenga a todos los terroristas, y digo a todos, porque sé que no se está haciendo y es algo que nos da mucho miedo.
–¿Se refiere a Josu Ternera y a los que aún permanecen huidos?
–Sí, o esas ambigüedades. Por ejemplo: Sabino Urralde, que nos dio un mitin en el juicio de Capbreton, tiene una euroorden de busca y captura. Había estado la semana anterior en Bayona y 15 días antes en Navarra. Cuando dos gobiernos pueden detener y no detienen, nos crean una incertidumbre enorme.
–¿Cree que se ha hecho justicia?
–Entiendo que el juicio es justo. A la prueba de odorología –peritaje del olor canino– finalmente no le han dado el mismo valor que a la del ADN, y eso ha sido el problema a la hora de condenar a Asier Bengoa. Él es el tercero que estuvo en el escenario del crimen, así lo dice el fiscal, pero el tribunal le ha concedido el privilegio de la duda, cosa que no hicieron los terroristas con nuestros hijos.
–¿En España se debería imponer la cadena perpetua como en Francia?
–Estoy convencido de ello. Y además hay que ir más allá: la cadena perpetua revisable está un poco solapada, no es real. En estos casos debería imponerse la cadena perpetua. Al Gobierno no debería temblarle el pulso a la hora de aplicarla.
–¿Se han sentido respaldados por los políticos, la sociedad...?
–Me sentí respaldado por Esperanza Aguirre. El Gobierno anterior nos ayudó, pero a la vez, con mi hijo de cuerpo presente, me mintieron. Rubalcaba me negó en aquel instante que se estuviera negociando con ETA. Luego se ha demostrado que no era así. Él sabrá... Ahora me da miedo la ambigüedad del Gobierno actual. Tienen que ser más firmes porque yo sé más de lo que ellos creen.
–¿Cree que ETA puede volver a atentar?
–Sí. Ibon Gogeascoechea, que se erigió en portavoz de los terroristas en el juicio, lanzó una advertencia velada: «Cuidado, los gobiernos no están por la labor del diálogo y, de no aceptar esto, puede traer gravísimas consecuencias».
–En algún momento, ¿se encaró con los asesinos de Raúl?
–Nos hemos cruzado con ellos a diario, hemos estado mi esposa y yo los 24 días en París. El peor día fue el de la exposición balística. Fue tremendo. Mi hijo aparecía con la cabeza abierta de la autopsia con dos tiros, y no tuvieron valor de mirar a la pantalla. Empezaron a hablar entre ellos, lo mismo hacían las familias y les dije: «Mirad lo que hacen vuestros hijos». Todos estaban con la cabeza agachada. No te aguantan la mirada. Fuera de la manada no son nada. Me costó un día o dos, pero no dejé de llamar a Carrera Sarobe «asesino, asesino, asesino». Él agachaba la cabeza.
–¿Qué sintió cuando leyeron la sentencia?
–Una sensación muy rara. Un alivio por la cadena perpetua de «Ata», un «bueno» por los 28 años de Saioa Sánchez y un «qué pena» por los 15 de Asier Bengoa. No me gustaría verlos salir ni dentro de 20 ni de 22. No tienen sentimientos. Aquí no hay reinserción.
–¿De dónde sacó fuerzas? ¿En qué pensó?
–En Raúl y en que me lo han quitado porque les ha dado la gana. No sé cómo pude ser fuerte. Mi mujer se hundía al llegar al hotel, porque ahí estábamos los dos solos.
–Con la izquierda abertzale en las instituciones, ¿están ganando la partida?
–Creo que sí. No sé el papel que le dejó el anterior Gobierno al actual, pero tienen que ser más duros. Nadie queremos que vuelvan a matar, pero, para que no maten, ¿tenemos que vivir de rodillas?, ¿cuántos indicios hacen falta? No se puede hacer borrón y cuenta nueva y aquí no ha pasado nada.
–¿Qué le sorprendió más del juicio?
–Los testigos: trajeron a un tal Ibon Nievel, que se presentó allí a hablar de su libro y de las torturas. Fue patético. También trajeron a un estadounidense para rebatir la prueba del olor con perros especializados. Resultó ser un abogado especialista en delitos fiscales que se limitó a hablar de su currículum y de lo que había leído en una revista. También me llamó mucho la atención que tenían hasta ocho abogados. ¿Quién los paga? ¿Quién costea los autocares de la gente que los acompañaba? No puedo olvidarme de los niños. Fíjate si son despreciables que los usan para «defender» sus ideales. No sé por qué Gogeascoechea llevó a sus hijos. ¿Para dar pena? ¿Para decir que es un padre de familia y que no ha hecho nada? No lo entiendo. Le dije que por qué no los trajo a la prueba balística. Le pregunté qué futuro tenían esos niños, que son hijos, sobrinos y nietos de terroristas. Sólo me respondió que su abuelo no fue terrorista, pero que su padre había sido perseguido en la guerra. Ahora nos salen Otegi y Eguiguren también con sus niñas...
–¿Ha logrado reconstruir lo que pudo pasar?
–Tengo mi propia hipótesis, que no coincide con lo que se ha dicho. Después de oír a un testigo, creo que lo que ocurrió es que Raúl y Fernando detectan a los terroristas y salen de la cafetería. Para mí ahí empieza el problema... Ellos estaban con el coche arrancado, listos para marchar, tal vez esperando instrucciones y no les dio tiempo a marcharse. La emisora estaba abierta. No hubo comunicación. Mi hijo me decía cuando salíamos a tomar algo por ahí. «Papá, no hables del tema que no sabes quién puedes tener al lado». A mí mi hijo me decía eso. Por ahí no pueden engañarme. Me niegan que hubiera negligencias. A mi hijo no me lo van a devolver, no quiero hacer sangre con esto.
–¿Qué le diría al tribunal de Estrasburgo que delibera sobre la «doctrina Parot»?
–Lo primero, que es incomprensible que un Estado tenga en el tribunal de Estrasburgo a un español puesto por el Gobierno anterior y contrario a la «Parot». ¿Cómo los demás jueces que están ahí van a conceder al Gobierno español lo que solicitan cuando su propio representante es contrario a ello? Les diría que la doctrina tiene que salir adelante, es nuestra salvación para tener algo de paz. No puede ser que salga tan barato matar.
–¿Qué impresión le ha quedado de los etarras juzgados en Capbreton?
–Entiendo que son pistoleros, trabajan a sueldo. Son marionetas... pero, ¿quién mueve las cuerdas de esas marionetas? Si algún día llegamos a saberlo creo que nos temblarán las piernas. Decían que no hablaban porque «la organización se lo impide...». ¿Quién es la organización? ¿A quién tienen que rendir cuentas de las cantadas que hacen cuando los detienen?
–¿Cree en la Justicia española?
–Me cuesta mucho. Me gustaría saber qué interés tiene el juez Pedraz en el traslado temporal de los etarras de Capbreton. Lo ha pedido en dos ocasiones: antes del juicio y durante la vista. ¿Por qué tanta prisa? ¿Quiere juzgarlos antes de que cumplan condena para que les valga la impuesta por Francia? Que me lo explique.
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