Cádiz
«Kichi»: del «Sí se puede» al «No sabemos»
Intenta tapar su desgobierno con la «bancarrota» de Cádiz
Cristian Colusso era una promesa del fútbol argentino que recaló en el Sevilla en 1996. Un tal José María González... De Caldas lo fichó y lo puso a las órdenes de Camacho. Tras su debut, el rosarino –lo único en común que tiene con Messi– reconoció que le «temblaron las piernas». Ni un psicólogo logró recuperar para la élite al joven futbolista. Al nuevo alcalde de Cádiz, socio cadista, no le sonará extraño este síndrome que hoy se le podría aplicar en sus primeros tres meses de gestión al frente del Ayuntamiento gaditano. Inexperiencia, inestabilidad, política dinamitada... fueron los epítetos más repetidos para definir la actuación del ex primer ministro griego Alexis Tsipras y que le llevaron a presentar la dimisión. Y son los mismos que califican hoy la etapa de José María González, «Kichi» al frente del consistorio. Su propia pareja y líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, se mostró «atemorizada», precisamente, por que el «temblor de piernas» del dirigente griego tuviera un reflejo en su propio campo de juego.
«Kichi» no deja de recibir bofetadas de realidad. El viernes ya salió derrotado del primer Pleno ordinario de la legislatura. Un revés que no es más que un reflejo de sus debilidad. PSOE, PP y C’s tomaron el mando y bloquearon su primer gran proyecto: un pacto social por el agua. El motivo, las dudas generadas por la participación de Luis Babiano, un personaje vinculado a Podemos, como gerente de la asociación Aeopas y que llevó a los socialistas a acusar al alcalde de pretender «crear un entramado de amigos y compañeros afines a su organización».
Los populares se preguntaron si con este movimiento pretende «financiar organizaciones ad hoc». Lo cierto, sea como fuere, es que con diez concejales (los que suman Por Cádiz si se puede y Ganar Cádiz en común) resulta imposible gobernar frente a una oposición que acumula 17, incluido un PSOE que, desde los ojos de Podemos, se muestra más contundente que en la etapa de Teófila Martínez, pese a ser quien facilitó la investidura de «Kichi».
El agrio desencuentro político también tiene su respuesta pública. Los ciudadanos reclaman al alcalde que «trabaje por el pueblo de Cádiz en vez de sacar titulares». Y en esa tarea, González se verá obligado a ejecutar proyectos aprobados en el Pleno que no están dentro de su ideario y sus propuestas será difícil que salgan aprobadas. ¿No les recuerda a la situación de Tsipras? Tanto es así, que ayer mismo el Gobierno municipal gaditano tenía que hacer oposición; sí, oposición. Así, emitió un comunicado para lamentar que el PSOE haya permitido que saliera adelante una propuesta en el Pleno que apoya la construcción de un aparcamiento subterráneo pese a un informe técnico que revela que «el proyecto se dispararía hasta los 8,8 millones, cuatro más de los previstos inicialmente». Días atrás hizo algo parecido al no fructificar las gestiones para la conformación de los consejo de administración de las empresas municipales.
En el Gobierno y sin poder gobernar o saber hacerlo. Porque el Pleno reflejó la falta de conocimiento del funcionamiento de las sesiones y cierto descontrol en las formas. Todo ello con los gaditanos como víctimas de un conflicto que amenaza con eternizarse durante cuatro años. Suficiente para que empiece a tomar cuerpo el eslogan deslizado por el PP: «Han pasado del ‘‘Sí se puede’ al ‘‘No sabemos”».
Recientemente, José Blas Fernández, concejal del PP, también llamaba la atención sobre la «hipocresía» de un alcalde que manda una carta al Gobierno griego diciéndole que «la deuda es más que legítima y que tienen todo el derecho a tenerla y a no pagarla», mientras que la deuda de su ciudad, que «ha servido para que Cádiz no dejara de avanzar, le parece una monstruosidad».
Con 270 millones de deuda, el Ayuntamiento de Cádiz está «en quiebra», según el alcalde, que acusa a PSOE, PP y C’s de estar conformando una pinza o buscar ganancia de pescadores en río revuelto. Demasiadas excusas para tapar la falta de capacidad política. Colusso jamás triunfó en el fútbol.
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