El desafío independentista
La baza de Puigdemont: Suspensión del Pleno para ganar tiempo
El entorno del líder de Junts per Catalunya apuesta por aplazar la sesión de investidura de mañana a la espera de la decisión del Tribunal Constitucional sobre el recurso del Gobierno, paralizando mientras tanto la actividad del Parlament
El entorno del líder de Junts per Catalunya apuesta por aplazar la sesión de investidura de mañana a la espera de la decisión del Tribunal Constitucional sobre el recurso del Gobierno, paralizando mientras tanto la actividad del Parlament.
La decisión del Tribunal Constitucional (TC) de suspender cautelarmente la investidura no presencial de Carles Puigdemont y supeditar su hipotética asistencia a la sesión a la autorización del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena deja prácticamente sin margen al líder de Junts per Catalunya de cara al Pleno convocado para mañana.
Si, en contra de la resolución del Alto Tribunal, el presidente del Parlament, Roger Torrent, avalase la vía telemática o delegada, ese acuerdo sería «radicalmente nulo y sin valor y efecto alguno», como ya ha avisado el TC, por lo que la investidura, de consumarse, no tendría ninguna efectividad jurídica. Y en caso de que Puigdemont intentase regresar evitando ser detenido, el Pleno del Constitucional ha desbaratado su candidatura si no cuenta con el permiso de Llarena. De ahí que, según fuentes de su entorno, el ex president de la Generalitat baraje la baza de una suspensión del Pleno de mañana a la espera de lo que decida el TC (consciente de la división existente entre los magistrados) sobre la admisión a trámite del recurso del Gobierno contra su propuesta como candidato. Un escenario que, además, le permitiría ganar tiempo y, subrayan, «pasarle de nuevo la pelota al Gobierno».
«El propio Tribunal Constitucional ha dado los argumentos a Torrent para suspender el Pleno del martes», aseguran. Y recuerdan que en su resolución el tribunal de garantías suspende, «mientras se decide sobre la admisibilidad de la impugnación», cualquier sesión de investidura «que no sea presencial».
La apuesta, por tanto, pasa por forzar que no haya sesión de investidura hasta que el TC se pronuncie sobre la admisión de la impugnación del Ejecutivo de Mariano Rajoy. «El TC no quería admitir ese recurso por prematuro, porque cambiaría toda su jurisprudencia al respecto –argumentan–, y la solución por la que ha optado es acordar una suspensión cautelarísima que nadie le ha pedido». Todo propiciado, dicen, porque el Gobierno «le ha hecho una faena y le ha obligado a actuar deprisa y corriendo».
El entorno del ex presidente de la Generalitat tiene un pronóstico al respecto: «Cuando se estudie la impugnación ya estará vacía de contenido (si finalmente se suspende el Pleno convocado con la propuesta de Puigdemont como candidato que el Gobierno recurrió), por lo que el objeto de la impugnación decae y no tiene sentido pronunciarse sobre su admisión». En ese supuesto, recuerdan, las medidas cautelarísimas acordadas por el Constitucional dejarían de estar en vigor, lo que abriría una nueva ronda de conversaciones de Torrent con los grupos para proponer a un candidato. Si Puigdemont es otra vez el elegido, el tira y afloja jurídico volvería a la casilla de salida, con la incógnita de si el Gobierno (tras las dudas de varios magistrados del TC y el rechazo del Consejo de Estado) acudiría de nuevo al Alto Tribunal sin esperar a que se constatase la presumible ausencia de Puigdemont en la Cámara.
Pero si, por contra, los magistrados deciden admitir la impugnación del Ejecutivo (incluso a riesgo de hacer añicos la unanimidad que hasta ahora ha caracterizado su respuesta al desafío soberanista), Puigdemont y los cuatro ex consellers huidos tienen claro que esa resolución «abriría el camino a Estrasburgo» (en busca del respaldo del tribunal europeo).
De momento, el TC ha abierto un plazo de diez días para que tanto el Parlament como los diputados de Junts per Catalunya, Puigdemont incluido, presenten sus alegaciones. ¿Qué pasaría con el proceso de investidura si el Pleno del martes no se celebrase? «No hay previsión al respecto», aseguran las fuentes consultadas. Según el Reglamento del Parlament, la sesión de investidura debía celebrarse, como muy tarde, el próximo miércoles y 48 horas después una segunda si el candidato no obtiene mayoría absoluta. Fracasada esta segunda, antes de dos meses debe investirse a otro candidato. Si no es así, la convocatoria de nuevas elecciones es ineludible.
«El TC nos deja en el limbo»
Pero, ¿qué ocurre si no se llega a celebrar siquiera la sesión de investidura? «Acatando la suspensión cautelar, el TC nos ha dejado en el limbo y el Parlament estaría paralizado hasta que se pronuncie sobre la admisión del recurso del Gobierno», aventuran.
Según esas mismas fuentes, en las actuales circunstancias el regreso del ex president no se va a producir, pues tienen asumido que en ese caso a Puigdemont le espera una larga estancia en prisión. «Un político en la cárcel pierde toda relevancia –subrayan–. ¿Quién se acuerda de Junqueras? Ninguno de los dos es Mandela, para eso tienes que pasarte veinte años en prisión».
Además, añaden, si el ex president se presentase en solitario en el Parlament «dejaría vendidas a las únicas personas que le han acompañado estos meses al cien por cien (los ex consellers refugiados también en Bruselas)», que no contemplan un posible regreso. «No va a volver. Sería una locura».
De ahí que la guardia de corps de Puigdemont considere las especulaciones sobre una posible vuelta del ex president, previa «negociación» con el Tribunal Supremo, un mero señuelo para propiciar su regreso, que acarrearía ineludiblemente el ingreso en prisión. Y advierten una creciente confluencia de intereses entre el Gobierno, ERC y un sector del PDeCAT que quiere pasar página a las turbulencias judiciales del «procés», unidos todos por un mismo objetivo, «cargarse a Puigdemont».
La posibilidad de que, ante una situación de bloqueo, el Gobierno termine por convocar elecciones con el 155 todavía en vigor no les asusta: «Si las convoca le hace un favor a Puigdemont. Otro más».
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