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La mezquita de San Sadurní, bajo sospecha tras el atentado
El viernes, un día después de los ataques, los Mossos registraron el templo en busca de pruebas ante una posible conexión con los yihadistas
El viernes, un día después de los ataques, los Mossos registraron el templo en busca de pruebas ante una posible conexión con los yihadistas.
La zona del Alto Penedés es un buen refugio. Tierras del cava, viñedos interminables y pequeños pueblos dispersos en una comarca, la de Subirats, cuyo común denominador es la tranquilidad y el «laisser faire» de sus paisanos. Sin embargo, este sosiego ha sido quebrantado tras conocerse que el autor de la matanza de Las Ramblas llegó hasta allí, exactamente a San Sadurní de Noya, donde finalmente fue abatido. Se investiga ahora si Younes Abouyaaqoub tenía algún contacto en la zona, algo muy probable, ya que el terrorista no llevaba la misma ropa que el día del atropello mortal y resulta extraño que durante cinco días no comiera ni bebiera. Además, una peculiaridad de estos municipios es la gran comunidad musulmana que hay en ellos, especialmente en Vilafranca del Penedés y San Sadurní. Así que la posibilidad de que Younes acudiera hasta aquí desde Sant Just Desvern en busca de algún contacto para que le ocultaran hizo que los mossos se movilizaran desde el primer momento en esa zona.
San Sadurní fue uno de los primeros de los objetivos, de hecho según confesaron ayer a LA RAZÓN vecinos de este pequeño pueblo de la provincia de Barcelona (a unos 34 kilómetros de la capital), varios agentes realizaron registros en diferentes puntos de la ciudad el viernes, el día siguiente al atentado. Uno de ellos fue una de las dos mezquitas que hay en este pueblo ubicada en la calle Diputación. Desde entonces, la puertas de este templo islámico permanecen sellados y su imán encerrado en casa. «A las dos abren para el rezo», asegura un feligrés. Pero ni si quiera a esa hora tan señalada se abre. «Vinieron los mossos, rodearon la manzana y registraron la mezquita. A mí nunca me han dado buena espina lo que llevan estos», confiesa Manel, que reside en las proximidades de esta avenida, muy próxima al ayuntamiento. «Yo lo primero que pensé es que aquí había alguien relacionado con el atentado de Barcelona. La comunidad musulmana de aquí es grande y seguro que entre ellos también hay algún radical que estaría dispuesto a darle cobijo», añade. «De los 10.000 habitantes que somos habrá unos 700 musulmanes. Son muchos y en Vilafranca ni le cuento», dice un vecino cuya vivienda linda con la mezquita.
Aunque el gran dispositivo policial se desplegó en esta localidad tras la muerte de Abouyaaqoub, el domingo también se realizaron pesquisas. Esta vez desde el aire. «Me extrañó mucho ver a un helicóptero sobrevolando la zona. No es algo que aquí suela ocurrir, pensé que sería algo relacionado con el atentado», añade otra lugareña. La mayoría tiene miedo a revelar su identidad.
El terrorista estaba cercado. Los Mossos sabían que se encontraba en la zona y no descartaban que estuviera escondido en San Sadurní. Tras su detención, esa misma noche, un operativo de vigilancia de la secreta se trasladó hasta el parking El Centre. «Desplegaron una parabólica para tratar de interceptar llamadas. Hablaban entre ellos en inglés. Acordonaron todo, pero yo podía verles desde la ventana de mi casa. La verdad es que daba un poco de miedo. Supe que eran de la secreta porque llevaban las antenas y la luz azul. Estuvieron hasta las 00:30», asegura la responsable de una tienda de juguetes de esta localidad. «Aquí todos sabemos que se cuece algo, además el modo en el que se financian en esta mezquita (en relación a la que fue registrada) parecen bastante turbio», sentencia el hombre que reside al lado del centro de oración.
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