Política

Elecciones europeas

La recuperación, en juego

El PP ve afianzada su victoria. Sus datos dicen que mantiene la ventaja de antes de la campaña. Espera que pequeños y medianos municipios cubran la desmovilización de los grandes

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el cabeza de lista del PP a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete, durante el mitin de cierre de la campaña
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el cabeza de lista del PP a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete, durante el mitin de cierre de la campañalarazon

El PP ve afianzada su victoria. Sus datos dicen que mantiene la ventaja de antes de la campaña. Espera que pequeños y medianos municipios cubran la desmovilización de los grandes

Ante una coyuntura difícil, porque las secuelas de la gestión de la crisis económica están ahí, tampoco en esta ocasión el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha querido arriesgar. Toda la campaña electoral parece haber sido diseñada para afianzar la victoria corta que desde hace meses pregonaban los sondeos: poca campaña, con perfil bajo, un candidato más técnico que político, un discurso centrado en la recuperación económica y en el peligro del regreso de las políticas socialistas, y mucha calle primando al voto más tradicional del PP. En él se ha volcado el ex ministro Miguel Arias Cañete.

El PP cierra su campaña convencido de que la radiografía sigue siendo prácticamente la misma que había al inicio de la misma, y que le daba ventaja con respecto al PSOE. Sus trackings internos así lo avalan, y también la impresión de los más expertos en campañas y en batallas por el voto. Éstos sostienen que la «metedura de pata» de Arias Cañete ha dado muchos titulares y ha servido a la candidata socialista, Elena Valenciano, «para intentar movilizar y agitar a la izquierda». Pero su olfato les dice «que no mueve voto socialista que no estuviera ya decidido a votar al PSOE». Dentro del propio PP reconocen que su campaña ha sido mejorable –en las fotos del candidato o en la movilización en los grandes núcleos de población–, pero la sensación dominante es que, en general, estos quince días de mítines no mueven demasiado voto y que el resultado será bueno a pesar de los «fallos» porque «las condiciones previas a la campaña ya eran buenas». Es decir, que el mensaje de la recuperación económica sí que ha empezado a calar en ese voto más tradicional en el que han centrado todos sus esfuerzos.

El problema es que ese voto más fácil, el más rural y más afianzado en los municipios medianos y pequeños se podría quedar corto si el PSOE hubiera conseguido «sacudir» a su electorado en las grandes ciudades. Una hipótesis que en Génova descartan. De hecho, «sotto voce» admiten que su «principal fortaleza es la debilidad de Rubalcaba».

En estos quince días de caravana electoral los líderes que han hecho campaña por todo el territorio han constatado que en los pequeños y medianos municipios la organización territorial ha seguido el «manual» de siempre y que los militantes también han respondido como es habitual ante una cita con las urnas.

No se puede decir lo mismo de los grandes núcleos de población. Ahí, donde hay una ciudadanía más informada, más crítica y, por tanto, más desafecta con la política, sí se han detectado problemas de movilización. Un ejemplo de esto último es Madrid, donde la campaña ha tenido un perfil bastante modesto ajustado a una movilización también discreta. Por eso han huido de los grandes actos, incluso hasta para el cierre de la campaña, ya que esta vez han elegido un hotel, más adecuado para actos sectoriales, que un gran recinto que pudiera no llegar a llenarse. Esto que ha ocurrido en Madrid es aplicable a otros grandes núcleos de población, y no es un problema sólo del Partido Popular sino que también el Partido Socialista se ha resentido de él.

Comunidades

En tres de las comunidades con más censo, Cataluña, Madrid y Andalucía, la dirección popular se tienta la ropa. En el caso catalán, la campaña, de hecho, ha seguido una dinámica propia, marcada por el debate soberanista, pero su resultado también computará en el conjunto. En Andalucía los populares temen que estas elecciones puedan marcar el inicio de un ciclo más favorable al PSOE al calor del recambio de Susana Díaz. Y ya en Madrid, la ventaja para los temerosos augurios de la dirección popular es que en esta comunidad autónoma no compiten con el Partido Socialista, «incapaz de remontar y presentarse como alternativa», sino con otras fuerzas minoritarias como UPyD.

Aun con estos puntos negros, que trascienden estos comicios y plantean un problema más de fondo para las próximas autonómicas, en Génova están convencidos de que el resultado del domingo será favorable a sus aspiraciones. Estiman que su previsión solo podría verse alterada en el caso de que la participación no llegase al 40 por ciento, un supuesto que, sin embargo, ven muy poco posible. Los dos grandes partidos se enfrentan el 25-M al problema de la capacidad de las minorías para hacerse notar y absorber a su favor el malestar de la ciudadanía con la gestión de la crisis. En el Partido Popular creen que en estos quince días, salvo «Podemos», el partido de izquierdas de Pablo Iglesias, las demás fuerzas minoritarias no han conseguido marcar la agenda ni hacerse notar lo suficiente como para «golpear» al bipartidismo con la fuerza suficiente como para anticipar cambios relevantes en próximos comicios. El domingo se verá si se cumplen sus pronósticos.

Ejes de la campaña

El boicot al PP

- Han sido blanco de protestas; desde escraches comandados por la PAH hasta violencia directa contra los vehículos de Alicia Sánchez-Camacho y Cristóbal Montoro en Cataluña.

El «machismo»

- En el ecuador de la campaña, tras el debate televisivo entre ambos candidatos, Elena Valenciano convirtió un comentario de Cañete en el eje central de su discurso de campaña. No habló de otro tema, sólo del «machismo».

La economía

- Cañete habló de la herencia recibida y los esfuerzos que han tenido que realizar para su recuperación. El PSOE negaba los resultados.