El desafío independentista

Las tres negaciones de Iceta

«No voy a pactar con Junqueras ni con Puigdemont», promete el candidato del PSC que busca pescar en el llamado «nacionalismo moderado». Pese a que PP y Ciudadanos dudan de su compromiso, él insiste en su «lista transversal»

Las tres negaciones de Iceta
Las tres negaciones de Icetalarazon

«No voy a pactar con Junqueras ni con Puigdemont», promete el candidato del PSC que busca pescar en el llamado «nacionalismo moderado». Pese a que PP y Ciudadanos dudan de su compromiso, él insiste en su «lista transversal».

«Si no es presidente dudo que invista a nadie». La frase corresponde a un destacado empresario catalán poco después de una larga conversación con Miquel Iceta. Sucedió hace unos días en el Círculo Ecuestre de Barcelona dónde el primer secretario del PSC llenó varias salas y se presentó como imagen de estabilidad socioeconómica tras las elecciones del 21-D. Miquel Iceta Llorens afronta el reto de orientar el partido con un giro hacia el catalanismo moderado sin olvidar sus esencias socialdemócratas de izquierda. «Un cóctel en el que caben todos menos los separatistas». Es la fórmula del líder del PSC basada en un discurso sosegado «sin complicidad con la independencia». Recuperar la marca de la antigua CIU, atraer a la burguesía catalana con los votos de Unió Democrática y rechazo total a un tripartito con Esquerra Republicana y los Comunes son sus mensajes. «No investiré a Junqueras ni a Puigdemont», asegura tajante.

Frente a los recelos de otros partidos como Ciudadanos y el PP, que no acaban de creerle, Miquel Iceta insiste en que no pactará con quienes apuestan por la independencia: «Mi lista es transversal, con democristianos y comunistas presididos por un socialista». Tal como avanzó este periódico, su aspiración es resucitar la sociovergencia, el viejo sueño del histórico líder de Unió, Josep Antonio Durán i Lleida. Por ello ha colocado de número tres a su último secretario general, Ramón Espadaler, y ubicado a antiguos diputados democristianos como la gerundense Montse Surroca. Iceta conoce muy bien la compleja ley electoral catalana, que otorga más valor a un voto en Girona o Lleida que en Barcelona. De ahí que los ciento cinco mil votos obtenidos por Unió en las últimas elecciones, muchos de ellos fuera de la Ciudad Condal, le sean claramente favorables.

El PSC aparece como la gran incógnita de futuras alianzas tras el 21-D, pero Iceta reitera que solo pactará con quienes apuesten por una solución acordada y nunca «con los que nos han llevado al borde del abismo». Los empresarios y profesionales liberales de diversos sectores que le escuchan estos días, a los que cultiva con intensidad, opinan que el voto de la antigua CIU «está huérfano». También ha convencido al sector más catalanista del PSC, representado por Miquel Nadal y Montse Tura, así como a los proclives a un pacto de izquierdas con Podemos o los Comunes. La decisión de Ada Colau de romper el acuerdo con el PSC y expulsarlo del Ayuntamiento de Barcelona hará imposible un acurdo post-electoral, opinan dirigentes socialistas. Sin embargo, en Cs y el PP no terminan de ver clara la estrategia final de Iceta, aunque sus interlocutores salen convencidos de que no apoyará un tripartito con ERC y el PDECaT.

Miquel Iceta «quiere cazar un mundo que Jordi Pujol siempre dividió». Así definen su estrategia los socialistas al recordar que el ex presidente Pujol nunca quiso mezclar la socialdemocracia con la burguesía catalana, algunos de cuyos apellidos ilustres han simpatizado con la causa separatista. Ahora las cosas son muy diferentes: «En estas elecciones no se vota ideología, sino estabilidad frente al precipicio». Ello se refleja en el apoyo al PSC de un democristiano como Durán Lleida y un comunista, el fiscal Carlos Jiménez Villarejo, que fue anteriormente en las listas de Podemos. La situación ha llegado al límite, por lo que juzgan muy necesaria esta candidatura transversal y una participación masiva, en torno al ochenta por ciento. Ello favorece a los partidos no independentistas, con la incógnita de cómo finalmente se repartirá el voto constitucionalista entre el PSC, Ciudadanos y el PP.

En los últimos días Iceta ha intensificado su agenda con empresarios y sectores profesionales, ante quienes se presenta como garante de la recuperación económica, para que las empresas que se han ido de Cataluña puedan volver. El hombre que fue «fontanero» de Narcís Serra en La Moncloa, y sombra de Pascual Maragall, Josep Borrell o José Montilla, lleva cuarenta años en política y aún le parecen pocos. «Me encanta lo que hago», asegura crecido. Estudiante de filosofía y química, mantiene clara su altivez: «Yo quiero ser presidente de La Generalitat porque lo haría mejor que los demás y a todos nos iría bien». Conocida su imagen de «bailongo», ahora piensa que su obligación es bailar con varias melodías para conjugar una sinfonía acertada. Y reitera tajante que no investirá a Oriol Junqueras, Carles Puigdemont o a los Comunes de Ada Colau.

Reivindica el catalanismo pragmático, escucha a Queen y Tina Turner, le apasionan los gatos y sus personajes históricos favoritos son Leonardo da Vinci y Marco Polo. Elevado listón para quien confesó un día públicamente su homosexualidad con la frase «Los armarios hay que ventilarlos». Unos le creen y defienden, mientras otros no se fían de su palabra y planes futuros. De momento, rechaza también la propuesta de Inés Arrimadas de apoyar la lista más votada y la de Xavier García Albiol de un frente contra la independencia. «Superar el actual bloqueo con otro frente sería repetir la jugada». Iceta insiste en superar la fractura entre los catalanes y solo desvela que nunca apoyará un tripartito separatista.

Ejerció la política muchos años entre bambalinas y ahora está en primera línea como candidato a presidente de La Generalitat. «No dará un paso para que lo sea otro», dicen convencidos en el PSC. A pesar de su buena relación con el líder de su partido, Pedro Sánchez, los socialistas catalanes reivindican su autonomía política tras el 21-D, al margen del escenario nacional. Miquel Iceta es optimista en una solución al conflicto: «Ahora tenemos un problema coyuntural, si las cosas no salen bien será estructural». Y sin cortarse un pelo se presentara como el mejor para la salida del túnel.